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— (N)... — llamó Rin en un susurro, asomando la mitad del cuerpo por la entrada de la habitación, que ahora sería de la pelos rizados.

— Hi~... — respondió también en un susurro, acostada en la cama, abrazando al gato naranja de peluche que tenía como mejor amigo.

El ambiente se convirtió en uno deprimente y muy pesado de un segundo a otro. Ninguno de los tres se querían mirar a la cara.

— ¿Esas eran tus razones? — preguntó Neil, sentándose en la cama junto a la ojioliva.

— Si — respondió simple.

— Pues... ¡Que razones de mierda! — dijo fuerte, dándole un zape a la contraria en la nuca.

— ¡Auch! — se quejó sobando el lugar golpeado — ¿Y eso por qué? —.

— (N)... Todo lo que llevas viviendo se ha basado en alejar a todo ser viviente que se te acerca porque no quieres encariñarte, o que se encariñen contigo ¿No es así? — respondió haciendo un movimiento con la cabeza, de lado a lado, dando un claro «más o menos».

— ¿No crees que es muy tarde para exigir espacio?... Has hecho que tres personas se encariñen contigo; dos sin querer — habló Rin, señalándose a sí mismo y luego a su hermano — y a la otra le diste la oportunidad de entrar tanto en tu vida — suspiró pesadamente — si es que estos son tus últimos meses de vida... Dejanos estar a tu lado, nosotros somos los responsables de cómo acabemos más adelante — pidió con los ojos llorosos.

— Owww — lloriqueó, abrazando a los dos chicos — estúpidos postes de luz con astigmatismo, solo me hacen poner más sentimental... Pero tienen razón — recostó la cabeza en el pecho del mayor de los hermanos y acarició la cabeza del sobrante — gracias por ser mis amigos — agradeció.

— No hay de que, pelusa con patas — respondió Neil, con su tono burlón de siempre.

— ¿De verdad parezco una pelusa? —.

— ¿Y nosotros de verdad nos vemos cómo postes de luz? — preguntó Rin.

— Si — respondieron los tres al unísono.

=•=•=

— ¿Ya le dijiste que te vas a morir? — preguntó cómo si nada, recibiendo un fuerte golpe en la cabeza por su hermano.

— Tienes el tacto de mamá... Es molesto — hizo un puchero y se cruzó de brazos.

— Gracias por golpearlo, Rin... Si no lo hacías tú, lo iba a hacer yo — le giñó un ojo y se ganó la mala mirada del mayor.

— Siempre a la orden — contestó en el de la coleta.

— Y respondiendo a tu pregunta, Neil... Si, ya sabe que mi vida es más corta que lo que cuelga entre tus piernas — le regaló una sonrisa inocente y se abrazó más a Kame-chan.

— ¿Seguirás con eso? — preguntó, poniendo los ojos en blanco y frunciendo las cejas con molestia — llevas casi un mes burlándote — se quejó.

— No es mi culpa haberlo visto por accidente — se encogió de hombros, restándole importancia.

— ¡Entraste a mi habitación sin avisar! — se defendió.

Rin se mantenía en silencio, soltando risitas divertidas, pasando su mirada de uno al otro cada vez que hablaban. Solo le faltaba un tazón con palomitas y estaría más que perfecto.

— No es mi culpa que te tardaras demasiado en salir. Soy impaciente, y eso lo sabes — dijo con cierta burla — pero debo admitir que he visto cosas mejores... Lo que tienes de estupidez, lo tienes en longitud genital — soltó una pequeña carcajada, viendo como su ex compañero de clases le sacaba el dedo medio.

— Jajaja~ — se burló el menor de los hermanos.

— Te recuerdo que somos gemelos idénticos... Idénticos, Rin — recalcó y el menor se paró de reír.

— Mierda — murmuró, apretando un puño.

— Yo creía que mientras más alto el vato, más grande el aparato jajaja~ — comentó la chica, riéndose de las caras que pusieron sus amigos.





Bye bye~

Hasta el fin del mundo • Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora