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Título: Quidditch, accidentes y dragones.
Nº de palabras: 1184
Advertencia: Ninguna

Nº de palabras: 1184Advertencia: Ninguna

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Sí, era una buena idea. Los accidentes ocurren, ¿verdad? Son algo habitual en los partidos de quidditch. Las bludgers vuelan de un lado a otro, y al desviar el quaffle no siempre se puede dirigir correctamente la trayectoria para que sea segura. Un accidente más no haría la diferencia, no sería algo extraño.

Sí haría la diferencia para él. Estaba harto de Draco Malfoy, y no creía haberlo odiado con tanta intensidad jamás. Siempre había sido un niñito de papá repelente y malcriado, pero ahora, ese niñito de papá repelente y malcriado se había robado al amor de su vida. Vale, no era bueno para demostrar sus sentimientos, y sí, había cometido infinidad de errores, ¡pero Malfoy también! Errores mucho peores, y ella simplemente había comenzado a salir con él a mediados del año escolar. Lo único que agradecía, era que Hermione y Malfoy no eran especialmente cariñosos. No se tomaban de las manos, o iban abrazados a todos los sitios, y eso, le ayudaba a creer, al menos durante un tiempo, que aquello no era real y que aún tenía una diminuta oportunidad, que aún podía realizar un movimiento.

No lo hizo, claro que no.

Antes que su interés amoroso, Hermione era su amiga, su mejor amiga, y aunque fuera un él no era la persona más delicada y observadora del mundo, se había dado cuenta de que era feliz así. Y aunque odiara admitirlo, Malfoy se estaba comportando como una persona normal y no un capullo integral desde el comienzo del curso. No podía hacer nada en contra del dichoso hurón, por mucho que quisiera, porque sabía que ella se enfadaría con él, y eso era lo que quería evitar. Confiaba en que algún día dolería menos, conocería a otra mujer de la que se enamorara y todo eso quedara en un recuerdo gracioso del que todos se reirían con el tiempo. O en el mejor de los casos, ambos se separarían y él pasaría de ser el mejor amigo a la pareja oficial. No creía que eso último fuera a ocurrir, no después de ver cómo el hurón se reveló contra su padre o cómo Hermione había amenazado a Finnegan, pero aún podía soñar. Y en ese tiempo, apoyar lo mejor que pudiese a su amiga, aunque ambos evitasen el tema.

El problema estaba en que ayer, mientras Harry y él buscaban a Hermione para que les ayudara con su tarea de encantamientos, los había visto besarse a las orillas del lago negro. Técnicamente no había nada malo en ello, pero la oscuridad, el agua, y el beso que ambos compartían le recordó demasiado a su intento fracasado de beso en la cámara de los secretos y la vergüenza que les supuso a ambos estar cerca los siguientes tres días, después de que ella lo rechazara. Se sentía tan humillado... Tan ridículo, que en aquel momento, en medio del partido Slytherin-Gryffindor, le pareció una gran idea desviar el quaffle hacia el rubio causante de sus desdichas para darle un pequeño golpe. Había sido un amigo ejemplar, y se había comportado con mucha madurez pero quería, no, necesitaba, hacer algo.

No contó, sin embargo, con que en aquel momento el slytherin se pusiera de pie sobre su escoba, dispuesto a atrapar la snitch y otorgar así la victoria a su equipo. No contó, sin embargo, con que no le daría un leve golpe en el hombro, sino en la pierna, lo que le desestabilizaría por completo. No contó tampoco con que Malfoy no podría agarrarse de su escoba, lo que le haría caer hacia el suelo. Mucho menos contó con que ningún jugador actuaría, quedándose igual de paralizados que él ante lo ocurrido.

— ¡Accio Nimbus 2001!- escuchó, reconociendo al instante a la dueña de la voz.

Hermione no lo había pensado demasiado. De hecho, estaba seguro de que ni siquiera lo había pensado. En su lugar, había saltado entre la gente y las gradas hasta llegar al borde, con la varita en la mano derecha, antes de saltar, causando más de una exclamación.

La escoba se había puesto justo debajo de ella mientras aún estaba en el aire, y casi al instante, la vió lanzarse hacia el rubio, que aún estaba cayendo, cada vez más cerca del suelo. Hermione volaba bastante rápido, y cuando se vió lo suficientemente cerca del rubio, volvió a lanzar un encantamiento, esta vez hacia Draco, cuya caída se realentizó al instante, dándole el tiempo suficiente de llegar hasta él y que se sujetase a su propia escoba. Una vez que él estuvo sobre la misma, tomó el mando, descendiéndolos hasta el suelo, mientras el resto del alumnado, aplaudía. Los jugadores que aún había en el aire descendieron también, Slytherin para comprobar el estado de su capitán y Gryffindor por órdenes de Harry.

— Eres una inconsciente, Granger- escuchó Ron mientras veía cómo Malfoy tomaba por los hombros a su novia, que se libró en un ademán.- ¡Podías haberte matado!

— Oh lo siento- repuso ella, irónica.- Lamento mucho haber evitado que te hicieras puré contra el suelo.

— ¡Has saltado desde las gradas!

— ¡Y no me ha pasado nada!

— Tan asquerosamente gryffindor...

— Tan asquerosamente slytherin...- respondió ella, cansada de la situación.- ¿Tan difícil es decir "gracias"?

— Está bien, gracias- contestó el rubio, llevándose las manos a la cara.- Pero que ni se te ocurra volver a hacerlo.

— Hermione es imprudente cuando se trata de su propia seguridad- repuso Harry, llegando al lado de la pareja. Hermione simplemente rodó los ojos, murmurando que ambos eran unos exagerados.- Pero, ¿dónde has aprendido a volar así? Creí que no te gustaban las alturas. Si lo llego a saber, te hubiera reclutado para...

— Ni lo sueñes, Harry. Odio las escobas y no, no me gustan las alturas.

— ¿Entonces...?

— Medidas desesperadas, situaciones desesperadas- exclamó encogiéndose de hombros. Parecía que todo el mundo había olvidado el partido, ya que los jugadores simplemente se conglomeraban en el lugar donde se estaba desarrollando la conversación.- También he volado en dragón, y eso no hace que quiera repetir la experiencia, ¿recuerdas?

— ¿Has volado en dragón?- interrumpió Zabini, con los ojos muy abiertos.- Tienes que contarme esa historia.

— Tal vez en otro momento- interrumpió Malfoy, poniéndose delante de la chica.- Has jugado lo suficiente a la heroína por hoy, vuelve a la grada, y observa cómo voy a aplastar a tus amiguitos...

Malfoy sólo la estaba provocando. Lo supo en cuanto apreció su sonrisa ladeada y la forma que tenía de acariciar la cintura de ella, que por un instante, levantó la barbilla orgullosa. No duró más de un par de segundos, cuando comenzaron a silbar a su alrededor y ella tomó, al fin, conciencia del dónde se encontraban. Su rostro entero se volvió rojo, y se despidió torpemente, antes de salir del campo con toda la dignidad que le quedaba.

— Tenemos un partido que terminar, Potter- habló, una vez que se había asegurado que Hermione estaba fuera del lugar. Extendió la mano, y un par de segundos después,Harry la aceptó.

— Intenta no estar al borde de la muerte esta vez. A Herms no le gustaría.

— A mis huesos tampoco.

Colección DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora