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Emell

Por la mañana me levante sin ganas algunas de ir a la escuela, comenzaba a volverse cada vez más agobiante. Sospechaba que sin Anther, Canille o Nathaniel la preparatoria seria un infierno, agradecía tenerlos conmigo. 

Baje a desayunar después de haber tomado un ducha, mi abuela ya estaba poniendo la mesa así que la ayude. 

— Hoy es un día especial, no lo olvidaste ¿Verdad? 

— ¿3 de Octubre? — pensé durante un momento porque era un día especial — Oh, es el cumpleaños de Susi. 

Comencé a recordar como en cada cumpleaños yo iba a su habitación y le daba alguna golosina, realmente extrañaba eso. 

— Si, así es y se me ocurrió algo. 

— ¿De verdad? ¿Qué cosa?

— Tal  vez podría llamarle, tu madre no le negara el hablar conmigo. Le pediré que vaya a su habitación y así podrás hablar con ella.

— Eso me encantaría, pero si la descubren las dos estarán en problemas por mi culpa. 

— No perdemos nada con intentarlo cariño. 

— Esta bien, hagámoslo —trate de reprimir la sonrisa de felicidad en mi rostro. 

Mi abuela tomo el teléfono y llamo. Hablo con mi hermana durante un momento y luego me paso el teléfono a mi, estaba realmente nervioso. 

— ¿Susi? 

¡Emiiii! — al escuchar su pequeña voz no pude evitar que mis ojos se cristalizaran, limpie las lagrimas antes de que estas lograran salir. 

— Feliz cumpleaños pequeña. 

¿Emi vendrás a mi fiesta? ¿Cuándo vendrás a casa? Te extraño mucho hermano

No iría a su fiesta y probablemente nunca volvería a casa. Y la extrañaba también. 

— No estoy seguro, tengo clases hoy Susi, quizá pronto ya veras. 

Te extraño, quiero ir a la casa de la abuela para verte pero mamá no me da permiso. Creo que también te extraña porque llora mucho y siempre esta enojada, como papá, siempre esta de mal humor. Ellos dicen que ya no eres su hijo ¿Eso es cierto Emi?

— Probablemente, pero siempre seré tu hermano Susi. Algún día iré a verte y te daré tus dulces favoritos, iremos al parque como antes ¿De acuerdo?

Ya tengo 10 años, puedo subirme a las montañas Emi, ven pronto por mi hermano, por favor. 

Me quede en silencio durante un rato, escuche los sollozos del otro lado de la línea. 

— Susi —pregunte — ¿Has sabido algo de Theo?

No mucho, ya no viene por aquí, vino a buscarte un par de veces pero solo termino peleándose con papá. Creo que ahora va de la mano con un chico nuevo en el vecindario, su hermana Betty me conto que eran novios, es un chico lindo pero no tanto como tu. 

— Bien, es mejor. Ya debo irme Susi, cuídate mucho por favor. Te amo pequeña. 

Yo más Emi. Por favor, regresa pronto. 

Colgué la llamada. Las lagrimas que momentos antes me había esforzado en limpiar ahora se deslizaban libremente por mi cara. Mi abuela me miraba preocupada. 

— Lo arruine todo abuela, ¿Por qué tuvo que ser así? ¿Hice algo tan malo para merecer perder a mi familia?

— No digas eso cariño, tu no perdiste nada, ellos te perdieron a ti —limpio mis lagrimas suavemente —. Yo soy tu familia y siempre voy a serlo. Voy a estar siempre a tu lado pequeño. 

Nos abrazamos durante un largo rato. Casi siempre olvidaba parcialmente mi situación, pero cuando llegaba a mi el recuerdo aun dolía, dolía bastante. 

Me puse en camino a la escuela, tenia aun menos ganas de asistir. Antes de entrar al aula me llego un mensaje de Canille donde me avisaba que no asistiría hoy, al parecer se fugaría con Tinna, me había resignado a que este día solo iría empeorando más y más cuando una mochila calló de golpe en la butaca a mi lado. 

— Hola — dijo, reconocí la voz de Anther antes de que se sentara a mi lado. 

— Hola —respondí sin muchos ánimos. 

Se quedo en silencio y me observo durante un rato, me molestaba tanto que lo hiciera. En realidad, más que molestarme, me ponía nervioso. Sus ojos tenían un color azul bastante peculiar, un prusia quizá, no sabia con certeza las gamas de azul pero si estaba seguro que era un azul precioso. 

— ¿Tengo algo en la cara? —pregunte. 

— Estas triste ¿Paso algo?

Lo mire expectante, si  estaba triste, pero no era algo de lo que el debía enterarse. 

— Te han dicho que tienes un azul insondable en los ojos. 

— ¿Un azul que mierda dijiste? ¿Me ofendiste acaso? — su gesto de confusión me pareció gracioso y algo tierno.

— Un azul muy profundo, tanto que parece que no tiene fondo, oceánicos. 

— Ya veo, insondables — repitió con énfasis —. Bueno, pues los tuyos son bastante claros ¿Son grises o cafés? Oh si, nadie lo nadie, porque Emell es el chico mas complicado en la tierra. 

Me reí durante un rato y Anther me observo sonriendo, una sonrisa genuina. Tan bonita. 

— Son cafés, son iguales a los de mi mamá, ella decía que eran color miel. 

Supuse que mi mirada volvió a ensombrecerse o mi faz retorno a una triste porque Anther cambio la conversación de inmediato. 

— ¿Te gusto la película? —pregunto. 

— Si, mucho. Bueno, ¿A quien no le gustan los dinosaurios? 

— Es cierto, creo que hubiera sido mejor si el tipo de a lado no se hubiera estado amamantando de su novia, fue tan jodidamente incomodo. 

No pude evitar reír a carcajadas al recordar la cara de sufrimiento de Anther en el cine mientras la pareja de a lado hacia cosas indecentes junto a el. 

— Debió haber sido bueno, quiero decir, prácticamente tenia sus pechos en tu cara. 

— No fue bueno para nada, quiero decir, los pechos son lindos pero, no todos los hombres están obsesionados con ellos. 

— Quizá los chicos que son como yo no lo hacen, pero estoy seguro de que la mayoría si. A puesto a que pasas mucho de tu tiempo viendo pechos. 

El sonrió de lado con algo de sorna, ese tipo de sonrisa que era muy suya y que para ser honestos, me gustaba bastante. Luego me miro fijamente con sus ojos insondables y se acerco a mi oído. 

— Tengo mejores cosas que ver, Emell. 











Los quiero muchísimo, gracias por llegar hasta aquí. <3















La teoría del caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora