Hasta el fin del mundo • Baji Keisuke

26

— Tomo la «O» para hacer «O» — dijo Rin, colocando la letra en el tablero.

— Tomo tu «O» para hacer «TO» — imitó Neil la acción de su hermano menor.

— Tomo tu «TO» para hacer «OTORRINOLARINGOLOGÍA» — dijo con simplicidad, colocando todas las lentes en el tablero.

— ¡No me jodas! — gritó Neil, lanzando el tablero fuera de la mesita.

— Estamos en un hospital, cabeza de erizo — le reprendió su hermano, dándole un golpe en la nuca como castigo.

Esa era la cuarta vez que la chica hacia eso, ya estaba notoriamente irritado. Mientras su hermano y la de cabello rizado se reían con burla.

— Así no va el juego — dijo la chica, negando con la cabeza.

— Mejor juguemos otra cosa — ofreció el mayor de ojos esmeraldas, guardando el tablero.

Se había hecho una costumbre. Todos los viernes, y algunos martes, el par de gemelos titánicos la iban a visitar, llevando con ellos algunos juegos de mesa o libros. También películas algo viejas que veían hasta que el sol se ocultaba y volvía a salir.

Agradecía internamente los intentos de los hermanos por distraerla del dolor que ahora estaba instalado en su pecho. No era insoportable pero si muy molesto y a veces le costaba respirar.

A cada tanto llegaba una enfermera o doctor para preguntarle qué tanto dolía del uno al díez, nunca pasaba de un cuatro. Cosa que tranquilizaba al personal del hospital, de alguna manera que ella no lograba entender pero tampoco le importaba.

— ¡Uno! — exclamó la chica con alegría.

— ¡Hump! — soltó con molestia y se cruzó de brazos, para luego acostarse en el suelo. Al parecer, Neil no soportaba perder tantas veces seguidas.

— Déjalo, solo es un niño malcriado — comentó su hermano entre pequeñas risas, barajando las cartas para volver a jugar.

=•=•=

— El cielo se ve lindo así ¿No? — comentó, estirando si mano derecha en dirección al cielo estrellado, cómo si fuese capaz de alcanzar uno de dos puntos luminosos.

— Te hace sentir... Pequeño — respondió Rin, quien se mantenía detrás de ella como un soporte para que se pudiera mantener de pie sin esfuerzo.

— ¿Creés que las estrellas son almas? — preguntó Neil de la nada — ... Mamá nos decía eso... Que las estrellas eran las almas de las personas que dejaban el mundo terrenal... Por eso nacen estrellas todos los días — sin apartar la mirada del cielo, siguió hablando — también nos decía que las estrellas que desaparecen, es porque ya nadie las recuerda... —.

— «Estás verdaderamente muerto cuando nadie te recuerda» — respondió Rin — mamá nos cuenta muchas historias, pero la que más me gusta es la de las almas gemelas —.

— Es algo retorcida, Rin —.

— A mí me parece linda — respondió el nombrado.

— ¿Almas gemelas? — preguntó la chica, que hasta ahora se había mantenido en silencio.

— Es una vieja leyenda. Dice que las almas gemelas habían sido creadas en un solo ser, con cuatro brazos, cuatro piernas y dos rostros. Los dioses, al estar cegados por la envidia debido a lo vigorosos y fuertes que eran éstos seres, terminaron separándolos en dos... su naturaleza se vio dividida, cada parte hechando de menos y sintiendo lo mismo que su mitad... — explicó el mayor con voz suave, como su mamá solía hacerlo cuando eran pequeños.

— Es aterrador y romántico al mismo tiempo — comentó la chica, un tanto fascinada por el pequeño relato.

— Lo es... Aún no entiendo cómo a Rin le gusta —.

— Veo más lo romántico que lo aterrador... Me parece lindo pensar que tenemos otra mitad... Una persona que nos llena el vacío que ni siquiera sabíamos que existía — suspiró enamorado, provocando una ligera risa en sus acompañantes.

— Y... ¿Que pasa cuando una de las mitades muere? —.

Bye bye~