Capitulo 25 † Cigarrillos.

159 24 6
                                    

Capitulo 25 – Cigarrillos.

Evolet.

Con su mano en mi cintura entramos a la habitación, inmediatamente me doy cuenta que está siempre ha sido su habitación. Fotos de él, álbumes de vinilo, ¿Flores? Un armario, y otros muebles están dentro de ella. Esto es una verdadera habitación.

La puerta se cierra y me dejo caer, rompiéndome en un llanto fuerte y doloroso.

—Te odio tanto...

Sus pisadas se dirigen hacia mí mientras mi garganta suelta un sonido lastimero. Él se agacha para quedar a mi altura y sus manos frías tocan mis brazos con algo de fuerza.

—No digas eso, cielo. —su tono es suave como una caricia, tiene matices de cansancio, de agotamiento.

Mi corazón se vuelve un caos al igual que mis pensamientos. Mirándolo a los ojos hablo:

—Es la verdad.

Su mano toma barbilla con dureza, el contacto frío me hace querer apartarme pero él me lo impide.

—No puedes odiarme cuando yo te amo, eso no tiene sentido. —niega con una sonrisa apagada, sus ojos azules están más claros de lo normal.

—¿Cómo puedo amarte cuando solo me has mentido? —lo empujo y se aparta de mí, me deslizó con ayuda de mis manos hacia atrás para luego levantarme del suelo.

¿Por que se empeña en dañarme más? Yo no quiero ni verle el rostro. Sus ojos son los detonantes de mí fuego, uno abrasivo que me arrolla constantemente.

—Mierda ¡Mierda! —se levanta y sin verme camina hasta un gavetero, de él saca una caja de cigarrillos y un encendedor. En cuestión de segundos ha dado su primer calada, expulsa el humo con lentitud mientras sus manos tiemblan.

«Consume su adicción buscando la calma».

Su mirada vuelve hacia mí.

—¿Crees que iría en contra de mi madre por ti? ¡No puedo hacerlo! Sus órdenes son mi sentencia. —gira el rostro mostrándome su perfil mientras cierra los ojos con fuerza—. Evolet, tú dijiste que no te perdería...

Suelta como su última carta, una que impacta contra mi. Cuando lo dije no creía que el era parte de todo esto, de este retorcido lugar. Jamás se me pasó por la mente que él fuera un traidor.

—No me has perdido a mí, ahora soy tu esposa ¿Cierto?—su cuerpo se acerca al mío, una sonrisa genuina se extiende entre el pesado ambiente.

Tengo un pacto con él, uno que va más allá de mis deseos. Protejo la vida de los míos con esto y me desgarro el alma continuamente. Un trato costoso pero no injusto «la vida de ellos es más valiosa que cualquier dolor que pueda sentir»

—¿No te he perdido?—repite con entusiasmo. Pega nuestros pechos cuando su mano pasa detrás de mí cintura. Su aliento lleno de nicotina se cuela por mi nariz.

—Perdiste mi corazón, —respiro con fuerza antes de seguir hablando —ahora soy tuya sin esa parte y jamás podrás obtenerla. —acaricio su rostro, el dolor pasa por su ojos.

Mirándome a los ojos da una suave calada, su boca se acerca a mi oído y mis piel inevitablemente se eriza.

—Cielo, déjame tocarte. Quiero sentirte,—su voz masculina en tono sensual me atrapa—mañana puedes volver a odiarme, pero hoy déjame amarte.

Jamás entenderé como pasa de ser un completo cínico a pedirme que deje amarme. En este instante somos una colisión de odio y amor. Dos cuerpos, dos almas que deberían alejarse pero no pueden por culpa de un lazo más fuerte que sí mismos.

Evangeline | Internado secreto © | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora