Evangeline | Internado secreto © | COMPLETA

Capitulo 23 † Revelación.

Capitulo 23 – Revelación.

Evolet.

«Mi pequeña». Sus palabras me llevan en un estado de trance, mi mente deja de hacer sinapsis. Esa oración desconectó varias funciones en mi cerebro.

Camino junto a la mujer con la mirada en el suelo. ¿Cómo es eso posible? Yo tengo a mis padres, me criaron, cuidaron y protegieron. Es imposible que todo lo que estoy pensando en este momento sea una realidad.

La ansiedad de no saber que está sucediendo me consume, ¿Es posible que toda mi vida haya sido un engaño? Mis pies se mueven mientras las uñas de ella siguen en contacto con mi piel. No duele, solo siento el contacto.

Está mujer es pelinegra al igual que yo pero nada más, no tenemos rasgos similares. ¿Mis padre me han engañado toda la vida?

Entramos en una especie de oficina, está es de color negro. Tiene varios muebles, repisas y un escritorio. También uno que otro retrato, en uno de ellos está una mujer joven de cabello negro y ojos marrones, Evangeline. Hay otra pintura, está es más oscura, un hombre arrodillado mientras una mano femenina sostiene su rostro, el sujeto se encuentra lleno de sangre y con una daga clavada en su hombro.

Evangeline me invita a sentarme y así lo hago. El sillón es de cuero, cómodo.

No se que decir así que, decido permanecer en silencio. Miro mis manos incómoda mientras mi cabeza crea miles de escenarios y posibles verdades. Ella notó mi interés en las pinturas.

—Esos cuadros los hizo uno de mis súbditos. Se inspiró en la muerte del primer sujeto en el internado. —me explica observando la pintura—. ¿Quieres conocer una historia, Evolet?

Lanza la pregunta al aire. En un tono bajo le respondo:
—Sí.

Tengo muchas dudas, quiero saber todo lo que pueda.

—Hace veinte años, una joven psiquiatra ingreso a un centro de salud mental, su primer empleo. Un lugar llenos de trastornados, esquizofrénicos, asesinos, sicópatas, sociópatas, todo lo que la sociedad odiaba tener en libertad. —sus ojos marrones me observan por unos segundos—. Humanos con desórdenes mentales condenados a pasar sus vidas encerrados y limitados, una verdadera condena, ¿Que sucedió después? a esa joven se le ocurrió una idea... Darles libertad.

Se sienta a mi lado con sus ojos, fijos una vela.

—Hizo que todos la adorarán, los trataba como seres reales, no como simples trastornados y una noche, incendió el lugar dejando todo en cenizas, un fuego abrazador e inmenso consumió el lugar. Ella se encargó de evacuar solamente a los internados en el psiquiátrico, a los seres aislados de la sociedad. Médicos, enfermeras y el resto del personal falleció esa noche. La policía solo encontró restos calcinados y todo el lugar en completas ruinas, dedujeron que los cuerpos faltantes se mezclaron con las cenizas del sitio. —humedece sus labios delgados antes de continuar hablando—. Meses antes de incendiar todo esa mujer había comprado una iglesia abandona, la había ambientado y remodelado con el dinero de sus padres fallecidos. Los llevó a todos a ese lugar, la veneración y la adoración hacia ella vino de la mano con esos hechos, esa joven mujer había creado una nueva religión. —sonríe peligrosamente, no estoy segura si esa historia es sobre ella—. Mi religión.

Revela disipando mis dudas, hizo todo eso. ¿Que tan mal debes estar para hacer toda es mierda?

—Estas en un lugar llenos de trastornados, unos a los cuales yo controlo por darles «libertad». Mi propio internado, mi propia iglesia.

—¿Porque?—no sé que pregunto pero mi boca necesita soltar algo.

—Una vez que pruebas el ser un dios jamás lo sueltas. Aquí yo decido quien muere, cómo, porque y nadie me cuestiona.