13

236 31 4
                                    

Anther

— ¿Te gusta mucho fumar? —pregunto Emell mientras yo conducía de regreso. 

La película había sido buena, la compañía también. Emell resulto ser de esas personas agradables que no decían ni una palabra hasta que la película hubiera terminado, tampoco hacia demasiado ruido al comer y reía despacio en las partes graciosas. 

— Si, me gusta bastante —Me limite a responder.

— ¿Por qué? 

— No lo se, algunas cosas simplemente te gustan y ya. 

— ¿Por qué te gustaría algo que te hace tanto daño? 

— Quizá, me gusta hacerme daño, ¿Te suena lógico?

— No — lo mire durante un instante, luego volví la vista a la carretera, sabia que no era prudente pero el puchero de enojo de Emell me resultaba tierno — Probablemente ahora te guste pero no lo hará tanto cuando tus pulmones se hagan trizas, el cigarro eventualmente te asesinara.  

— No soy tonto Emell, soy consiente, ¿Crees que me agrada el sabor? No lo consumo para que incremente mi esperanza de vida, se que no lo hará y por eso, me gusta aun más. 

— Pues no debería.

— Pues lo hace y ya. Me encanta fumar.

— Te encanta hacerte daño —dijo. 

— Me encanta hacerme daño —repetí. 

Deje a Emell en su casa cuando comenzaba a oscurecerse. Mientras regresaba a mi casa pensé en la platica anterior y sustancialmente eso me llevo a pensar en Emell. 

Emell, Emell, Emell. Era un chico complicado a veces, pero me era muy sencillo estar con el. 

No quería llegar a casa aun, quería estar solo y pensar durante un momento. Aparque el auto junto a la carretera y me baje de este. Me recargue en la puerta y saque mi cajetilla, puse un cigarro entre mis labios y lo encendí, ¿Realmente me gustaba tanto hacerme daño? quizá solo quería mitigar mi culpa de alguna manera. Cuando vi el humo perderse en la oscuridad no pude evitar sentirme muy solo, quiero decir, estaba solo, pero sabia que entre estar solo y sentirte solo había una enorme diferencia. 

¿Los chicos de 16 debían sentirse así de solos? Suponía que si aunque en realidad no sabia mucho de otros chicos de 16 años, o de otra gente en si. Me había encargado de alejar a todos, hacia un par de años que no tenia amigos ni personas con las cuales convivir así que el rápido cambio me había tomado desprevenido, aun así no quería alejarlos ni alejarme de ellos, curiosamente sentía que encajaba en ese pequeño grupo. Pero estaba asustado, constantemente sentía que siempre terminaba lastimando a la gente en mi entorno, no quería lastimarlos a ellos, en verdad no quería hacerlo. 

Fume otro cigarro, luego uno más. 

— Creo que deberíamos despedirnos, no quiero que me mates antes de que pueda disfrutar a mis nuevos amigos. 

Debí haberme visto ridículo mientras le hablaba al cigarro que estaba a punto de extinguirse. No tenia una relación estrecha con el cigarro, un aproximado de dos años pero aun así ya era bastante dependiente, considere que una despedida formal era necesaria. Tire la colilla y la pise para luego recoger el residuo y meterlo en mi bolsillo. 

Entre a mi carro y considere que tal vez debería venderlo, no tenia recuerdos muy agradables aquí así que la idea no me molestaba. Se había reproducido una canción llamada Left and Right, la melodía era bastante agradable y por alguna razón quise dejar de estar solo, imagine a Emell en el asiento copiloto cantando porque estaba muy seguro de que era el tipo de canción que quedaba con el. A Nathaniel y a Canille haciéndole coro aunque no conocieran la letra. Tenia unas ganas inmensas de estar ahí con ellos, de viajar a su lado en realidad no importaba a donde. Quería alejarme de todo con ellos a mi lado, cantando a gritos y siendo felices. 

Cuando llegue a mi casa pensé que en serio debería hacerlo, lo haría este verano. Pero primero necesitaba un nuevo auto, uno mucho mejor. 







Si han llegado hasta aquí sabes que tienes todo mi amor ¡Graciaaas!  ❤

La teoría del caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora