Capítulo 12

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Parpadeó un par de veces hasta conseguir abrir completamente sus ojos y adaptar su vista a la oscuridad donde se encontraba, frotó con sus puños sus párpados pensando que aún seguía dormido, pero al volver a abrirlos seguía con el mismo panorama, oscuridad total. Soltó un grito asustado al notar como su mano se elevaba por sí sola y chasqueaba sus dedos ocasionando que algunas lámparas se encendieran en aquel sitio, pudo ver mejor que estaba en un tipo de túnel subterráneo, con varias vigas de madera sosteniendo el extenso camino con rieles, al parecer estaba en una mina. De pronto su cuerpo volvió a moverse por si solo, esta vez fue su cabeza la que giró para ambos lados encontrando varios cuerpos manchados con sangre y algunos incluso con alguna parte desmembrada, empezó a entrar en pánico y no le ayudó mucho cuando en aquel lúgubre lugar se empezó a escuchar una risa maniática rompiendo todo el silencio.

-¿¡Qué hiciste!?-

-No, no, no Toni~ La pregunta es... ¿Qué fue lo que hiciste tu?- Respondió aquella voz tétrica con un tono cantarín y dándole énfasis a sus últimas palabras, para después controlar nuevamente su cuerpo y obligarle a voltear.

Cuando el cuerpo del italiano se giró por completo se quedó completamente paralizado, sus ojos se ensancharon tanto que parecía que en cualquier momento se saldrían de su lugar.

Estaba de pie frente a aquella elegante habitación con la puerta blanca totalmente abierta, dejando a la vista la cama donde solía descansar una rubia mujer de orbes verdes sobre las sábanas blancas, pero esta vez aquellas mantas tenían un nuevo color carmesí. El aire se fue de sus pulmones al ver el frágil cuerpo de su madre sobre el colchón con rastros de sangre en su abdomen, su pecho no se movía en señal de que estuviera respirando, ninguno de los dos lo hacía, ni su madre y tampoco su ensangrentado padre tirado a un lado de la cama con varias cortadas en sus extremidades. Ambos daban la imagen se haber sido apuñalados. Entonces con ese pensamiento fue cuando recién se dio cuenta de que su mano izquierda sostenía un objeto, bajó su mirada con miedo y pudo ver un cuchillo de tipo militar con el filo totalmente bañado de un líquido carmesí que incluso las gotas de sangre no paraban de caer manchando el suelo.

-Tranquilo Toni, esto no fue lo único que hiciste- Habló nuevamente el payaso con malicia obligándole a ver esta vez su mano derecha, donde tenía una pistola.

Con inseguridad elevó su rostro encontrándose con otro escenario esta vez, ya no estaba en el cuarto de sus padres, se encontraba en el pasillo de las habitaciones completamente a oscuras, hasta que una puerta bastante conocida se abrió lentamente con un rechinido. Sin tener autoridad de su cuerpo, sus piernas se movieron por si solas llevándolo hacia aquella parte, intentó detenerse pero sus pies sin obedecer le obligaron a cruzar el marco de la puerta.

Se extrañó de no encontrar nada fuera de lo normal, todo estaba acomodado como siempre, incluso el dueño de aquella habitación se encontraba allí sentado en una silla descansando con su cabeza contra un escritorio de madera. Pasaron unos segundos y mas que relajarse de ver casi todo normal, su cuerpo se tensaba cada vez más y terminó por invadirlo el terror cuando vio que gotas carmesí comenzaban a deslizarse por el respaldar de la silla hasta llegar al suelo creando un charco rojizo con aquel líquido vital de la persona allí sentada.

Se paralizó cuando una figura lo atravesó como si fuera un fantasma, asombrándose de ver que aquella silueta se veía exactamente como él. Lo vio caminar con tranquilidad hasta el cadáver en la silla y proceder a empujar fuertemente hasta dejar que tanto el mueble de madera como el cuerpo quedaran en el piso justo a los pies del Gambino. Un revoltijo se formó en el estómago del rubio italiano casi obligándolo a vomitar, sus ojos celestes empezaron a formar gruesas y cristalinas lágrimas que se deslizaban cargando con todo su dolor.

-¿Carlo...?-

-Esta es la ley del más fuerte, Toni- Dijo aquella figura parecida a él sólo que tenía maquillaje de payaso, sonriendo con burla y diversión.

No aguantó más y cayó de rodillas junto a aquel cuerpo vestido de manera elegante, con sus cabellos cenizos manchados con hilillos de sangre, vio claramente el hueco de una bala en la frente dando a conocer qué fue lo que le ocurrió. Desde lo profundo de su garganta soltó un grito desgarrador, vio aquellos orbes claros que recordaba siempre tan vividos, emocionados y con pizca de diversión, ahora completamente opacos, sin vida en ellos.

Habrán sido minutos o quizás horas las que pasó llorando por su familia y escuchando la burlesca y tétrica risa del payaso, pero de golpe todo se quedó en completa calma. Escuchó una voz tararear la canción que su madre le cantaba de pequeño, provocando que viajara al pasado donde solía compartir habitación con su hermanito y su padre estaba allí frente a ellos arropándolos, recuerda que muchas veces solía tener reuniones importantes, pero nunca les fallaba a sus hijos en taparlos para dormir, aunque eso significara llegar tarde a sus reuniones. Mientras el señor de la casa se despedía de sus hijos, su madre se quedaba sentada a un lado en el colchón acariciando sus cabellos y cantándoles tiernamente para que tuvieran dulces sueños.

De repente escuchó aquella melodía distorsionarse en una voz cansada, adormilada y mas ronca que la serena y tranquilizadora de su mamma, todo se volvió completamente oscuro pero aquel tarareo continuó incluso cuando abrió sus ojos perezosamente consiguiendo despertar de su sueño. Rápidamente giró a su costado izquierdo encontrándose con una figura recostada a su lado, su forma adormilada de tararear le daba indicios de que en cualquier momento esa persona caería a los brazos de Morfeo. Con rapidez prendió la lámpara a su lado y volvió a voltear viendo mejor el rostro calmo de su hermano, quien frunció un poco el ceño por la invasiva luz que intentaba colarse a través de sus párpados.

-¿Hace cuánto tiempo que estás aquí, Carlo?- Interrogó en voz baja y con curiosidad

-Hace un rato- Fue lo que balbuceó como respuesta el cenizo cortando su tarareo.

-¿Qué haces aquí? ¿No podías dormir?-

-Te escuché llamarme- Respondió con simpleza y cansancio, apenas entendiéndose lo que decía.

-¿Cómo?- Se extrañó, que él recordara nunca se quejaron de que hablara dormido así que imaginaba que no lo hacía.

-Después hablamos, vamos a dormir- Dijo en un quejido, volteando a darle la espalda a su mayor para evitar la luz de la lámpara y poder dormir.

-Bien, descansa- Se resignó, acomodándose nuevamente sobre el colchón.

-Igual tu- Pronunció casi imperceptible. -Y no llores más, por favor-

El mayor de los hermanos se asombró llevando de inmediato sus dedos a sus mejillas y efectivamente, éstas estaban con un rastro húmedo por las lágrimas.

Sonrió levemente en dirección a su consanguíneo, apagó el velador a un lado de la cama y se dispuso a dormir, esta vez en calma por la paz que le había podido transmitir su menor con su presencia.

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-Jefe, tenemos información para apoderarnos del negocio Gambino, por fin podremos deshacernos de él y usted podrá ser el nuevo Don de esa poderosa mafia-

-¿Finalmente cometió un error?-

-De hecho encontramos un posible punto débil, parece ser que ese serio y frío viejo tiene a dos jóvenes que estima-

-Interesante... Finalmente podremos dar marcha al plan-







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La Nostra GrandezzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora