Capítulo 2

618 75 8
                                    

-Y-Yo... Lo... Lo siento...- Balbuceó en un estado leve de shock.

Hace unos minutos que había recuperado la consciencia y nuevamente despertó boca abajo en el suelo, supo enseguida que había perdido el control de su cuerpo otra vez y cuando elevó su mirada del color del cielo, sus ojos se abrieron enormemente con temor. Notó que había varias personas formando grandes charcos de sangre, pero aquello no fue lo que lo asustó, sino al ver detrás suyo a su hermano menor respirando agitadamente y con varios cortes repartidos en varias zonas de su cuerpo y rostro.

Si fueran otras circunstancias entendería que al estar batallando con una banda enemiga sería normal que su menor estuviera en tal estado, pero el rubio con terror se alejó de su consanguíneo para mantener la distancia.

Porque aquel cuchillo en el piso a un lado de su cuerpo le daba a entender que aquellas heridas en el rubio cenizo fueron provocadas por su propia mano.

-¡Toni! Estás de vuelta- El rubio cenizo suspiró con alivio mientras intentaba acercarse al mayor pero este volvía a retroceder con miedo.

-N-No te a-acerques- Pidió titubeante levantando su mano en un gesto para que se detuviera y dejara de avanzar hacia él.

-Venga Toni, hay que salir de aquí- Insistió sintiendo una punzada al percibir el toque de temor en los ojos celestes del nombrado.

Sabía perfectamente que el rubio no estaba asustado de él, sino de aquel maldito ser que vivía en su interior.

-Toni, luego hablaremos pero ahora hay que salir, la Policía llegará en cualquier momento- Informó consiguiendo tomarlo del brazo y así obligarlo a que se pusiera de pie.

Los orbes claros del más alto inspeccionaron el estado del rubio, torció sus labios al ver los ojos contrarios desorbitados y como parecía ido de la realidad, así que afianzó su agarre en el ante brazo de su mayor y con pistola en la otra mano empezó a correr para huir del lugar, ya que como bien había dicho las sirenas comenzaban a oírse.

Mientras el rubio cenizo corría escondiéndose entre callejones para huir de la policía, el rubio mayor simplemente se dejaba arrastrar por el más alto, seguía en un estado perdido en el momento menos oportuno ya que de vez en cuando tropezaba y si no fuera por el firme agarre del menor se hubiera ganado varios golpes y raspones por las caídas. Aunque al seguir de esta manera fue un obstáculo para escapar, ya que en uno de esos callejones los patrullas consiguieron taponarles ambas salidas, Carlo chasqueó la lengua con molestia, habían estado tan cerca de lograrlo pero ahora estaban rodeados de agentes que les apuntaban con armas, y queriendo evitar una desgracia soltó a su consanguíneo y levantó sus manos en señal de rendición.

Rápidamente los oficiales se acercaron y los esposaron para después meterlos en la parte trasera de uno de los patrullas, una vez que los tuvieron en la parte trasera se dispusieron a abandonar la zona, llevándolos rumbo a la comisaría.

-¿Qué creen que hacen, eh? No recuerdo haberlos visto por aquí- Dijo uno de los oficiales dándoles una rápida mirada al par.

-¿Nuevos y ya se andan metiendo en problemas?- Interrogó el que iba conduciendo negando levemente con su cabeza.

Fueron unos minutos de viaje, el mayor de los Gambino continuaba con su vista perdida sobre sus rodillas mientras sus manos temblaban levemente, entre tanto el cenizo iba en todo momento con sus ojos sobre la ventana observando como había algunas cosas que cambiaron en aquella ciudad y como muchas otras se mantenían igual.

El patrulla se detuvo en la parte trasera de la comisaría y antes de bajar, el menor posó su mano sobre la pierna del rubio consiguiendo sacarlo de su ensimismamiento y que lo observara, para darle una pequeña sonrisa en señal de apoyo que el mayor correspondió.

La Nostra GrandezzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora