Capítulo 10

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-¿Qué están haciendo?- La voz potente del castaño con algunas canas en su cabello resonó en la sala de aquel taller.

-Estos intrusos entraron armados y abriendo fuego a nuestros hombres, señor ¿Qué hacemos con ellos?- Respondió uno de sus hombres sosteniendo por un brazo al mayor del dúo que capturaron, tirándolo hacia el frente para que su jefe lo viera mejor.

-Déjenlos- Simplemente ordenó con su presencia imperturbable, dejando asombrados a algunos de sus hombres.

-¡Pero señor!- Intentó refutar otro dando un paso al frente, pero se interrumpió a sí mismo cuando el jefe puso su atención en él.

Sólo bastó una clara mirada filosa y pesada por parte del más poderoso de la sala para que el hombre enmudeciera y tomara una postura más obediente ante su jefe, terminando por acatar la orden sin emitir ninguna otra queja.

Una vez liberados ambos jóvenes, el más alto de ellos llevó rápidamente su mano a su hombro izquierdo, donde antes le habían disparado alguno de aquellos sujetos, mientras que el restante simplemente se quedaba con sus orbes celestes oscurecidos y perdidos en algún punto del gris suelo del recinto.

-Lleva a tu hermano al hospital- Habló nuevamente el hombre castaño de orbes celestes en dirección al rubio, pero enseguida se dio cuenta de que éste estaba ido seguramente en sus pensamientos, así que elevó un poco su grave voz consiguiendo por fin la atención de su primogénito. -¿Me estás escuchando, Toni? ¡Ve!-

El nombrado salió de su ensimismamiento no al escuchar aquel nombre por el cual fue llamado, sino por la fuerte voz del señor Gambino al darle aquella última orden, miró en completo silencio y sin expresión alguna a la cara a cada uno de los allí presentes hasta terminar en la del rubio cenizo, para darle un movimiento de cabeza en señal de que le siguiera para salir de aquel taller.

-Pad... Señor- Llamó el menor de los hermanos a su progenitor antes de dar media vuelta y seguir la figura de su consanguíneo. -Hay dos sujetos que son amigos nuestros, estaban escondiéndose aquí- Informó mirando dubitativo al hombre, quien le devolvió la misma mirada celeste pero con seriedad.

-De acuerdo, me encargaré de ellos, ahora fuera de aquí- Respondió dándole la espalda comenzando a dictar órdenes a un par de sus hombres.

Al dar por finalizada la conversación el par salió con la idea en mente de ir al hospital tal y como el señor Gambino lo había dictaminado, mientras que algunos de los hombres de la mafia se quedan hablando entre sí observándolos salir y otro refunfuñando por tener que limpiar el camino de sangre en el suelo que dejaba el rubio cenizo por donde iba.

-¿No creen que el jefe se está volviendo blando? ¡Les perdonó la vida así como así!- Dijo el mismo que anteriormente iba a contradecir la orden del Don de la mafia con un tono de rencor en su voz. -Si por mi fuera les hubiera metido un tiro entre ceja y ceja apenas los atrapamos-

-Si hicieras eso el próximo con una bala en la cabeza hubieras sido tu- Contestó de inmediato uno de los más antiguos miembros de aquella organización.

-¿Qué quieres decir?- Preguntó confundido, después de todo hacía no mucho que él junto a otros más se habían unido a la rama principal de esta mafia.

-A menos que quieras problemas con el Don, te recomiendo que no te metas con esos muchachos- Le advirtió con una ligera palmada en el hombro para después voltear y seguir al jefe, con la idea de recriminarle el no haberle informado que sus sobrinos estaban en casa.

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Normalmente su cabeza siempre estaba llena con ideas que parecían ser torbellinos de caos y destrucción, pero esta vez algo era diferente, no estaba pensando en matar o destruir, simplemente estaba perdido en su mente mientras esperaba en el parking del hospital, hace unos minutos que habían llegado y el molesto cenizo de ojos celestes se había adentrado en la enorme edificación, dejándolo a él solo en el auto pensando en lo que había pasado  cuando entraron en aquel taller y tuvieron la contienda con aquellas personas. Él, escondido en lo profundo de la mente del primogénito de los Gambino, observó como el par estaban disparando contra aquellos sujetos, entonces una emoción empezó a burbujear en su interior.

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