17|Tᴀʟɪsᴍᴀɴᴇs Dᴏʀᴀᴅᴏs

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Afuera pudieron ver mejor aquella tormenta de rayos rojos que no precedía a nada bueno

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Afuera pudieron ver mejor aquella tormenta de rayos rojos que no precedía a nada bueno.

—Aja, ¿y si nos dan un chance?—se quejó Rico—¿Por que pelear se ha vuelto algo tan normal? ¿saben en cuantas peleas estuve antes de conocerlas? Les digo: cero. Ni una, ni una

Chimi dejó salir una carcajada a la vez que Alexia, ya que, aunque tuviera miedo, no se iba para atrás.

—Parece un buen número de peleas para Picchu—comentó el guerrero

Un rayo cayó cerca de ellos, asustándolos, y la nube comenzó a bajarse hasta delante de donde se encontraban.

Cinco rayos caeyeron y de ellos salieron cinco dioses soltando una carcajada.

Alexia sacó su espada, dando un paso hacia delante.

—¡Yo soy Chivo! Dios de la magia oscura—se presentó azotando su bastón contra el piso.

Su apariencia era literalmente la de un chivo con túnica.

—¡Somos Hueso y Cráneo, Diosas de los ladrones!— las hermanas esqueleto dieron algunas volteretas en el aire y aterrizaron haciendo una pose

—¡Yo soy Vucub, Dios de los animales de la selva!—se presentó otro

—Yo soy Xtabay, Diosa de las ilusiones—una pelinegra se presentó con niebla y su voz
escalofriante

—¿Estuvieron practicando sus entradas?—preguntó Alexia burlona

—Necesitamos una entrada—habló Maya—Tal vez Chimi entre lanzando una flecha, y tú Ale con tus poderes asombrosos

—Maya, no es el momento—negó Alexia

—Venimos por las semidiosas—habló Chivo con voz enojada—Entréguenlas y váyanse o se va a poner de veras feo...

—A ver, Teca hoy está cerrada —interrumpió Alexia—Así que tú, cabrito de cuarta, puedes ordenarles a tus seguidores que se vayan

Los cinco guerreros empuñaron sus armas y apuntaron a los Dioses.

— Todos tienen talismanes dorados—habló Hueso asustada

—¡Wow!— se le unió su hermana

—Shh, cállate—ordenó Chivo— Estos humanos simplones no son rivales para los Dioses

En un parpadeo, Hueso ya se encontraba peleando con Alexia y Cráneo con Maya. Las gemelas esqueleto empezaron a caminar hacia el palacio.

—Nosotras les entramos a estas—anunció Maya y las dos mellizas siguieron a las gemelas

Maya y Alexia subieron los escalones con prisa, tratando de golpear a esas dos diosas escurridizas.

La peliblanca golpeó a una de ella y esta salió volando hasta su habitación y la de Maya.

𝙼𝚒 𝚙𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚙𝚎 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝚖𝚞́𝚛𝚌𝚒𝚎𝚕𝚊𝚐𝚘𝚜 (𝑍𝑎𝑡𝑧 𝑦 𝑡𝑢́)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora