VEINTIDÓS22

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Doy una paleta de dulce a una niña de ocho años que salta del taburete para irse con su mamá llena de alegría. A pesar de que el día ha estado un poco agitado ha salido todo bien. La mañana se pasa volando y ya estoy en mi hora de almuerzo llenando el formulario de tres hojas con letras a cada lado. El celular de Dalí no deja de sonar miles de veces, todas los recibidos son de diferentes remitentes con diferentes intenciones

—Hola Russ— acepto la llamada.

—Leah— suena extrañado —¿Acaso ya formalizaron la relación y se comparten la privacidad?— bromea lleno de malicia en su voz.

—Debes tomar clases de expresión verbal y comedia.

—Dame cinco minutos y te puedo dar Stan upp, clases privadas.

—Ya lo creo— termino el formulario —Dime lo que necesitas, he tomado el rol de manager de Tyler.

Lo oigo resoplar.

—Lamento decepcionarte, ese papel en la vida de Dalí ya está ocupado por la eternidad por su exnovia. Nunca lo vas poder ocupar— se burla —Esa rubia y ese animal, tienen historia que nadie pueda superar.

Admite con cierto orgullo al decirlo. Entre todo lo que sentí por dentro no supe diferenciar entre enojo, tristeza o la verdadera decepción.

—Sé supone que los exnovios no  siguen hablando.

—Te entiendo, pero ellos tienen una relación demasiado complicada y personal. Hasta Charlie que es más cercano a ellos no sabe toda la historia.

—Debo seguir trabajando— fue mi excusa para dejar de hablar sobre eso —Sí quieres hablar con Dalí, llama a mi móvil.

—Okay. Mi intención no fue romper tu corazón.

—Mi corazón necesito penicilina.

Lo oí reír a carcajadas.

—Confiscar medicina ha sido uno de mis deseos en la lista.

—Trataré de hacerlo sólo por ti.

—Nos vemos en casa.

Aguardo el celular en el bolsillo de mi pantalón. Busco a mi jefe que está en su oficina, tras su aprobación para que pueda ingresar, mi sangre se pone helada de inmediato y mi corazón se acelera como los pilotos de carrera. Un trago amargo sacude mi estómago subiendo por mi garganta hasta llegar a mi boca. Respiró profundo, es lo que me han enseñado en terapia.

"Sí vómitar está en tus planes, yo no me opongo."

—Hola, querida. Es un gusto verte— deposita un beso en mi mejilla y yo apenas y puedo procesar lo que mis ojos están viendo.

"Quisiera decir lo mismo."

—Buena tarde— son mis únicas palabras entrecortadas por la magnitud de su presencia aquí.

Mis ojos buscan a alguien que pueda darme explicaciones, pero ese alguien está viéndome sin pestañar. Puedo asegurar que tan impresionado como yo.

—Andaba de casualidad por el vecindario y quise venir a supervisar tu trabajo— explica —He hablado con tu jefe, solo dice maravillas de ti— por inercia volteo a ver al hombre sentado en la silla al otro lado del escritorio —Justo ahora quiero hablar contigo. A solas, sino te importa— le sonríe a mi jefe que de inmediato se levanta de su silla.

—Sí me importa pero tampoco aceptarás un no por respuesta—  contraataca él acercándose a mí —No tardes, tienes obligaciones qué cumplir.

Me amenaza con la mirada y luego a la mujer a mi lado.

El Arte De ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora