𝗽𝗿𝗼𝗹𝗼𝗴𝘂𝗲. 𝖺 𝗌𝗂𝗆𝗂𝗅𝖺𝗋 𝖿𝖺𝗍𝖾

574 49 0
                                    

— PRÓLOGO —

"un destino similar"

"un destino similar"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.














📍Queens, NY
2013


Tenía doce años cuando entendí la mayoría de las cosas que estaban pasando a mi alrededor. Y aunque me hubiera gustado que se tratara sólo del inicio de la pubertad, o de darme cuenta de que en efecto me gustaban tanto las chicas como los chicos, en realidad tenía más que ver con mi madre.

Desde pequeña sabía que era una bruja proveniente de otro planeta. Eso me parecía genial, y más cuando yo también empecé a poder hacer uso de hechizos. Pero con el pasar de los años fui notando las peculiaridades de mi familia. Como el hecho de que mi abuela no podía hacer magia, que mi madre desaparecía de casa sin avisar y volvía días o semanas después como si nada pasara, y que la curiosidad por saber quién era mi padre iba en aumento.

Lo más raro en esa época fue que mi madre regresó a casa después de haber estado más de un año fuera. Y claro que en ese período tuve que preguntar. Mi abuela me dijo parte de la verdad, que ella y mamá venían de Asgard, y que el rey Odín la exilió a causa de una profecía que las involucraba con el apocalipsis de ese mundo.

Teniendo doce años no entendí la gravedad del asunto. Sólo me interesaba ver películas de Disney, o de Harry Potter, o de Star Wars. Cualquier cosa que me sacara de mi realidad se volvía indispensable. Pero esa noche un ruido en la cocina me despertó. Recuerdo haber salido de la cama sin importarme lo frío que estaba el piso de la casa.

Al llegar a la cocina me encontré con una figura de espaldas a mí, se movía frenéticamente por el espacio mientras iba murmurando cosas inaudibles.

—¿Mamá?

Ella dio un salto por la sorpresa y se giró para verme de frente. Mantenía sus manos detrás de su espalda, cosa que me llamó la atención.

—¿Qué haces despierta, Kaysa?

—Escuché ruido. —respondí sintiéndome pequeña bajo su mirada llena de seriedad.

Mi madre tenía una de esas miradas que eran capaces de atemorizar al ser más rudo del planeta. Y conmigo las usaba bastante, en especial cuando me encontraba en situaciones donde no me quería cerca. Aquella fue una de esas veces.

—Lamento haberte despertado. —dijo suavizando un poco el tono.

Se dio la vuelta y abrió el grifo. Ella tenía una actitud difícil de comprender, pero jamás la consideré una mala madre. Tal vez no fuera del tipo que se preocupan por arropar a sus hijas todas las noches, o que están en cada reunión de padres en la escuela, pero jamás me trató mal.

Nunca me insultó o dijo algún comentario sobre mi apariencia o mis gustos. Notaba que estar por la casa cantando en alto le causaba un alto grado de irritación, y ni una sola vez me gritó de forma grosera para que me callara. Eso debía significar algo.

Cuando terminó de lavarse las manos y secárselas con un pañuelo, giró su cuerpo hacia mí.

—Vamos. Te llevaré a tu habitación. —dijo empezando a caminar.

Pero todavía la pequeña duda, esa que siempre había estado en mi interior, persistía.

—Tengo sed. —la avisé, y de inmediato hice un esfuerzo por no bajar la mirada por estar mintiendo.

—Está bien. Apaga la luz cuando subas. —salió de la cocina, no sin antes pasar sus dedos por mi cabello con lentitud.

Esperé a escuchar la puerta de arriba cerrarse para dar unos cortos hacia adelante. El pañuelo estaba algo húmedo cuando lo levanté en el aire, y al darlo vuelta me encontré con una mancha rojiza que adiviné no era pintura. Lo dejé de regreso en la mesa antes de estirar la mano para apagar la luz de la cocina y correr escaleras arriba hacia mi habitación.

Metida bajo las sábanas, mirando hacia la ventana, un único pensamiento se me cruzó por la cabeza. Mi madre era una asesina. Y aunque eso debió asustarme, la verdad es que esa nunca fue la parte que más me preocupó de ella. Fue más adelante, cuando comencé a tener mis propias preocupaciones más allá de las de esta casa, que todo lo que creía saber acerca mi madre resultó en algo mucho más complicado que el hecho de tener que escucharla llegar a mitad de la noche para lavarse la sangre de las manos.

Y desde esa noche no dejé de pensar en si algún día yo tendría que seguir un destino similar al suyo. Uno lleno de enemigos y secretos demasiado oscuros que sin saberlo podrían acabar alcanzándola a ella y a todos los que estuvieran cerca.












































𝗚𝗥𝗘𝗔𝗧𝗡𝗘𝗦𝗦 | 𝗉𝖾𝗍𝖾𝗋 𝗉𝖺𝗋𝗄𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora