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Acostados uno a cada lado de la cama; jadeando con algo de cansancio por lo que acaban de hacer, sonriendo atontados al recordar lo mismo.

— Estoy... Estoy seguro que si Sam se entera... Me va a matar — comentó entre jadeos y risitas divertidas.

— Tienes razón... Pero... Eso fue... Fuuu... ¡Fue increíble! — dijo la chica, alzando sus brazos.

— ¿Cuarto round? — preguntó con una sonrisa torcida, mirándola con picardía.

— En tus sueños... Estoy exhausta —.

Cuando por fin recobraron el aliento en su totalidad, se ducharon cada uno por separado. Esto para que el que se duchara último, pudiera cambiar las sábanas de la cama y acomodar el desastre en que dejaron la habitación.

— Me dejaste muchas marcas de mordidas, donde claramente resaltan tus colmillos... Yo no soy comestible, Bajiro — se quejó colocando ambas manos en sus caderas.

— Pero si que eres sabrosa — dijo sonriendo con picardía, para luego sentir como una almohada golpeaba su rostro.

La vio toda sonrojada y con el ceño fruncido mientras se terminaba de colocar la ropa cómoda que utilizaba para dormir.

— ¿Las mujeres duermen sin sujetador? — preguntó curioso, mirando directamente al pecho de la fémina.

— No todas... Creo. Yo no lo hago, es incómodo e innecesario porque los míos son muy pequeños — hizo una pausa — pero ya tú sabías eso, no es la primera vez que duermes conmigo — lo miró con ojos entrecerrados.

En respuesta tuvo una sonrisa inocente y otra mirada directa hacia sus pechos, a simple vista se notaba que debajo de aquella gran franela no había nada más que solo piel por sus erectos pezones gracias al frío.

— Eres un pervertido, Keisuke — comentó con diversión, negando con la cabeza.

— Silencio y ven a mí — extendió los brazos para que ella se lanzara encima de él — ven, ven, ven, no te hagas la dura, preciosa~ — subía y bajaba las cejas con picardía a la vez que movía sus dedos, llamándola.

— Jajajaja~ voy, voy — y sin más, se acurrucó a su lado para abrazarse como anacondas entre los dos.

=•=•=

Eran mínimo las dos de la mañana y ninguno de los dos tenía sueño, por lo que hablaban de cualquier estupidez que se les ocurriera.

— ¿Hasta donde estarías dispuesto a llegar por mi? — preguntó transando circulitos imaginarios en el pecho del contrario.

— Dime hasta dónde quieres que vaya, y yo sin dudarlo iré. Solo si tú también estás dispuesta a llegar por mi hasta donde yo te lo pida — respondió de inmediato.

— Eso significa que... Si existiera la posibilidad de que la Tierra fuera plana... Y yo te pidiera que llegaras al fin del mundo ¿Tú irías? — preguntó subiendo la cabeza para mirarlo a los ojos.

— Por supuesto... Te considero mi reina, después de todo, me veo en la necesidad de complacerte y hacerte feliz — le respondió dulce y le dió un besito en la frente.

— Si yo soy tu reina, entonces tú eres mi rey pero... ¿De que somos reyes? — alzó una ceja con curiosidad.

— De lo que desees —.

Se levantó de golpe de la cama, confundiendo a su pareja, abrió la venta y sacó la mitad de su cuerpo por la misma.

Llenó sus pulmones de aire y, sin importarle las posibles quejas de sus vecinos que recibiría en la mañana, gritó con todas sus fuerzas.

— ¡SOMOS LOS REYES DEL MUNDO! —.

— Jajaja~ (N), despertarás a los vecinos — le dijo en voz baja.

— ¿Y a ti desde cuando eso te interesa? — preguntó entre risas.

— Tienes razón —.

Se levantó de un salto, se colocó al lado de su pareja y también sacó el torso de su cuerpo por el agujero en la pared.

Verla sonreír de aquella manera provocaba la sensación de millones de mariposas revoloteando violentamente dentro de su tórax. Se sentía tan vulnerable, tan expuesto ante ella.

Tal vez, tenía su corazón en la palma de su mano. Era ella quién decidía si cuidarlo como su mayor tesoro o destrozarlo sin misericordia. Estaba cien por ciento seguro que nunca sería la segunda.

— 1... —.

— 2... —.

— 3... — ambos tomaron una buena cantidad de aire para luego gritar al unísono.

«SOMOS LOS REYES DEL MUNDO»

Bye bye~

Hasta el fin del mundo • Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora