NUEVE9 - PARTE UNO1

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El capítulo es un poco largo. :')


















-¡Hola, bebedores!- exclamo dejándome caer en el sofá junto a Dalí.

Los chicos amanecieron con una migraña para morirse después de haber pasado casi dos días de fiesta seguido. Mi honesta reacción es reírme en sus caras por lo mal que la están pasando.

-Cállate- ordena Timy acomodando las gafas de sol en su rostro.

-Vaya noche se dieron. ¿Ya desayunaron?- les doy una mirada a todos y niegan al mismo tiempo en coordinación. Me asusto un poco, se pusieron de acuerdo sin hablar o mirarse.

-Charlie se ha tomado el día- murmura Russell en el sillón lado izquierdo.

-Vale, les he traído algo para comer. Ojalá les guste- avisé, pero ellos seguían sin ánimos.

Cuando desperté y noté que sus intenciones no eran levantarse temprano para desayunar juntos como de costumbre, decidí ir a la cafetería de Felipe para comer, y de paso traerles empanadas de pollo a los chicos. Sabía que no iban a hacer esfuerzo para nada. La vida de fiestero es muy exigente.

Pasé la caja a Timy en el sofá frente a mí, tomó su empanada y pasó la caja a Charlie, este hizo lo mismo hasta llegar a Dalí quien me pasó la caja directamente sin ver qué es. Fruncí ligeramente las cejas extrañada.

-¿No quieres?- me sentí un poco ofendida.

Sin quitar la mano de su cara para cubrirse de la luz dijo: -Bien, pero sin café no puedo comer nada.

-¿Quieres que te haga café?

-¡Sí!

-×2.

-×3.

Los chicos habían respondido como si fuese con ellos la platica, abandoné el sofá para consentirles un poco y con las instrucciones de Russ desde la sala para hacer café esperé, esperé hasta que estuvo listo. Lleve la jarra y tazas dejándolas sobre la mesita de centro para poder servirles mejor.

-Aquí está, toma... está caliente- aviso.

-Gracias por aclararlo, o nunca hubiera llegado a esa conclusión- dijo Dalí con los ojos en blanco.

-¡Ay! Qué fastidioso estás- me quejé ante su respuesta sarcástica. Él se limitó a llevarse la taza a la boca y yo seguí ese acto que comenzaba a ser mi favorito.

Mis ojos siguieron aquel movimiento inocente, su boca entreabierta dio paso al liquido marrón humeante, el color rosado de sus labios desapareció y luego pasó la punta de la lengua sobre estos para recoger las gotas de café en sus carnosos y atrevidos labios. Mordí el interior de mi mejilla para concentrarme y no hacer o pensar estupideces, por suerte no se dio cuenta de mi mirada obscena.

"Pareces necesitada de atención."

-Toma- tendí la caja con la empanada -¿Aqué hora llegaron?- me dirijo a los chicos.

-Tres, tres de la madrugada. Hubiéramos venido más temprano pero la cosa se puso buena- murmura Timy como si le doliera la garganta para hablar.

-Ni me lo contéis- le resté importancia -Traeré pastillas y agua para esa migraña.

Fui de nuevo a la cocina para buscar aquello. Regresé de nuevo junto a ellos con el frasco de pastillas y la jarra con agua.

-Alex, por eso no te cambio- la mano de Timy agarró la mía dándome un apretón.

-Solo cuándo te conviene- me defendí.

Los tres ellos tomaron la pastilla, pasamos un rato ahí en los sofás hablando de todo un poco, sobre la fiesta y sus ligues. Me excluyeron un poco hablando sobre sus carreritas de autos, no entendí nada. Hablaban de la mala estrategia de un equipo y se quejan de que un piloto siempre gana mientras Dalí sonríe con soberbia pues apoya a ese mismo equipo.

El Arte De ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora