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Anther

Una vez que termino detención volví directamente a casa, como hacia siempre después de las clases, nunca había sido un chico de muchos planes y tampoco tenia amigos con los que salir. Cuando llegue deje mi mochila sobre el sofá y fui a la cocina a tomar un poco de jugo, mi mama estaba ahí. 

— Hola ma — la salude.

— Hola cariño ¿Qué tal la escuela? 

— Bien, supongo, detención no es del todo mala, que hay de ti ¿Qué tal la casa?

Mi mama giro los ojos para luego sonreír, me encantaba verla sonreír. La sonrisa de mi mama era probablemente de mis cosas favoritas.

— Imagino que detención debe ser genial, tienes una pequeña sonrisa desde que llegaste — señale mi cara mientras arqueaba mi cara, ella asintió — me alegra cariño, por aquí nada nuevo, solo limpie un poco. 

— Es lo que haces siempre mamá — termine por tomar una soda de la nevera — subiré a hacer mis deberes. 

— Visite a tu hermano hoy — me pare en seco al oír eso — ¿Podrías hacerlo tu también?

Voltee despacio a verla, la atmosfera se había tensado. Mi mamá tenía una mirada triste, como si de repente toda la luz en ella la hubiera abandonado, como pasaba siempre que hablábamos de esto.

— Estoy ocupado hoy, tengo muchos deberes y no se a que hora terminaré.

Quería inventar alguna otra excusa pero fue lo primero que mi mente proceso.

— Cariño, Matt nos necesita, yo sé que siempre repito lo mismo pero, hazlo por mí ¿Si?

— Lo haré — ella me miró — si lo haré mamá, iré en un rato, solo déjame cambiarme.

Subí a mi habitación y trate de ordenar un poco pero me fue imposible, ni siquiera podía ordenar el desorden que había en mi mente en ese momento. Me cambié y ordene mi cabello para luego volver a bajar, bese la mejilla de mi mamá que se encontraba bordando.

— Vuelvo más tarde ¿Si? Te quiero mamá.

— Gracias hijo, yo a ti te quiero mucho más, mil vidas más.

Sonreí al escuchar lo último y salí de la casa, subí a mi auto y comencé a conducir. "Mil vidas más" había escuchado a mis papás decir eso desde que era pequeño, nunca lo había entendido del todo pero me parecía lindo, distinto. Estacione mi carro y baje, recorrí el mismo lugar que ya conocía casi de memoria y subí las escaleras, antes de darme cuenta ya estaba frente a mi hermano.

— Hola hermanito — había empezado a llamarlo de esa manera a pesar de que el era mayor que yo.

No hubo respuesta, me deje caer en la silla junto a el. Se veía mucho mejor, con más color.

— Mírate nada más, estás más guapo hoy, no tanto como yo claro.

Lo mire detenidamente, parecía como si solo estuviera durmiendo y en cierta forma si lo estaba, solo que con el pequeño detalle de estar conectado a varios aparatos que lo mantenían con vida.

— Hace una semana entre a la preparatoria y me mandaron a detención el primer día — solté una pequeña risita — mamá dice que soy un caso pero en realidad no fue grave, fue por culpa de unos tontos. Entre ellos está Canille ¿La recuerdas? Era mi mejor amiga, también hay un chico nuevo, su nombre es Emell. Creo que no es muy listo pero sus ojos, sus ojos son algo que nunca antes había visto. Y ahí conocí a un tipo llamado Nathaniel, es gracioso y me agrada bastante.

Guarde silencio cuando caí en cuenta que el ni siquiera me estaba escuchando, no importaba que tanto le dijera el no iba a responderme.

— Te extraño hermanito, te extraño todos los días y mamá también te extraña mucho como no tienes idea. Y adivina qué, esa chica tan linda con la que dabas paseos cuando estabas en preparatoria aún pregunta por tu estado, no entiendo porque nunca la invitaste a salir, ella es realmente linda y creo que en serio le gustabas, tienes que salir de aquí para verla.

Mi vista se torno borrasa y no tenía fuerzas para contenerme, me recosté sobre su pecho y comencé a llorar.

— Prometo que si despiertas te presentaré a Emell y a Nathaniel también, son buenos chicos te agradaran. Llevas tres años de esta manera, mamá te necesita, yo te necesito. Tienes que despertar.

Una joven enfermera entro despacio a la habitación y acaricio mi hombro.

— Anther, cariño ¿Estás bien?

Limpie mis lágrimas rápido y la mire.

— Si, estoy bien Cinthia. Tengo que irme a casa ya, no se si mi mamá comió ya así que.

Me di la vuelta para volver a ver a mi hermano, bese su frente despacio y susurré en su oído.

Lo siento hermanito, lo siento mucho.

Salí del hospital y subí a mi auto, espere un momento ya que mis ojos seguían llorosos aún. Ver a mi hermano siempre me ponía mal, mi mamá y yo aún albergabamos esperanzas de que algún día el despertara, pero el llevaba tres años así y aunque parecía dar señales de mejorar el seguía sin abrir los ojos y eso me dolía bastante por diversas razones, pero la más grande era que en el fondo, yo sabía que era mi culpa.

La teoría del caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora