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Emell

Me encontraba junto a los chicos en el último día de detención, al menos en la biblioteca. Estaba recostado sobre el abdomen de Canille y está acariciaba mi cabello, por su parte Nathaniel se encontraba recargado en las rodillas de Anther quien se dedicaba a intentar dormir, ni siquiera se molestó en quitarlo. Si yo hubiera echo lo mismo seguramente me habría golpeado, era diferente cuando se trataba de Nathaniel.

— Que lindos son ustedes dos ¿Puedo tomarles una foto?

A Canille parecían gustarle las parejas que conformaban dos chicos, aunque no fuera algo oficial le parecían bastante tiernas.

— Inténtalo y tú celular volará hasta el campo de fútbol.

Anther, siempre tan amable y dócil.

— Entiendo, no lo hago. Es que estoy tan aburrida que podría morir aquí mismo.

— Yo también estoy aburrido, creo que moriré contigo Canille — dije.

— ¡Nathaniel! Emell y yo morimos de aburrimiento, salvanos.

— Yo también empiezo a aburrirme.

— ¡Lo ves, incluso Anther está aburrido!

Las cosas entre Canille y Anther habían mejorado bastante, aunque aún no lograba entender la razón de su odio en un principio. Ninguno de los dos quería decírmelo y cuando me atreví a preguntar ellos parecían ponerse muy incómodos.

Habían dejado de ponerse malos sobrenombres ya que según Anther "Canille ya era un nombre muy feo por si solo, incluso más que todos los apodos juntos", lo disfrazaban con eso pero era evidente que seguían teniéndose cariño mutuo. Canille me contó que desde muy pequeños habían sido mejores amigos, cuando empezó a hablar acerca de la secundaria ya no quiso seguir y yo no volví a preguntar.

Empezó a ser muy común encontrarlos platicando o simplemente siendo amistosos. Se habían vuelto tan cercanos que las personas habían empezado a esparcir rumores acerca de una relación, sabía que ninguno era cierto, ya que Canille seguía junto a su novia y cuando le pregunté a Anther acerca de si sentía algo por ella únicamente se burló un largo rato y después me dijo que tenía gustos distintos.

Anther y yo empezábamos a llevarnos bien o al menos a ya no detestarnos tanto. De hecho el era bastante agradable si dejabas de lado los insultos y la cara de culo que siempre tenía, podías tener conversaciones geniales con el y cuando quería un Anther increíble le salía naturalmente. Estaba agradecido de no haber tenido que llegar a una buena bofetada como había sugerido mi abuela, de igual manera no creo que hubiera solucionado mucho; si bien Anther no era la persona más amable en la tierra tampoco era la más descortés. Había empezado a pensar mucho en el y por qué siempre parecía estar de mal humor, sabía que nada justificaba las acciones de otro pero si las hacían entendibles y suponía que el también tenía problemas y malos ratos como todos nosotros. Quizá incluso más que todos nosotros, aunque sospechaba que no sería algo que descubriría, Anther no solo era la persona más mal hablado que conocía sinó también la más cerrada.

— ¡Emell! ¿Escuchaste algo de lo que dije? — Canille pasaba su mano frente a mi rostro.

— ¿Eh? Ah no, no escuché.

— Bien, va de nuevo. Decía que deberíamos conocernos mejor, aunque alguno ya no conozcamos relativamente "bien" — le lanzo una miradita a Anther, este se limito a medio sonreír —. Diremos cosas que nos gustan, libros, películas o canciones. Lo que sea ¿Que les parece?

Canille sonrió satisfecha y yo trate de fingir que era la mejor idea que había escuchado alguna vez.

— Esa es una mierda de idea Canille — Anther siempre se expresaba de la misma manera, bromeaba con que la mirada de su léxico eran groserías.

La teoría del caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora