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Ultima hora de clases con Midnight-sensei, no me sorprendió el tema, sin embargo captó toda mi atención, las nominaciones de cada alumno y hoy tendríamos que escoger un nombre de héroe. Vi a todos muy felices por lo ultimo mencionado, pero era lo que más me preocupaba, probablemente ellos lo tenían desde chicos pero no se me ocurría nada. Por otro lado, las nominaciones, recibirán una lista aquellos que no hayan tenido ninguna nominación y escogerán un lugar de cuarenta, mientras que los que recibimos nos darían una lista personalizada. Midnight empezó por los nombres de héroe. Comencé relajada, pensando que escuchándolos a todos se me ocurriría algo creativo, pero de a poco caía en una desesperación, se acercaba mi turno y no tenia nada. ¿Podía poner solo mi nombre? Es demasiado poco creativo. ¿Debe relacionarse con el quirk? ¿Y si da miedo? Shoto se lo dejo así, pero su nombre le queda bien. "Shoto"... Queda bien, "Akane"... ¡eso no sonaba a un nombre de héroe! Necesito algo de verdad como, ¡no lo se! no se que hacer. En mi asiento, sin darme cuenta, me revolvía el cabello, como loca con mis manos en mi pelo se paseaban rascándola desesperadamente mientras intentaba no gritar frustrada. Me di cuenta de lo que hacia por la cara de molestia de Bakugo cuando este se dio vuelta, sentí mis manos en mi pelo y como, lo que antes me había costado tanto ordenar, estaba desordenado. Con un perdón y ordenándome lo veo darse vuelta, no sin antes soltar un par de insultos, que esta vez deje pasar.  Tome un cuaderno y lo llene de ideas, cualquier cosa que se me ocurriera aun que sea estúpida, a ver si así llegaba algo bueno. Todo fue en vano, todo era malo, no convencía, y finalmente no me dio tiempo.

- Todos escogieron, falta una -me miro Midnight-.

Me levante y camine frente a toda la clase. Mire a cada uno de mis compañeros lista para admitir que no tenia nada pero, por arte de Dios o de magia, un recuerdo me ayudo. 

Era una noche de invierno, estábamos en la casa de mis abuelos en Kumamoto. Afuera llovía, sin embargo dentro de la casa el calor nos abrazaba, gracias a mi abuelo y mi padre que encendieron cada estufa que pudieron encontrar. Intente ayudar pero me alejaban de ellos. Al principio pensé que era por ser más chica, por tener 6 años, pero si me decían que no podía quedarme ahí. Enojada fui a ver la lluvia, horas después llego mi abuelo. 

- ¿Te enojaste dragoncita?  -lo mire en silencio- No te enojes, te voy a contar una historia familiar muy entretenida. Hace muchos siglos, en el periodo Kamakura, un hombre iba caminando durante una noche igual de helada que esta ¡o incluso más!. Era un samurai que le servía a Japón, pero ya cansado de todas las peleas no solo contra países, pero también contra su mismo pueblo. Se sentó frente a un muy helado río, al borde de las lagrimas, cuando siente mucho calor a sus espaldas. Al darse vuelta se encuentra se encuentra con un dragón no más grande que tu madre. -envuelta en la historia me gire a ver a mi mamá y volví a verlo, indicándole que siguiera, con una sonrisa siguió contando- y le dijo "Yo soy Ignis, única Diosa del fuego. Te veo frustrado, ¿o es, acaso, el miedo de morir en combate?", a lo que el hombre le respondió: "Ignis, Diosa del fuego. No es el combate y no es el miedo. La sangre de gente inocente derramada por mis propias manos es lo que me perturba y me seguirá por el resto de mis días. No poder proteger a las personas me causa molestia desde que me levanto, ¡incluso en sueños!". Escuchándolo, se paseaba mirando como este lloraba: "Tienes una linda meta, pero imposible de cumplir" le dijo Ignis "sangre de gente inocente siempre será derramada.", "Pero yo quería intentar evitarlo, lo más posible" respondió él. Lo miro, como si fuese un espécimen raro, como si el de otro mundo fuese él. "Esta bien" le dijo Ignis "yo te daré poder y tu podrás salir de ahí, sin embargo quiero algo a cambio, tu me darás a tu heredero más poderoso". 

- ¿Y que hizo? -le pregunté intrigada-

- Le otorgó el don del fuego y el hombre aprendió a utilizarlo gracias a la ayuda de la Diosa, según cuenta la historia. 

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora