13|ʟᴀs ᴍᴏɴᴛᴀɴ̃ᴀs ᴅᴏʀᴀᴅᴀs

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A la mañana siguiente, cuando llegaron al reino de la montañas doradas, se dieron  cuenta de que todo estaba en silencio

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A la mañana siguiente, cuando llegaron al reino de la montañas doradas, se dieron  cuenta de que todo estaba en silencio.

Pasaron por su plaza y no encontraron  ni un solo guardia, por lo que Alexia caminaba  alerta.

Al entrar a palacio, el chirrido de las puertas fue el único ruido que se escuchó.

—¿Hola?—Maya llamó mientras todos estaban atentos con armas en mano

—¿Rey Bárbaro? ¿Princesa Bárbara? —llamó Alexia

Caminaron con paso lento por el gran pasillo, donde sólo habían enormes estatuas de pumas.

—Se supone que este es el gran palacio del Reino de las Montañas Doradas—comentó Maya

Rico se asustó por una serpiente y pisó por accidente la activación de una trampa.

Al instante las cabezas de los pumas se movieron.

— Rico —reclamaron las tres chicas en tono molesto

Sintieron como el piso crujió y donde estaban las chicas paradas salió una plataforma, mandándolas a volar por los aires.

Cuando estuvieron a la altura de las estatuas, las cabezas de los pumas se abrieron y las succionaron.

Entraron por una cabeza y salían por otra diferente.

Después las dejaron caer pero, cuando iban a estrellarse en el suelo, este se abrió, cayendo en él: Rico, Maya, Chimi y Alexia.

Cayeron en una especie de tobogán hacia lo que parecía ser un salón lleno de insectos y calaveras.

Chimi vio una pequeña araña y la tomó en su mano para después besarla.

— Eres medio rarita, ajá, entre más locas
mejor —mencionó Rico

—Hay que salir de aquí—habló Maya poniendo su espada entre las puertas de la habitación—A ver Rico haz un truco de magia...Ale, usa tus poderes

Las puertas dejaron salir un sonido
indicándoles que se abrirían y los cuatro se pusieron a la defensiva.

Cuando las puertas se abrieron por completo y Alexia tuvo que cerrar los ojos por la luz directa del sol, una silueta de  apareció.

Era el Rey Bárbaro, el cual dejó salir una carcajada cuando los vió.

— Ves, hija, te dije que había alguien aquí dentro—reclamó

La princesa Bárbara salió a la luz y se sorprendió al verlos.

—Princesas Maya y Alexia de los Tecas—se sorprendió

—¡Princesa Bárbara!—saludaron las mellizas, la mayor tranquilamente y la menor eufóricamente

—Hola, Princesa Alexia, hola, Princesa Maya—saludó el Rey—Que pena que ustedes caer por la trampa mortal de las pompas puma

𝙼𝚒 𝚙𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚙𝚎 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝚖𝚞́𝚛𝚌𝚒𝚎𝚕𝚊𝚐𝚘𝚜 (𝑍𝑎𝑡𝑧 𝑦 𝑡𝑢́)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora