Capítulo 8

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La familia Gambino se encontraba en el comedor, todos sentados alrededor de la mesa comiendo tranquilamente, aunque de vez en cuando el señor y la señora Gambino intercambiaban miradas preocupadas por el ambiente incómodo y extrañamente silencioso que sus dos hijos creaban por la tensión en sus rostros y sus movimientos a veces torpes.

-Disculpen la interrupción- Todos voltearon a ver al canoso hombre que había entrado al comedor pero enseguida los menores agacharon la mirada a sus platos para terminar de comer. -Los capos de la organización convocaron una reunión y solicitan su presencia, señor Gambino- Terminó por informar y así de rápido como había entrado, salió despidiéndose con un leve movimiento de cabeza hacia los menores y la señora de la casa.

-El trabajo llama- El jefe italiano suspiró y se levantó de su lugar para aproximarse a su esposa y despedirse con un cariñoso beso. -No hagan renegar a su madre- Advirtió con su característico tono serio pero con una diminuta sonrisa en sus labios y con aquellas últimas palabras salió dejando a su mujer con sus hijos.

Al terminar todos de comer pasado varios minutos, Toni se levantó de su lugar yendo directamente hacia su madre con la tarea de ayudarla a llegar a su cuarto para que descansara, mientras que Carlo acomodaba y limpiaba todo lo utilizado en el comedor, luego los alcanzaría.

-Toni, cariño ¿Qué te aflige?- Preguntó con algo de cautela la mujer tomando con un poco de fuerza la mano del nombrado para no perder la estabilidad.

-Estoy bien, no te preocupes- Respondió de forma automática, posando su brazo libre por detrás de la espalda de su progenitora, estando más atento a llegar a la recámara de su madre sin que ella perdiera el equilibrio por su estado débil.

-Toni- Llamó la mujer en un tono de reproche, viéndole a los ojos pero los celestes del rubio parecían no querer juntarse con los verdes de ella. -Sabes perfectamente que mentir no te funciona conmigo- Inclinó un poco su cabeza hacia delante para atraer su atención pero el chico volteó su rostro al lado contrario. -Puedes confiar en mamá-

Aquellas palabras con el tono tan sereno y preocupado de su madre consiguieron que el semblante indiferente del joven italiano flaqueara un poco, pero de igual forma se contuvo y siguió guiando a la mujer hasta llegar finalmente frente a la puerta blanca, la abrió y le dio el paso a la dueña de la casa. La acompañó hasta que la de orbes esmeraldas consiguió sentarse sobre el colchón y sin querer mirarla volteó para salir rápidamente de allí, pero un suave agarre sobre su muñeca se lo impidió, giró solo un poco su cabeza para lograr mirar de reojo el angustiado rostro y los ojos llorosos de la mujer. Entonces suspiró derrotado.

-Tengo miedo mamma- Confiesa bajito volteando nuevamente su cabeza para no tener que mirar más esa expresión en su querida madre. -Estoy muy asustado de lo que puedo llegar a hacer... No quiero hacerles daño-

-Ven aquí cariño- Palmeó el lugar a su lado y como el contrario parecía no querer moverse, tironeó un poco de su muñeca consiguiendo que el menor hiciera lo pedido. -¿Por qué piensas eso?-

-Últimamente hago cosas que sólo lastiman a las personas que quiero- Murmuró con una voz tan titubeante que parecía que en cualquier momento se rompería.

-Tú nunca podrías lastimar a alguien porque si, Toni- Con suavidad posó una mano sobre la mejilla del de ojos celestes intentando transmitirle tranquilidad. -Eres una buena persona a pesar del ambiente en el que te rodeaste toda tu vida. Mi niño, eres una persona de buen corazón que cuida y ama a los suyos- 

Una risa irónica salió de los labios del rubio y con algo de molestia, no hacia su madre sino hacia sí mismo, aparta la cálida mano de la mujer de su mejilla.

-No lo creo...- Responde apretando fuertemente sus manos. -¿Sabías que por mi culpa casi pierdo a Carlo, para siempre? Eso jamás lo permitiría alguien que proteja a los suyos-

-¿Cómo?- Pronunció llevando sus manos hasta su boca asombrada.

-Sí... No le contamos todo a papá y a ti- Comentó con seriedad, alejando nuevamente su vista de los ojos esmeraldas de la mayor. -Fue por culpa de mi estúpida decisión, si hubiera escuchado a Carlo todo habría sido diferente...-

-Toni ¿Qué fue lo que sucedió?- Interrogó angustiada.

-Simplemente fui un tonto, confié ciegamente en quien no debía a pesar de todas las advertencias y por ello mi hermano tuvo que pagar las consecuencias, perdido en una ciudad desconocida con los federales fastidiándole y completamente solo-

-¿Por qué no contactaste con nosotros? Podríamos haber ayudado- Le toma de una mano y acaricia su mejilla con la otra, volteando ligeramente la cabeza del contrario para que la mirara.

-No quería preocuparlos, quería resolver por mi cuenta lo que yo mismo causé- Contesta terminando por despedir algunas lágrimas.

-Mi niño...- Le abraza con cariño soltando unas lágrimas también, no estaba enojada con ellos por no avisarles que estaban en problemas, pero si estaba furiosa con aquel que se había atrevido a hacer tanto daño a sus hijos y traicionarles de tal manera. -Estoy muy feliz de que estén juntos de nuevo y en casa-

-Pero mamá, por culpa mía Carlo estuvo siendo torturado por el FBI, solo. Mi hermano no merecía aquello, tenía que ser yo el que debía pagar por mi estupidez, soy un desastre...-

-No, no lo eres- Le contradijo posando sus pálidas manos en las mejillas del rubio para que los celestes se concentraran en los tiernos y dulces verdes. -Solo eres una persona que tomó una decisión incorrecta porque así somos los seres humanos, nos equivocamos, es algo normal- Dijo con una pequeña sonrisa, secando con sus pulgares las gotas cristalinas que caían de los claros ojos de su primogénito. -Pero podemos aprender de nuestros errores y ser mejores. En especial los Gambino, si caemos nos volvemos a levantar aún más fuertes para pelear por los nuestros, y tú eres Toni Gambino- Le señala con el dedo índice sobre su pecho haciendo énfasis en su nombre. -Así que es momento de que te levantes y dejes de estar en ese pozo de remordimiento, ahora simplemente debes seguir adelante por ti y por los tuyos. No dejes que las cosas del pasado te atormenten, aprende de los errores y continúa tu camino con la frente en alto-

El joven Gambino simplemente rompe en llanto, esperaba que estuviera furiosa con él por no haber podido cumplir con su misión de hermano mayor, pero su madre a pesar de todo seguía siendo tan buena y comprensiva. La mujer le sonríe con dulzura para después abrazarle entre sus cálidos y amorosos brazos igual que en los viejos tiempos, dejando que se desahogue.

-Tienes un gran corazón Toni, pero recuerda- Se separa un poco y le agarra de las mejillas, secando sus lágrimas delicadamente con sus pulgares. -Eres un Gambino, no nos rendimos nunca, siempre volvemos para pelear con más fuerza y los Gambino...-

-Nunca nos dejamos joder...- Completa calmándose.

-Exacto, veo que recuerdas lo que tu padre les enseñó- Le sonríe dulcemente. Después una de sus manos la cierra en un puño y frunce un poco su ceño con la sonrisa aún en sus labios. -Así que espero que tú y tu hermano le hayan dado una lección a quien los haya traicionado, sino le diré a tu padre que lo busque y me lo traiga para enseñarle a no meterse con mis bambinos, ya verá por hacerle daño a mis niños-

Toni suelta una carcajada mientras termina por limpiar los rastros húmedos de las lágrimas sobre sus mejillas, para después abrazar cariñosamente a su progenitora.

-Gracias mamma- Susurra con un tono ya más animado.

La mujer solo devuelve el abrazo con una sonrisa, empezando a tararear una melodía que solía cantarles de pequeños, desviando su vista hasta la puerta abierta de la habitación ya que si su vista no fallaba, había distinguido la silueta de alguien escondido en el marco de la blanca abertura.

Y efectivamente, había una persona en el pasillo que había estado escuchado la conversación entre las dos personas de cabellera rubia, sus manos estaban fuertemente apretadas, ocasionando que sus nudillos se vieran demasiados blancos y se decidió por alejarse de aquel cuarto antes de que lo descubrieran.





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