Cap 1 | Intrusa

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Anne se había tirado a su cama, no sin antes dejar su mochila al lado de la puerta y de saludar a sus padres y su gata Dominó, por su puesto.

Estaba pensativa, mirando el techo. Su gata que la había seguido alegre desde que la morena había llegado a la puerta de la casa, se le tiro encima y empezó a amasar sus patitas en la barriga de su dueña mientras ronroneaba.

— Dominó, te cuento que encontré a una chica muy pequeñita hoy día.

Ella pudo ver que el animal peludo se ponía atento a sus palabras y como si le dijera que siguiera contándole su hallazgo, maulló bajito.

Anne sonrió y continuó hablando.

— Ella estaba robando un pan, creo que tenía demasiada hambre, su ropa estaba un poco sucia y... Parecía perdida...

La morena calló por un momento, acariciaba a su mascota tranquilamente. Analizó sus propias palabras. Entonces, si ella está perdida, de seguro que tenía hambre, por eso se llevó el pan... "Ohhhh" Ahora todo tenía sentido.

¿Pero como creer eso? Apareció como desapareció así de la nada... ¿Si quiera existen criaturas diminutas como ella?

Tocaba investigar.

Agarró a Dominó por sus costados y sentándose en la cama la colocó a la altura de sus ojos aún agarrándola. Éste miraba a la morena con cariño y los ojos ligeramente entrecerrados, mostrando así su comodidad con ella.

— Dominó, si ves a alguien como yo pero al tamaño de una rata, me la traes ¿Ya? — dijo sonriente y un tono infantil.

Su gato solo abrió su boca, pero de allí no salió ni miau.

— Bien, buena chica... Pero no muerta, si es que estás pensando en cazar.

La gata solo emitía un tierno sonido de su garganta, moviendo la cola levemente.

Anne la dejó a un lado de la almohada recostada. Se levantó de la cómoda cama seductora que la hacía querer echarse ahí de por vida. Pero el deber llamaba; ayudar con las cosas del hogar si hablamos específicamente.

Algo llamó la atención de la morena antes de salir de aquel cuarto repleto de posters de los "BTGays", nombre que inventó por gays. Su mochila se movía de un lado a otro, ese movimiento provenía de sus adentros.

Que raro, ¿Su mochila poseída? Nah.

Miró fijamente el cierre del morral, preguntándose qué cosa había allí dentro, se agachó y empezó tirar de él lentamente, tenía esa gran intriga en su ser, que por un momento dejo de respirar. Cuando estuvo la mochila abierta, dirigió sus ojos en el interior de la ésta y vio una cabellera, oscura como la noche.

Era esa pequeña criatura, la cual salió de un salto de entre los cuadernos asustando a la tailandesa, que por instinto se tiró para atrás pensando que su cara sería el blanco a atacar de la azabache. En cambio, ésta solo se fue corriendo aprovechando que la puerta de la habitación estaba abierta.

— ¡Dominó! ¡E-es ella! ¡Síguela!

Ordenó a su gata apuntando por dónde habría escapado la pequeña.
El animal ni se inmutó, manteniéndose postrada encima de la cama como una reina.

Pequeños problemas || Marcanne Donde viven las historias. Descúbrelo ahora