03|Lᴏs ᴛʀɪʟʟɪᴢᴏs

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Apareció una figura con una armadura y un casco de color negro con detalles verde esmeralda oscuro que iba montado en un esqueleto de jaguar gigante

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Apareció una figura con una armadura y un casco de color negro con detalles verde esmeralda oscuro que iba montado en un esqueleto de jaguar gigante.

Alexia reconoció quien era al instante y se extrañó.

El príncipe se quitó el casco, dejando ver su cara.

—Gran rey y reina de Teca—el peliblanco hizo una reverencia mientras Alexia lo miraba con alerta—Soy Zatz, príncipe de los murciélagos, comisario del dios de la guerra, Mictlan

—¿Por qué estás aquí?—preguntó la reina un poco preocupada, pero firme—¡No hemos hecho más que honrar a los dioses!

—Permíteme escoltar a las princesas al inframundo para que se reúnan con su madre y sean sacrificadas—Alexia lo miró algo enojada y confundida, pensando que sería alguna especie de broma de mal gusto— Su verdadera madre las recibirá en la muerte eterna

—Sobre mi cadáver— respondió el rey firme y amenazante.

Alexia observó como todo el ejército de Teca se ponía a la defensiva contra Zatz, incluidos sus hermanos mayores.

El rey dió la orden de atacar y, tanto él como su ejército, soltaron el conocido "grito de guerra"

—Jaguares— el rey les hablaba a sus trillizos—Encárguense del muchacho y yo de los gigantes de piedra

—¡De acuerdo, papá!—excalmaron estos para ir a por el semi-dios.

El rey peleó contra los gigantes de piedra, pero perdió una mano en el trayecto, aunque logró destruirlos.

Se puso una venda en donde solía estar su mano y miró a Zatz con burla.

—Niño vampiro, ¿eso es todo lo que tienes?— preguntó burlón.

Alexia se preocupó por su padre y logró escapar de el horrendo vestuario que llevaba puesto encima.

Salió del círculo de guardias que la rodeaba (a ella y a su melliza) y corrió a ponerse en frente de su padre, protegiendolo mientras miraba con odio a Zatz.

A este le molestó el estómago al ver la mirada de odio de la chica.

—Atrévete a atacar— murmuró enojada para que solo el semi-dios la escuchara.

—No pelearé contra alguien herido— respondió Zatz subiéndose a su esquelético jaguar y poniéndose su casco

—Díganle a su dios que, si quiere a mis hijas, tendrá que arrancármelas de mis brazos de mi cuerpo frío y muerto—gruñó el rey amenazante-¿Quedó claro?

—Muy claro— suspiró el muchacho, ya que no le apetecía que hubiese una guerra

Miró una última vez a Alexia y se esfumó entre la oscuridad del bosque mientras los de Teca gritaban celebrando.

𝙼𝚒 𝚙𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚙𝚎 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝚖𝚞́𝚛𝚌𝚒𝚎𝚕𝚊𝚐𝚘𝚜 (𝑍𝑎𝑡𝑧 𝑦 𝑡𝑢́)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora