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— Para algo es la silla de ruedas ¿Sabes? — preguntó desde la espalda de quien la estaba cargando como si no pesará más que una pluma; Rin.

— Así es más rápido — respondió el hermano del último nombrado.

— No me dijeron para que me sacaron del hospital — recordó la de ojos oliva.

— Rin quería que vieras nuestro primer partido oficial del año — comentó el mayor.

— Mentiroso, fuiste tú el que dijo eso — lo delató su hermano menor — además, nos enteramos que los hermanos rubios te sacaron hace poco... Había que equilibrar las cosas —.

— Jajaja~ —.

La habían ido a buscar de la nada, exactamente a las ocho de la mañana, pidieron que se arreglara. Tsuwamushi, su enfermera, la ayudó a peinar su cabello para que no le estorbara y pudiera estar mucho más cómoda.

Los dos hermanos estaban más entusiasmados que de costumbre, se notaban emocionados con el pasar de los minutos y se iban acercando más y más a su destino.

La silla de ruedas vacía era empujada por Neil, mientras Rin tenía a la chica en su espalda.

Según ellos, así era más rápido, pero sólo era una escusa para que no estuviera sentada en esa silla. Se habían dado cuenta que la desanimaba ya no poder caminar con normalidad.

— ¿Crees que ganemos, (N)? — preguntó Rin.

— ¡Claro que sí! He visto muchos de sus partidos de práctica y me parecen muy buenos — dijo la chica, comenzando a contagiarse de la emoción que desbordaban sus acompañantes.

— Por cada punto que anote nuestro equipo, quiero escuchar tu voz celebrando — dijo Neil con una sonrisa.

— Sip — respondió, devolviendo la sonrisa.

Llegaron a un estadío donde ya los estaba esperando su equipo, en esa zona sólo podían entrar los miembros de los equipos participantes y entrenadores. Pero ahí la veían a ella, al lado del entrenador de los chicos, quien ahora sería el encargado de empujar su silla de ruedas.

Obvio que tuvieron que darle un poco de dinero al entrenador y prometer que harían entrenamiento extra para que dejara estar a (N) en la banca junto al asistente del equipo; el hombre ya la conocía bien pero no podía perder la oportunidad de sacarle algo a los problemáticos hermanos de su equipo. Pero valía la pena cada suplica y centavo que tuvieron que gastar.

— Buena suerte — les dijo a todos los del equipo, quiénes le sonrieron en respuesta. Para luego dejar que el entrenador empujará su silla de ruedas y la colocará a un lado del puesto donde estaba el asistente del equipo, a quien saludó con alegría de volverlo a ver.

=•=•=

— ¡Siiiiiii! — gritó, casi saltando de la silla para salir corriendo y abrasar a todos los del equipo por haber ganado el partido.

Trataba de mantenerse lo más tranquila posible, el dolor de su pecho había aumentado un poco pero seguía siendo soportable. Estaba conciente que debía tranquilizarse si no quería que las personas presentes pasaran un mal rato por su culpa, por lo que se obligó a regularizar su respiración y los latidos de su corazón.

— Te dije que ganaríamos — llegó un Neil todo sudado, arrodillándose en frente de la silla donde estaba sentada.

— Eso lo dijo ella, idiota — llegó su hermano, dándole un pequeño golpe en la cabeza.

— Jeje~ cierto —.

— ¿Están concientes de que este será el último partido que veré de ustedes? — preguntó en voz baja.

Ahí los hermanos se percataron que esa pregunta fue más dirigida a ella misma, que a ellos. Las lágrimas nublaron la visión de los tres, pero Rin se negaba a que la alegría se ausentara, así que decidió hablar tratando de que su voz no sonara temblorosa.

— Vamos a ducharnos y cambiarnos, Neil — pidió — (N)-san se merece un helado después de presenciar un excelente partido ¿No? —.

El otro pelinegro se limpió las lágrimas que no habían caído de sus ojos aún y se levantó del suelo para comenzar a empujar la silla fuera de la cancha.

— ... Tienes razón... ¿De que vas a querer tu helado, Gross? — le preguntó en una pequeña sonrisa.

— De vainilla — respondió.

— ¡¿Quien va a una heladería que tiene un montón de sabores y pide vainilla?! — recibió otro golpe de su hermano por haber alzando la voz tan de pronto.

— Jajaja~ Rin, para de golpear a tu hermano, le dejarás un abolladura en la cabeza — dijo entre risas.

— No puedo, su idiotez me dice que debo golpearlo —.

— JAJAJAJAJAJAJA —.


Bye bye~

Hasta el fin del mundo • Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora