(🌻🕷) 𝗚𝗥𝗘𝗔𝗧𝗡𝗘𝗦𝗦 | "No temas a
la grandeza; algunos nacen
grandes, algunos logran
grandeza, a algunos la
grandeza les es impuesta y a
otros la grandeza les queda
...
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Una vez pasado el efecto de bravura me entra un pánico que me estrangula justo en la garganta. Casi tengo que aferrarme al brazo de quien me tenía sujeta, y eso me lleva a alzar la cabeza.
—¿Qué pasó? —parpadeo varias veces.
Nate me suelta y echa una mirada a la casa de Liz todavía a oscuras. ¿Yo había hecho eso?
—Eres bruja.
Su afirmación me deja peor, y me hace olvidar por completo lo de la fiesta. Luego pienso y me doy cuenta de que no titubeó o se mostró sorprendido al decir aquello. Eso sólo podía deberse a que supiera ya del asunto.
—¿Tú...?
Antes de acabar de hablar, Nate extiende la palma delante de mí. Crea una esfera brillante de energía que se desvanece a los pocos segundos.
—Oh, guau.
Eso fue todo lo que pude decir. Primero, por la impresión. Segundo, no sabía qué pensar al respecto. Tercero, estaba aliviada de que al menos nadie más lo hubiera notado. ¿O es que sí?
La luz regresa en la casa de Liz y podemos escuchar las voces amortiguadas de algunos que regresan al interior cuando la fiesta continúa. Nadie parecía estar realmente asustado o señalándome para llevarme a la hoguera. Bueno, creo que me estaba dejando llevar mucho por las viejas historias.
Doy un pequeño brinco cuando escucho mi teléfono sonar desde mi bolsillo. Lo sujeto con las manos algo temblorosas después del susto y leo rápidamente el mensaje de Tess preguntando por mi paradero. Miro a Nate sintiendo una duda repentina.
¿Qué podía responder?
—¿Todo bien?
Apago el teléfono y lo vuelvo a guardar. Me cruzo de brazos cuando una brisa me eriza la piel.
—¿Quién eres? —alzo la mirada para no perderme ningún cambio en su expresión.
Deseé poder tener la habilidad de mamá para sacarle la verdad a las personas sólo con mirarlas. Me serviría mucho, pues ahora sólo era capaz de ver a un chico frente a mí que recién descubrí es brujo igual que yo. Pero no veía nada.
Nate se ríe medio nervioso, aunque no me aparta la mirada, cosa que decía mucho de él. Abre la boca listo para darme una respuesta cuando un grito nos toma por sorpresa.
—¡Kaysa!
Alcanzo a pasarme los dedos por el cuello antes de que Monique se nos acerque por completo. Me sostiene del brazo con aparente molestia sin quitar su usual cara de seriedad.
