7.

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Me siento muy bien.
No quiero estar triste nunca más.
Puedo ver la luz del sol brillar.
Porque estoy bien.
Muy bien.
I'm fine- BTS

Nicole

-Estás loca si piensas que yo voy a subirme a esa cosa- le dije a Verónica en cuanto ella corría en dirección al juego mecánico.

-¡No seas cobarde Vázquez!- gritó mientras hacía fila para poder subirse a la montaña rusa. Rodé los ojos al escucharla llamarme por mi apellido.

Caminé hasta ella y miré la gigante montaña rusa que parecía comer personas para cenar, miré a Verónica y ella estaba mirando feliz el juego mecánico y yo sonreí.

Al menos había conseguido distraerla y hacer que sonriera.

Cuando nos subimos en la montaña rusa sentí que temblaba de pies a cabeza, las odiaba y no sabía cómo me había dejado convencer para subirme al maldito juego. Nos subimos juntas y nos pusimos los seguros para evitar tener un accidente.

Sentí que mis manos comenzaban a sudar y las limpié con la tela de mi pantalón, sentí que la maquina comenzaba a avanzar y yo estaba al borde del colapso.

Sentí que la mano de Verónica tomaba la mía y yo la miré, ella solo apretó mi mano mientras me sonreía y con eso consiguió que mis nervios disminuyeran.

En cuanto nos bajamos del juego mecánico yo sentía ganas de vomitar y Verónica no había parado de burlarse de mí.

En cuanto me tranquilice observamos los demás juegos, pues me tocaba a mí elegir uno. Escuché risas de mucha gente y pude ver que habían abierto un nuevo juego.

Era una especie de ruleta que al parecer se inclinaba y se movía en diferentes direcciones.

-Vamos a subirnos a ese- señalé el juego, ella asintió y como dos niñas pequeñas corrimos hasta la entrada del juego.

Cuando nos dejaron subirnos nos acomodamos en los asientos de la orilla del círculo y mucha gente comenzó a sentarse a nuestro alrededor y me pregunté por qué no habría nada en el centro de la ruleta.

Cuando el juego comenzó a moverse tomé las pequeñas rejas que había detrás de nosotras puesto que no había nada de donde agarrarse.

Cuando los movimientos del juego se volvieron más fuertes me pregunté si habría sido buena idea habernos subido, comenzamos a saltar sobre nuestros asientos y pude ver que mucha gente rodaba a través de la ruleta, otras se agarraban de sus parejas para evitar caer del asiento y rodar.

En un movimiento bastante rápido el chico que había a mí lado se cayó, solté una de mis manos para ayudarlo a levantarse pero el maldito juego no paraba de moverse, se sacudió de manera tan brusca y solté la reja. Estaba a punto de caerme cuando sentí que Verónica me tomaba la mano y me atraía hacia ella, me abracé rápidamente a su cuerpo como un koala y el maldito juego se sacudió de nuevo de arriba a abajo.

Así que técnicamente estaba saltando sobre ella, avergonzada enterré mi cara en su cuello, escuché que ella no paraba de reírse y la chica que estaba junto de nosotras también se estaba riendo.

El juego no paraba de moverse, la gente a nuestro alrededor reía y me pregunté si el encargado del juego no haría esos movimientos a propósito.

Dios mío, ¿qué hice para pasar tanta vergüenza?

Cuando la maldita ruleta se detuvo y todos pudimos bajarnos del juego me arrepentí de haberlo elegido.

Un chico se acercó a nosotras y ambas lo miramos confundidas.

𝐸𝑝𝑖𝑓𝑎𝑛𝑖𝑎                                                𝑬𝒑𝒊𝒑𝒉𝒂𝒏𝒚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora