8

248 32 4
                                    

— Gross — la llamaron, sentándose frente a ella.

— Si eres el poste con patas de Sasaya Neil, por favor inserte contraseña — habló, concentrada en escribir, lo que parecía ser, unos apuntes — si eres Rin, bienvenido —.

— Te traje una bolsa de las frituras esas que te gustan — dijo el primer nombrado –ignorando la clara preferencia que la chica tenía por su hermano gemelo– haciendo sonar el paquete. Un chico de cabello azabache corto y algo puntiagudo, ojos esmeraldas y piel pálida. Lo único que los diferenciaba era que su hermano tenía el cabello largo y su rostro mostraba pura amabilidad.

— Olvida la contraseña, cederé al soborno jajaja~ — le arrebató la bolsa de las manos y la destapó para deleitar su paladar con el contenido, haciendo sus cuadernos y lápices para un lado — y cuéntame a qué vienes, mi buen amigo... No presto dinero, no vendo drogas y tengo novio, así que no estoy disponible —.

— Jaja~ nada en específico, me aburro cuando Rin no está y eres la única que me sigue una conversación sin tener otras intenciones — se encogió de brazos, restándole importancia al asunto, mientras sacaba su almuerzo — además, te vi sola aquí, escribiendo como si no hubiera un mañana; pensé que en cualquier momento tu muñeca iba a desprenderse — comentó, dándole en primer bocado a su almuerzo.

— ¿Tú sintiendo preocupación por alguien? — soltó una risa leve y alzó una ceja — ¿Que quieres? — preguntó, tomando una seriedad repentina.

— Ya te dije que no quiero nada — puso sus ojos en blanco y dejó su almuerzo de lado — ... Es inquietante como nadie se te acerca ¿Tienes algún repelente?... Si es así, yo quiero —.

Dicho eso, ella se comenzó a reír a carcajadas, dejando su seriedad de lado para seguir comiendo de sus frituras.

— Según ellos, soy "intimidante" — hizo las comillas con solo una mano, pues la otra la tenía ocupada en el paquete.

— ¿Intimidante? — preguntó, riéndose en el proceso — eres sólo un pequeño algodón de chocolate —.

— Si no quieres que te vuelva a decir poste con patas, te recomiendo que no me llames así — lo señaló con su dedo llenó de migajas — y tengo mis razones para alejar a las personas — respondió, levantandose para botar el empaque.

— ¿Puedo preguntar por qu- —.

— No... Hay cosas que es mejor no saber, Sasa — respondió, antes de que terminara la pregunta.

— A nosotros no nos alejas — informó, cruzándose de brazos — por algo tengo curiosidad —.

— Los traté de alejar... Pero ambos son unos metiches fastidiosos... Y a veces hay que hacer excepciones — le dijo, sonriendo divertida.

Una amistad bastante rara a decir verdad, se acercaron el uno al otro gracias a una tarea en pareja, llevándose bien; aunque se esperaba, pues no veían la necesidad de entablar conversación con otra persona del salón que compartían. Poco días después, se les unió el de expresión amable, quién se enfermaba con facilidad y con frecuencia se tenía que quedar en casa.

Con el tiempo, la confianza fue creciendo a tal punto que se trataban como si se conocieran de toda la vida. Ella los visita a su casa de vez en vez, normalmente para hacer alguna tarea.

La vida del otro era irrelevante, aunque no tenían problemas en decirse algunas cosas, cómo para sacar algún tipo de conversión.

— ¿Entonces si te gusta? — preguntó, juntando las manos, entrelazando los dedos.

— Si — respondió con seguridad — pero pienso declararme en un momento específico, por ahora tengo otras cosas en mente — explicó, aunque terminó confundido por la sonrisa divertida que tenía su acompañante — ¿Qué? —.

— Nada, nada... ¿Cómo piensas declararte?... ¿Le dirás algo como «provocaste un proceso bioquímico en mi hipotálamo causando una segregación de dopamina» o que? — soltó una pequeña risa nasal — sinceramente, si te imagino diciendo algo como eso — se levantó a ver si sacaba un jugo de la máquina expendedora que estaba cerca, pero sonó la campana que indicaba el final del descanso.

— Soy más creativo y romántico que eso, Gross — le dijo, levantándose de su asiento.

— Si, claro. Seguramente, en tu cabecita de niño genio sólo hay cálculos matemáticos y mucha información que no te servirá para más que presumir que tú coeficiente intelectual es más alto que el de los demás idiotas — dijo entre risas, colocando el dedo índice en los lentes del más alto y torciendolos hacia un lado con un movimiento rápido.

— ¿Y que hay de ti? No eres muy diferente a mí, después de todo — se acomodó sus lentes y siguió caminando al lado de la chica.

— Sólo hay una diferencia entre tú y yo — alzó su dedo índice, apuntando hacia arriba.

— ¿Que mi vida será más larga? — preguntó con burla.

— ¿Por qué dices eso? — preguntó, algo confundida.

— Te la vives metida en peleas, no me extrañaría que algún día te manden al hospital — explicó.

— Solo ha pasado tres veces — se quejó — y... No sabes si vivirás más que yo. Hay posibilidades de que mañana te atropelle un camión o te caigas en las escaleras de tu casa y te rompas el cuello. El futuro es incierto — hizo una pausa — y no, no me refería a eso —.

— Bien, dime cuál es la diferencia entre tú y yo —.

— Que a mí, la persona que me gusta, si me corresponde MUAJAJAJAJA — y sin más, se adentró al salón.

— ... Idiota —.

— MUAJAJAJA —.





Bye bye~

Hasta el fin del mundo • Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora