Evangeline | Internado secreto © | COMPLETA

Capitulo 20 † Cielo.

Capitulo 20 – Cielo.

Evolet.

La noche ha caído y el maldito pelinegro no ha aparecido en la habitación. Seguro está con esa chica, tengo un gran enojo.

Brock se acerca a mí, un beso de su parte se posa en mi mejilla y como por arte de magia todas las sensaciones negativas desaparecen. Suelto un pequeña risa por las cosquillas que me causa su aliento contra mi piel.

Él toma mi barbilla y mis ojos se posan en los suyos, deposita un suave beso que disfruto cerrando los ojos. Su aliento mentolado se mezcla con el mío mientras esa sensación en el pecho abre paso, lo abrazo y aspiro su aroma. Dentro de éste lugar es más que obvio, que no existen los perfumes para nosotros pero con el paso del tiempo me he dado cuenta del olor de Brock, un aroma que me da paz y tranquilidad, me brinda la misma sensación que tienes cuando reconoces el olor de tu comida favorita o de una época específica. Un olor único, familiar, tranquilizador.

—¿Porque me miras así?—cuestiona él.

—¿Así como?

—Así; con ojos brillantes y sonrisa imperturbable.—escanea mi rostro.

—No lo sé, supongo que es algo que sucede cuando me enamoro.—alzo un poco los hombros sonriendo.

El asiente satisfecho con mi repuesta.

—Jamás dejes de mirarme así, es de mis cosas favoritas.

Acaricia mi mejilla y yo asiento colgada en su linda sonrisa. Podría derretirme por él. Es lindo mi chico.

La puerta de la habitación suena y por inercia me separo de Brock, mis ojos caen en el pelinegro. «Hasta que aparece».

—Necesito hablar contigo, Evolet. —dice en un tono neutro, algo impropio de él.

Miro a Brock, el sonríe dándome a entender que está bien. Deposita un beso corto en mis labios antes de yo levantarme de la cama.

—Bien.—me acerco al pelinegro.

—Acompáñame.

Pide, salimos de la habitación. Aún estoy enojada y él parece haberlo notado ya que no hay comentarios estúpidos de su parte. Caminamos juntos hasta llegar a una especie de sala, hay cuadros, sillones, libros e incluso un pequeño candelabro de cristales negros.

¿Cómo el puede conocer tanto este lugar?

—¿Que quieres hablar?—me siento en el mueble blanco, un color poco usado dentro de este lugar.

Él me mira e imita mi movimiento, se sienta a mi lado.

Sus ojos azules me miran, su cabello negro está revuelto y la sonrisa característica de él no se encuentra por ningún sitio.

—Me gustas.

Suelta sin restricciones, mi boca se entreabre un poco por la sorpresa. No creí que lo que dijo ebrio fuera cierto, digo: es obvio que le atraigo de cierta forma si no jamás habríamos tenido sexo, pero ¿Gustarle? Eso abarca más cosas.

—¿Te gusto?—repito incrédula—. Dime Armin ¿También te gusta la chica con la que estabas coqueteando?

Lo miro dura y siento de nuevo el mismo enojo. ¡Él le dedicó una de sus sonrisas encantadoras! Expuso su dentadura imperfecta para ella, siento como un remolino de negatividad se crea en mi.

—Mierda. No entiendes...

Sonríe mirándome y siento que se está burlando de mí.

—¡¿Que carajos no entiendo?!—lo empujo.