¿Los cambios son buenos?

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Digan holaaaaaaaaaa posibles habitantes

Jacobo

La fría brisa del invierno golpeaba mi rostro a través de la ventana baja del auto, pero no le di importancia. Ya que es una de mis estaciones favoritas, me gusta sentir el frío, la brisa agitando mi cabello, la nieve cubriendo con su pulcritud las calles, y la lluvia borrando todo rastro de penas. A la par limpiando, no solo las calles, si no el alma de quien caminase debajo de ella. El poder sentir cada pequeño golpe del viento en mi piel contrastando con la temperatura, a veces fría, a veces cálida, era simplemente relajante como si acariciara cada parte de mi ser, una sensación similar a un cálido abrazo después de una tormenta.

Cerré los ojos mientras apoyaba mi cabeza hacia atrás en el respaldo del asiento, mi padre se encontró a mi lado conduciendo su lujoso auto, un BMW M8 de color gris. Él silenció era cómodo, podía las ráfagas de viento, esa es una de las pequeñas cosas que logran darme paz, sin escuchar embargo, mi padre no podía con el silencio, él siempre quería hablar.

—¿Ha descansado Jack? —su tono de voz era sereno.

—No —respondí sin abrir los ojos.

—Jack, sé que estás molesto, pero los cambios son buenos.

—Ujum —respondí de mala gana.

Mi padre no dijo nada más en el resto de viaje, es algo que agradezco, ya que estaba molesto. No quería mudarme mi vida siempre constaba de cambios, no podía acostumbrarme a un lugar, a las personas. Porque cada vez que lo hacía nuevos viajes surgían a mis 18 años nuevamente me mudaría iniciando así una nueva vida, nos mudábamos debido al trabajo de mi padre, él es un importante empresario que tiene diversas constructoras por todo el mundo y este año su empresa abriría otra sucursal en Oregón, para ser específico en Portland el lugar donde él creció.

Después de muchas horas de viaje decidimos mirar por aquel retrovisor, viajábamos por una desolada carretera, la nieve cubría todo a su alrededor. Los copos caían con parsimonia, llevándose con ellos, uno a uno, todos los secretos que aquí se escondían, las corrientes de aire entraban y salían de aquel auto que causaba que mi cabello meciera un poco. Simulaba de esa forma las personas que entra y salen de tu vida, dejando una sensación cálida al entrar, contrastando con tu piel, generarte paz, emanando el calor de un hogar, pero que al salir se lleva de golpe esa calidez que lentamente te genero dejándote triste y agotado.

Mi padre se detuvo frente a nuestra nueva casa y bajó del auto, yo no quería hacerlo, no quería una nueva vida, deseaba que él subiera a decirme que todo era una broma, que yo no tenía que iniciar de nuevo en un lugar que no conocía. Solo hasta que hizo un ademán con su mano para que bajara comprendí que no era una broma, que no íbamos a regresar, que en mi vida ya nada sería igual y que aquel lugar sería mi nuevo hogar.

Al bajarme sentí el viento golpeando mi rostro, quise detenerme un segundo para admirar el paisaje, era espectacular, había hermosos arbustos verdes que le dan toda la vida al lugar, el suburbio estaba rodeado por grandes casas, el cielo tenía un tono profundo a la vez deslumbrante un azul electrico.

Al entrar a la casa, comencé a desempacar, fue bastante tedioso porque para mí un nuevo comienzo acababa de empezar, pero, todo sería normal, ¿No?.

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Ashley

Son las 3 AM y aún no puedo dormir, cada que cierro los ojos siento que no voy a poder respirar.

Maldita ansiedad, ¿por qué mi jodida cabeza no se puede callar?

A veces pienso que vivir es como una condena que debo pagar. Así empieza mi historia, quiero decir nuestra historia.

Al final no sabemos decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora