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Título: My little one.
Nº de palabras: 650.
Advertencia: A.U. No Magic. Estoy pensando en alargar esto a modo de mini historia, algo así como ocurrió con "Mi hijo" ¿qué os parecería?

 Estoy pensando en alargar esto a modo de mini historia, algo así como ocurrió con "Mi hijo" ¿qué os parecería?

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Cuando Draco llegó a casa aquella tarde, nadie salió a recibirlo. Revisó su reloj, percatándose de que si bien Scorpius estaba en natación, Hermione debía estar en casa. Aquello era extraño, pero tal vez estaba asistiendo a un juicio que se había alargado más de la cuenta o tenía demasiado papeleo en el despacho. Sabía que no le gustaba llevarse el trabajo a casa, no desde que habían empezado a vivir juntos cinco años atrás.

Decidió disfrutar del silencio que la casa ofrecía sin las voces de Scorpius o la música de su pareja y dejó el abrigo y los zapatos en la entrada, antes de ponerse las zapatillas, grises y cálidas, que le habían regalado en Navidad. Comenzó a aflojarse la corbata y desabotonar su americana mientras caminaba hacia su habitación, pero un ruido le detuvo de continuar avanzando. Había alguien más en la casa. Alguien que no debía estar ahí. Tanteó con su mano sus bolsillos para tomar el teléfono, hasta que se percató de que hacía una semana habían dejado las llaves al hermano de Hermione para que regara las plantas mientras ellos se iban el fin de semana. No podía alertar a la policía por una falsa alarma, así que con el teléfono en una mano (por si al final sí era necesario) y un pesado jarrón en la otra, continuó avanzando.

Al parecer Hermione sí estaba en casa. Más concretamente, a los pies de su cama, sentada en el suelo. Lloraba tan amargamente que a Draco se le heló el corazón. No recordaba haberla visto nunca así.

Hermione era la mujer más fuerte que había conocido. Su hijo solía decir, sin falta de razón, que era la persona más valiente del mundo. La vida no había sido amable con ella, pero poco le había importado. Ella siempre salía adelante, con la cabeza alta y los hombros cuadrados, sin ningún miedo a lo que estaba por venir. Era decidida, y correcta, y luchaba por lo que era justo. Era la que mataba las cucarachas en la casa, aunque fueran voladoras. Y ahora... Ahora no parecía ella. Parecía tan indefensa que dolía. Dolía porque no sabía qué hacer para ayudarla.

— Ey- llamó. Hermione se asustó, y soltó una exclamación que no sabría cómo calificar.— Granger, ¿qué ha pasado?

Ella se dió la vuelta para enfrentarlo, pero no se molestó en ponerse de pie. Ni tan siquiera se molestó en enderezarse. Sólo se apartó las lágrimas para que casi instantáneamente, otras nuevas cubrieran sus mejillas y señaló con la cabeza el colchón. Draco se sentó a su lado con cuidado, asegurándose de rodear su cuerpo con uno de sus brazos mientras ella se deshacía en lágrimas sobre él. Besó su cabello e intentó calmarla de todas las formas que se le ocurrió, pero ninguna parecía funcionar. Ella lucía inconsolable y devastada y él, comenzaba a sentir cómo se le escapaba la situación.

Levantó la mano libre hacia el colchón, asegurándose de tener a su pareja bien sujeta a su lado, como si pudiera descomponerse en millones de pedazos si aflojaba un poco más su agarre. Tomó el sobre que descansaba encima de la cama asustado, y entonces, se percató de que Hermione ya lo había abierto, a pesar de que iba dirigido a él.

"Jdo. 2A. Inst. E. Instrucción N.1"

— ¿Qué demonios...?

— Es una citación- sollozó Hermione. Si la situación hubiera sido otra, Draco se hubiera burlado de esa necesidad casi patológica de informar acerca de lo que ella sabía y él no.- El catorce, a las dos- pudo apreciar cómo ella hacía su mayor esfuerzo por detener su llanto y poder hablar, pero no daba grandes resultados. Supo también que debía lucir tan aterrado como en verdad se sentía porque sintió sus manos frotando su espalda.

— ¿Qué...?

— Quiere quitárnoslo- sollozó ella sin poder evitarlo.- Mi pequeño... Ella...

Volvió a romper a llorar. Y con ella, él también.

Colección DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora