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Anther

Los chicos y yo nos encontrábamos sentados en las incómodas y duras sillas de la biblioteca, probablemente era la situación más aburrida en la que había estado, nadie hablaba y solo cruzábamos incómodas miradas de vez en cuando.

Canille estaba perdida mensajeando en su teléfono, hacía eso casi todo el tiempo, algunas veces me hubiera gustado preguntarle con quién tanto bobeaba pero sabía que ya no teníamos ese tipo de relación. Emell — que por cierto me parecía un nombre genial, pero no iba a admitirlo — miraba con atención algunos libros de la sección juvenil. Yo por mi parte me limitaba a morder mis uñas y mirar de vez en cuando a la puerta esperando que alguien entrará a sacarnos de ese lugar, alguien entro pero solo era el profesor.

— Buenas tardes chicos — dejo un par de papeles sobre el escritorio y nos miró — son caras nuevas ¿Es su primer año?

Nadie dijo nada, Emell asintió enérgicamente, después de eso el profesor empezó a anotar nuestros nombres en una pequeña pizarra y nos dio una hoja en blanco.

Antes de que terminara la puerta se abrió de golpe y se cerró de la misma forma, por ella entro un extravagante chico, su pelo rizado rebotaba de forma casi cómica a cada paso que daba, su tez morena combinaba muy bien con sus ojos claros, llevaba unos lentes rosados igual que su camisa, llevaba un tubo de papel en una mano y café en la otra. Bajo sus lentes despacio y nos miró alzando las cejas, después le sonrió burlonamente al profesor.

— ¿Usted no se cansa de hacerle la vida imposible a los alumnos? — cuando nos miró cambio su sonrisa a una mucho más amable — ¡Hola, soy Nathi!

— Señor Mc'Kenna, vaya a sentarse o agregaré más días a su castigo.

— ¡Si, si, ya voy! — el chico camino hasta Emell y lo miro sonriendo — ¿Te importa que me sentir aquí? No muerdo, a menos que tenga tu consentimiento claro.

Había un montón de sillas vacías pero  aquel chico había elegido justamente el que estaba junto a Emell, que pesado, este se limito a sonreír y a bajar su mochila ¿Por qué sospechaba que era amable con todos menos conmigo?

— Créanme, esto no me gusta más que a ustedes — el profesor nos miro detenidamente — tengo que atender el grupo de estudio también así que quédense aquí y hagan un ensayo reflexionando acerca de la acción que los trajo aquí. Volveré en una hora, señor Mc'Kenna usted queda a cargo y por favor, cualquier efecto colateral recarga sobre usted.

— Como digas cariño — el chico dejó caer su cabeza en el brazo de Emell — suerte con la profesora Billow, oh, quiero decir con su grupo de estudio, espero que no haya olvidado su viagra para el estudio de anatomía. 

El profesor le lanzó una mala mirada y salió de la biblioteca, Canille y Emell si soltaron risitas.

— Bueno jóvenes, refieranse a mi como querido profesor — se repego más a Emell — o solo como querido, el profesor no es muy necesario.

— Tu camisa es muy bonita — Emell le sonrió amablemente.

— Que amable, igual la tuya — la camisa de Emell tenía una pizza verde en su estampado — mentira, en realidad es terrible, pero juntaré conmigo y verás que te pegaré el estilo guapo.

El chico le guiñó un ojo y Emell ensanchó su sonrisa algo sonrojado, nunca lo había visto sonreír tanto.

— ¿Te llamas McKenna? — pregunto Canille uniéndose a la plática.

— Es mi apellido — se recostó en Emell, algo no debía andar muy bien con este chico — Mi nombre es Nathaniel, pueden llamarme Nath o Nathy, aunque tú podrías llamarme "amor de tu vida" — dijo señalándome, abrí un montón los ojos y el se carcajeo.

— Tu nombre es muy bonito — Emell le sonrió una vez más.

— ¿Cuál es el tuyo dulzura? 

— Yo me llamo Emell y puedes decirme mmm, Emell.

«Emi» pensé, luego revolví mi cabeza y me sentí tonto por pensar en un sobrenombre tan bobo.

— Es igual de tierno que tú ¿Cuál es el tuyo guapa?

— Canille, solo dime Canille — ella también le sonreía.

— Es muy peculiar, no creo que haya otra forma de llamarte, Can no suena nada agradable — ambos soltaron risitas para después mirarme a mi — ¿Y el tuyo cuál es?

Lo mire mal, no me desagradaba, de hecho me ponía alegre pero no terminaba de caerme bien.

— Que te importa — dije.

— Su nombre es Anther — Canille hablo y yo la mire mal — y es bastante agradable cuando no tiene cara de culo, o sea casi nunca.

— "Anther", suena bastante bien, le queda a tu estilo de malote.

Emell soltó un risita que luego reprimió pero seguía secretamente burlón, parecía estar de buen humor hoy.

— Bueno, es un gusto saber el nombre de todos ustedes chiquitines, ahora los dejo iré, ya saben, por ahí.

— ¿A dónde vas? — pregunto Canille mientras lo seguía con la mirada.

— No lo se, a leer porno por ahí, yo que se.

Está vez el que rió fui yo, no entendía muy bien como se podía leer el porno.

— Vaya, si sabes sonreír, deberías hacerlo más seguido — me guiñó un ojo — te miras mucho más guapo así.

Emell contuvo su risa y se carcajeo mientras me señalaba.

— Ahora es tu cara la que está roja, pareces un tomate.

— Calla, a puesto a qué a ti también te parece mucho más guapo así.

Emell dejo de reír y sus mejillas volvieron a teñirse al instante, Canille era la única riendo ahora.

— Hagamos algo pequeños, creemos efectos colaterales.

¿Qué quieres hacer? — preguntamos los tres casi al unísono.

— Solo siganme la corriente — nos miró con una sonrisita malévola para después picar el hombro de Canille — ¡Atrapas!

No necesitamos más, después de oír eso los tres salimos corriendo mientras Canille nos perseguía por toda la biblioteca, después de un rato logro tocarme a mí y curiosamente yo atrapé a Emell, quién en realidad no era nada ágil y termino atrapando más veces que todos. Corrimos entre los enormes anaqueles repletos de aburridos libros, subimos y bajamos las largas escaleras y saltamos sobre las mesas, nuestras risas rebotaban en toda la biblioteca y mi corazón rebotaba dentro de mi pecho hasta el punto de sentir que se saldría, en una curva terminamos chocando los cuatro y cayendo sobre las decoraciones de inicio de semestre. Terminamos riendo en el piso hasta que nuestros estómagos dolieron.

— Mierda — Nathaniel a penas había recuperado la respiración — hicimos un desastre, nos metemos en un lío de los grandes, se ganará otra semana en detención junto a mi.

No me importo mucho eso, el techo de la biblioteca aún daba vueltas sobre mi y la felicidad en mi pecho se mantenía intacta, como hacía mucho no había estado. Nathaniel se incorporo sentándose en el piso y nos miró sonriendo.

— Yo estare encantado de ser su mala compañía, pequeños.























respecto a actualizar seguido, creo q puse metas muy óptimas, pero para los que preguntaron (1 jajaja) estoy bien, no me mori desafortunadamente, solo se me mezclo la escuela con el trabajo y no tenia tiempo de sobra a parte de que después de que se me borran las partes finales de otra de mis historias me dio un mega bajón, pero ya estoy mejor.
Si llegaste hasta aquí ¡Gracias! Tienes todo mi amorcito y mi corazón. ♡


La teoría del caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora