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— Esta es la lista de los productos que debes tomar en la zona de cereales... Yo estaré en las carnes — dijo con suavidad, viendo cómo su pareja entraba en una especie de crisis existencial sólo por darle una tarea que pensó no poder hacer solo — deja de poner esa cara, nada más tienes que escoger lo que está en la lista y ya — le dejo un beso rápido en los labios y se encaminó a donde había dicho.

Por petición de la chica –y gracias a que él tampoco era capaz de negarle nada– ahora estaban en un supermercado haciendo las compras de la semana. Aún recordaba las palabras de la ojioliva cuando llegó al apartamento.

«Casi siempre estás aquí, es justo que me acompañes a hacer las compras de la casa... Nada de peros... Y cuando volvamos, me ayudarás a limpiar»

Soltó un bufido con cierto fastidio, sin tener otra opción más que obedecer a la bola de pelos que tenía como pareja, se encaminó a la zona de los cereales.

Ahí encontró a otro chico que parecía estar aún más confundido que él, este no traía una lista y se notada que trataba de recordar que lo habían enviando a comprar.

'Pobre tipo' pensó. Claro que el chico sería aún más desafortunado si su pareja contara con el mismo carácter que su novia. Él sólo hecho de pensarlo, lo hacía tener escalofríos.

A los pocos minutos, llegó una mujer con un bebé en brazos, repitiendo lo que le había dicho anteriormente, en un tono demandante que hizo temblar al pobre hombre. Al rato se tranquilizó, suspiró levemente y le regaló una dulce sonrisa para luego de escoger las cosas, se fueron los tres.

Una familia... En ese instante el pensamiento de tener su propia familia llegó a su mente, sonriendo inconscientemente al imaginarse al lado de su chica. Aunque luego se terminó golpeando mentalmente por caer en esas fantasías de idiota enamorado. Pero ¡Demonios! Cómo le costaba no entrar en ese estado cuando se encontraba tan perdidamente prendado de su chica de ojos boscosos.

Terminó de escoger lo escrito en la lista y se dispuso a buscar su pelucita con pies, en la zona de carnes. Tarareando una canción cualquier, tal vez, de un comercial que se quedó grabado en sus subconsciente; notoriamente feliz, quien sabe porqué.

=•=•=

— Y un viejo idiota me quiso quitar el puesto en la fila, pero yo no me iba a dejar... Las señoras que estaban detrás de mí me estaban apoyando y ¡Lo empujé, él también lo hizo! ¡¡Y fue como wash y bam¡¡ ¡y! ¡y! ¡y! — contaba con emoción como había conseguido el mejor trozo de carne.

La gente alrededor los miraban enternecidos; mientras ella hablaba y hablaba sin parar, él escuchaba atentamente el relato y se reía con dulzura cuando ella se emocionaba de más. Las bolsas las dividieron entre los dos, aunque él decidió por cuenta propia cargar las más pesadas. Ella, con el paso de los días, tenía menos resistencia, pero suponía que era causa por la falta de ejercicio.

— Bajiro-chan... ¿No te estoy fastidiando? — preguntó algo avergonzada.

— ¿Por qué la pregunta? —.

— He estado hablando y tú te mantienes callado, sin comentar absolutamente nada — hizo un pucherito que al contrario casi le derrite el corazón.

— Te estoy escuchando... Me gusta escucharte — se sinceró — sígueme contando que pasó — pidió, poniendo toda su atención en ella, otra vez.

— ¡Oh! Y entonces el que atendía me dijo que... — y así continuó con lo que mejor le salía desde que aprendió a hacerlo.

Si... Hablar.

Contando lo que había ocurrido en esa zona de carnes en un supermercado cualquiera, mientras, él la escuchaba atentamente. El mero hecho de escuchar su dulce voz, le parecía algo digno de apreciar en todo su esplendor.



Bye bye~

Hasta el fin del mundo • Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora