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Sentía un peso extraño en su espalda baja, más unos repetitivos toques en su mejilla con lo que parecía ser un dedo. Se detuvieron cuando abrió los ojos, dando a entender que ya estaba despierto.

— (N), bájate — pidió en voz baja, luchando para no cerrar sus ojos otra vez.

— Eso no es lo que me decías hace una semana~ — se carcajeó al ver como el rostro del pelinegro se teñía de un lindo tono carmesí y abrió sus ojos de golpe — ya levántate. Tu mamá me acaba de enviar a eso... También a decirte que salió a hacer unas compras — explicó, bajando de la espalda del chico.

— ... ¡Son las seis de la mañana, Gross! — se quejó. Agarró una almohada y se la colocó sobre la cabeza.

De una patada en su costado derecho, lo lanzó fuera de la cama. El fuerte sonido del golpe hizo eco en las cuatro paredes de esa habitación, lo que provocó que mirara con preocupación el estado de su novio. Para su sorpresa y tranquilidad, el ni se había inmutado.

— Se lo que tardas en bañarte... Y en tus sueños faltarás a clases... ¡Ánimo, ánimo! ¡Levantateeeeeeeee! — decía a la par que lo movía. Él aún acostado en el suelo... Y con la almohada cubriendo su cabeza.

Dejó se molestarlo para ver si así se levantaba por su cuenta... Lo único que recibió fue un ronquido, avisándole que se encontraba profundamente dormido otra vez.

— Bien, lo haremos a mi manera — se susurró a sí misma.

Lo tomó por un pie y lo comenzó a arrastrar hacia afuera de la habitación, dirección al baño. Maldecía lo pesado que era el pelinegro, le hacía el trabajo difícil.

Dió un tirón para meterlo al baño y escuchó un fuerte pap.

— ¡Auch! — se quejó el de colmillos sobresalientes, sobando la zona que había impactado con el marco de la puerta.

— Jajajaja~ nadie te manda a no levantarte cuando te dije — lo dijo, ayudándole a levantarse del suelo — buenos dias~ —.

— Buenos... Días~ — respondió bostezando de por medio.

Lo tomó por ambas mejillas y la acercó, plantando un beso en sus labios que se extendió más de lo planeado.

— Ve a-... Bañar-... Te — pedía entre besos.

— Sólo si lo haces conmigo —.

— No lo haré — el chico hizo un puchero — provocarás que tardemos mucho y yo también debo ir a estudiar... Ve a bañarte, la próxima lo hacemos juntos — le dio un pequeño beso en los labios y salió del baño para esperarlo en la sala.

=•=•=

— Ji-san... Aji-san... ¡Baji-san! — le gritó por tercera vez el rubio de ojos azulados, a la par que lo agitaba levemente por uno de sus hombros.

— ¿Mh? — murmuró en respuesta.

— Te estoy preguntando qué pasa... Estas ansioso y pensativo desde hace un buen rato — lo miraba con genuina preocupación.

— Tengo un mal presentimiento... Eso es to- — su teléfono sonando lo interrumpió. Lo sacó con rapidez y se alarmó al ver el nombre del contacto — ¿Dime, pequeña? — contestó algo dudoso.

— Lo siento, Baji-kun... Soy Neil — respondió la voz en la otra línea, logrando que sus nervios se disparan.

— ¿Que le pasó a (N)? — preguntó casi gritando. El rubio a su lado también se alarmó al escuchar su tono de voz algo tembloroso.

— Seré directo... — soltó un fuerte suspiró — la trajeron de emergencia al hospital. Sam ya está aquí, fue él quien me pidió que te avisara... ¿Baji-kun?... ¿Hola? — al no escuchar más respuesta del pelinegro, colgó la llamada.

Ni siquiera se tomó la molestia de cortar la llamada, sólo salió corriendo en dirección al hospital que suponía estaba la de cabellos rizos; con el rubio siguiéndolo.

— No, no, no, otra vez no — se repetía mientras encendía la moto — otra vez no —.


Bye bye

Hasta el fin del mundo • Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora