Título: Padre político.
Nº de palabras: 897.
Advertencia: Ninguna.Lucius suspiró ligeramente antes de levantarse de su asiento. Caminó con calma por su despacho, rodeando el enorme escritorio de madera oscura. Fingió repasar los tomos de la estantería y las carpetas que ahí almacenaba junto al resto de sus cuentas antes de mirar por la ventana. El día estaba gris y apagado, aunque el sol luchaba por asomarse entre las nubes que parecían querer descargar una tormenta primaveral. A Narcissa no parecía importarle ese detalle, ni a su hijo, ni a Granger, que la acompañaban tomando el té en un pequeño palacete que tenían en el jardín. A pesar de la distancia, podía apreciar la mano de Draco y de la señorita Granger entrelazadas y sus cabezas particularmente juntas. En ocasiones, Draco se giraba ligeramente antes de volver a mirar a su madre. Lucius suponía que dejando algún beso en el cabello de Hermione.
Ese par estaban a punto de ahogarlo en amor. Sin embargo, no podía reclamarle nada a su hijo.
La pobre muchacha... No estaba pasando por sus mejores días, por decirlo de alguna manera suave. No, desde que pudo encontrar a sus padres y devolverles la memoria sus días habían tomado unos matices tan grises como los que ese día, el cielo presentaba. Los muggles... Tampoco podía culparlos por estar asustados, aunque quisiera. No podía culparlos por temer a su hija, a la dulce niña que habían criado y amado y que sin que se dieran cuenta, les había arrebatado sus recuerdos y sus vidas. Que había jugado con sus mentes en el gesto más valiente de amor que podía imaginarse, pero que esos muggles jamás podrían entender. Él mismo, un mago experimentado, que había visto y provocado infinidad de horrores, temía en ocasiones a la dulce castaña que había encandilado a su hijo y a su esposa.
Se dió la vuelta, con el gesto endurecido y en un movimiento de varita, cerró las cortinas tras de sí antes de avanzar hacia su escritorio.
Encima de este, tan sólo había una cosa. No había plumas, ni papeles, ni muchísimo menos facturas. Un simple tubo de cristal encantado para no romperse y sellado, casi herméticamente, se erguía orgulloso. Tal vez no pudiera culpar a los muggles por temer a su nuera, pero había más culpables para los males que perseguían a la joven, casi como una maldición. Pobre chiquilla, parecía que la mala fortuna había desatado algún tipo de obsesión hacia ella y que no importaba cuánto intentara deshacerse de ella, esta prevalecía.
Lucius había tenido suficiente de ese circo.
Había tenido suficientes lágrimas y suficientes gritos. Habían alcanzado un punto en el que Hermione no sabía qué más hacer. La chica difícilmente lograba conciliar el sueño, o simplemente relajarse en compañía de su familia. Draco tampoco sabía qué más hacer para ayudarla, y Narcissa comenzaba a plantearse el acudir a algún medimago. Y Lucius... Él decidió que era momento de tomar cartas en el asunto.
Arrugó su nariz cuando por sus pensamientos cruzó aquella frase muggle. Por mucho que se hubiera acostumbrado a Hermione no terminaba de acostumbrarse a ser él quien dijera esas expresiones.
Tomó el tubo entre sus dedos, tratando de no tocarlo demasiado, y lo balanceó con cuidado. El insecto del interior de golpeo contra las paredes de vidrio un par de veces, antes de volver a descansar en la parte inferior del objeto. No tenía energías para seguir volando, aunque hubiera sido alimentado. No cuando había pasado en aquel claustrofóbico lugar la última semana, intentando escapar. Lucius sonrió divertido ante ese hecho.
— Esto es lo que vamos a hacer- comenzó, situando el tubo a contraluz para poder apreciar del todo el insecto.- Voy a abrir el tubo, va a salir y lo primero que va a hacer es preguntar cómo puede ayudarme. ¿Me he explicado correctamente?- El insecto no se movió, lo que provocó que el hombre golpeara sin delicadeza el vidrio, borrando totalmente su sonrisa.- Sabe muy bien lo que ocurrirá si la respuesta no es la que busco.
Esperó un par de segundos en los que, mentalmente, comenzó una cuenta atrás. Realmente, su plan requería de la colaboración de ese... Ser. Pero él era un Malfoy, un slytherin y también un padre preocupado. Sabría adaptarse y modificar su plan en caso de que ese insecto decidiera que era preferible ser comida para pájaros antes que ayudarle a conseguir lo que se proponía.
No fue necesario.
Cuando el tres de su cuenta atrás llegó a su mente, el insecto elevó el vuelo, subiendo y bajando en una línea recta. Volvió a sonreír, perfectamente educado, y tomó asiento detrás de su escritorio.
— Ha tomado una decisión muy inteligente, querida- exclamó abriendo el tubo.
El escarabajo elevó el vuelo de nuevo, saliendo de su no tan improvisada prisión. Dió un par de vueltas, aprovechando para moverse todo lo que no había podido hacerlo en una semana, antes de tomar de vuelta su forma humana.
Lucius no disimuló su disgusto ante esa mujer. Con el cabello rubio despeinado y las ropas algo desarregladas, Rita Skeeter tomó asiento delante de su captor tratando, sin éxito, no mostrarse tan intimidada como verdaderamente se siente. A pesar de ello, su espalda seguía recta en el asiento y miraba fijamente a Lucius, quien tampoco apartó la mirada, a pesar de que comenzaba a sentir cómo su paciencia estaba por agotarse.
— ¿Cómo puedo ayudarle, señor Malfoy?
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Colección Dramione
FanficColección de momentos, escenas, diálogos y pensamientos dramione llena de te quieros, te extraño, y otras cursiladas por el estilo. Actualizaciones lentas. Algunos de los capítulos se encuentran relacionados con otras de mis novelas, publicadas o...