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Jugaban en la blanca nieve, tratando de crear enormes bolas con la intención de hacer un muñeco; completamente concentrados en su trabajo, casi olvidándose de que no estaban solos.

Sentado en la banca más cercana, mirándola con atención y riendo en bajo cuando la de cabellos rebeldes fruncía el ceño con molestia al ver como la bola no le quedaba como quería, estaba el pelinegro de colmillos alargados.

— Deja de reírte y ven a ayudarnos — se quejó desde la distancia. El rubio a su lado solo asintió con la cabeza.

— No, gracias... Aquí estoy bien — respondió a la par que negaba con la cabeza — está haciendo mucho frío como para estar jugando con la nie- — una bola de la dichosa agua congelada impactó contra su rostro sin previo aviso.

Frunció el ceño y miró a los culpables, quienes se miraban con complicidad. Se habían rendido a hacer el muñeco de nieve pero no a molestar al pelinegro un rato.

— ¿Así quieren jugar? — preguntó levantándose de la banca, mirándolos desafiante — entonces así jugaremos — tomó entre sus manos una buena cantidad del frío material para crear una bola, luego levantó la mirada para buscar su objetivo pero no lo encontró por ninguna parte.

Extrañado, caminó un poco por los alrededores para poder buscarlos. Los encontró gracias a que otra bola de nieve había chocado contra su nuca.

— ¡Eso es jugar sucio! — dijo tomando posición para lanzar la bola de nieve.

Apuntó directamente a la cabeza de la chica pero está se agachó, logrando esquivar con éxito el frío proyectil. Pero para mala suerte del rubio, y buena del pelinegro, le terminó dando de llevó a él en la espalda.

— ¡Soldado caído! — gritó la chica de cabellos alborotados, corriendo dirección a Chifuyu para escapar juntos del pelinegro.

— No te enojes, Baji-san — decía entre risas, mientras corría.

— Te estás tomando esto muy en serio, Bajiro-chan — dijo la chica, también corriendo.

— ¡Aaaarg! — gruñó, con dos bolas de nieve en ambas manos. Su plan era acribillarlos y no se rendiría hasta que los viera con el rostro enterrado en la nieve.

Así comenzaron una pequeña pelea con la nieve, que minutos después, se volvió una guerra campal a la cual se unieron algunos niños y hasta formaron equipos, donde los mayores eran los comandantes. Estaban jugando a que eran tres reinos en guerra.

=•=•=

— Hace mucho no me divertía así — comento la fémina en una sonrisa — siempre estoy con los estudios o trabajo en la cafetería junto a Sam... Extrañaba reírme tanto — se sinceró caminando a su lado.

— Me trajo recuerdos — comentó el pelinegro, sonriendo inconscientemente — siempre me ha gustado la nieve —.

Caminaban en dirección al apartamento de los hermanos; Chifuyu decidió irse a parte, pues su casa quedaba en el sentido contrario y... «no me gusta estar de mal tercio».

— A mi igual... — respondió en voz baja.

— ¿Tienes frío? Tú voz suena temblorosa — preguntó, deteniendo el paso y volteando a mirarla con preocupación.

— Mucho... Mis manos se están congelando jejeje~ — soltó una risita nerviosa y comenzó a frotar sus manos entre sí, buscando calentarlas.

Él, sin decir palabra alguna, se quitó sus guantes y se los entregó a la contraria, quién se los colocó casi al instante. Una sonrisa enamorada se hizo presente cuando sintió el calor que aún había en los trozos de tela.

— Cayó algo aquí — dijo en voz baja, quitando el copo de nieve que había caído en la nariz de la más baja.

— Tus manos siguen calientes, Keisuke — comentó, tomando las manos del chico y colocándolas en sus mejillas para sentir el calor que irradiaban estas.

Aún no se acostumbraba completamente a lo directa y atrevida que podía ser (N), pero no le molestaba. Después de todo, esa era una de las cosa que lo enamoró de ella; amaba todo de su chica, para nadie era un secreto.

Se quedaron mirando unos segundos en silencio, acercándose inconscientemente hasta el punto en que sus narices rozaban. Sonriendo con dulzura, movieron sus cabezas de lado a lado, logrando un tierno beso esquimal.

La nieve comenzaba a empapar sus abrigos, debieron hacerle caso a Sam cuando les dijo que llevaran un paraguas.

— ¿Vas a besarme o no? — preguntó en una sonrisa burlona.

Esto lo hizo enojar un poco, provocando que uniera sus labios de golpe. Aunque al poco tiempo el movimiento se relajó y se tornó en uno bastante tranquilo.

— Ya no te ves tan segura — se burló, mirando el sonrojo presente en las mejillas de su novia.

— Callate —.


Bye bye~

Hasta el fin del mundo • Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora