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Fin de su turno.

Se despidió de Sam y los demás trabajadores del establecimiento para emprender camino a su hogar.

Al ser martes, su turno acababa un poco más temprano que de costumbre, así que el sol aún estaba alumbrando las calles, avisando la caída de la noche.

Cambió su uniforme a su ropa casual y salió del sitio sin prestar mucha atención a su entorno.

— (N) — la llamaron desde una distancia no muy lejana, una voz femenina que tenía mucho tiempo sin escuchar.

Se quedó quieta en su sitio por unos segundos, hasta que por fin decidió seguir caminando. Huyendo de la chica que había llamado a su nombre.

— Oh, no, no, está vez no escaparás — su voz sonaba un poco molesta por la actitud que estaba mostrando la castaña.

Corrió lo más silencioso que pudo y cuando llegó a menos de metro y medio de la ojioliva, le saltó encima y derribó al suelo.

— ¡Emma, bájate! — gritó, comenzando a forcejear con la rubia encima, pero la contraria no daba señales de querer soltarla — está bien... Me rindo — se quedó inmóvil en el suelo, esperando a ser liberada.

— ¿Sabes lo que me costó convencer a Sam-sam para que me dejara verte? — preguntó, aún sentada en la espalda baja de la otra chica.

— Creo que te costó más localizarlo que convencerlo. Conozco a mi hermano y, yo más que nadie, sé que es un vendido de primera — respondió, sin hacer ningún tipo de esfuerzo por levantarse del suelo. Estaba cansada.

— ... Si, tienes razón. Sólo le compré un helado y aceptó... Pero fue bastante difícil encontrarlo — comenzó a hablar, poniéndose cómoda en el lugar donde estaba sentada — ¡Tenía años sin verte! — dijo de golpe.

— Emma, bájate — pidió por segunda vez.

— Perdón — se disculpó, se puse de pie y la ayudó a hacer lo mismo.

— Si... Bueno... Metengoqueir,adiós — y volvió a caminar rápido, pero está vez, en una dirección diferente a la que realmente estaba el apartamento.

— No — dijo la rubia, sujetándola por la muñeca — no te vas hasta que me expliques por qué nos alejaste de un día para otro. Mikey se pudo haber quedado callado y respetar tu decisión. Pero yo no te dejaré hasta que me digas una razón válida — dijo con semblante serio.

Resopló sonoramente y encaró a la rubia, la miró directo a los ojos por unos segundos y luego habló.

— ¿Quieres explicaciones? Pues te daré explicaciones —.

=•=•=

— Deja de llorar — le pidió con voz suave, acariciando su cabello como oro y dejando que su camisa se empapara de mocos y lágrimas de la más baja por centímetros.

— Es... Es que... Tú — balbuceaba entre el llanto. Se le hacía imposible formular una oración, o tan siquiera una palabra completa — no quiero perder a nadie más... Ya se fue el hermano Shin. Por favor, no te vayas tú — logró decir después de respirar profundamente.

— Hay cosas inevitables, Emma. Preferí hacerlo de esa manera porque nunca me gustó la idea de dejar un vacío... Hacer llorar a más personas no es lo que tengo planeado... Simplemente... Solo queda esperar — sus palabras solo lograron que la rubia llorara más fuerte y se aferrara más a ella.

Tomó los hombros de la rubia e hizo que quedarán cara a cara. Secó una gran parte de sus lágrimas con sus pulgares y le sonrió levemente.

— Emma, quiero que esta sea la última vez que nos veamos ¿Okey? — la rubia se tensó y estuvo a punto de negar con la cabeza — no quiero que me recuerdes encerrada en un hospital, ni yo quiero irme con tu rostro de tristeza plasmado en mi memoria... No falta mucho para que eso suceda... — la abrazó nuevamente, estrechandola en sus brazos a modo de despedida — ¿Me puedes prometer una cosa? —.

— ... Si —.

— Prométeme que vivirás... Vivirás todo lo que puedas y harás las cosas que quieres. Sin que nadie te diga cómo debes vivir... Disfruta cada día como si fuera el último... Vive — culminó, escuchando los incesantes sollozos de la ojimiel.

— Te lo... T-te lo prometo — respondió en un hilo de voz.

Emma, en el fondo, comprendía en la situación que estaba (N). Pero también entendiendo que no todos los que le pidiera tal cosa como simplemente alejarse sin ver atrás, aceptarían.

— Espero no vernos tan pronto, Emma — sonrió con dulzura y se alejó del lugar, dejando a la rubia atrás.



Bye bye~

Hasta el fin del mundo • Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora