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Sus ojos brillaban con una especial tristeza, tomé el rostro de Bakugo entre mis manos pero su expresión estaba marcada en molestia. Lo he visto preocupado y enojado, enamorado y feliz, pero no podía descifrar como se sentía ahora. No me habló del poder de Midoriya como si fuese una sorpresa para él, pero su partida la mencionaba con la voz partida.

- Katsuki, Izuku va a estar bien -dije en un susurro al acariciarle el pelo-. Mientras ustedes estén aquí los ayudare a encontrarlo.

Salí por la ventana, mi mirada se paseo por las ventanas buscando zonas oscuras para poder pasar. Me acerqué a los labios de Bakugo, dejando un suave beso en ellos antes de despedirnos. Al otro lado de la cortina su luz se apagó, dándome una oportunidad de moverme con libertad. 

Con cuidado llegue a la única ventana que emitía luz en aquel piso. Aproveche el momento para asomarme por la esquina, nunca se preocupaba de cerrar la cortina por completo y nos reíamos cada vez que salía a tema. Al otro lado del vidrio estaba el chico que se negaba a salir de mi cabeza, sentado en el suelo con la espalda completamente apoyada en su cama. Su rostro serio le daba una vibra misteriosa, sus manos jugaban con una pelota de tenis, moviéndola de un lado a otro. Al helar la noche volví a la casa entre los grandes árboles. Tiré la ropa junto a la cama, pensando en los detalles que Katsuki había comentado sobre Izuku, despertaba mi curiosidad la extraña actitud que había tomado, no era común en él escapar y creer que era un movimiento inteligente. 

De a poco mis huesos dejaban de doler en las frías mañanas. Faltaba poco para que aparecieran los primeros rayos de sol y en el comedor ya estaban Satoshi y Mitsuo, el pequeño parecía más a gusto de lo normal. Al sentarme un carraspeo de Satoshi llamó nuestra atención.

- Voy a ausentarme un tiempo -habló al tener nuestra atención.

- No entiendo. ¿A qué te refieres? -preguntó Mitsuo dando una sonora mascada a su manzana.

- Me llamó Yoki, la agencia de Masako, necesitan mi ayuda para unos asuntos. Volveré pronto. 

- ¿De verdad vas a involucrarte en cosas de pro héroes y agencias? ¡Creí que no querías! -exclamé molesta.

- Algunas veces no hay opción. 

- ¿Cuándo te vas?

- Salgo hoy, es un asunto urgente. Akane -dijo tomando mis manos entre las suyas-, cuida a al chico mientras no estoy y entrénalo, estas preparada. Confío en ti. Mitsuo -revolvió su pelo blanco, mal cortado-, hazle caso a Akane, ella estará a cargo mientras yo no esté. 

Con esas palabras Satoshi Takeo partió a la agencia de Yoki, sin ningún comentario extra sobre que haría tal como se esperaba de él. Desde la entrada de la casa de estilo japones lo vimos partir con su pelo negro, largo, al aire, y su ancha espalda frente nuestro. Una pequeña angustia subió por mi estomago, como un hilo.


Los días parecían noches y las noches eran aún más negras. La tarde se estaba acabando, la oscuridad de la noche se asomaba entre los arboles y sobre el agua del rio. Lograba sentirme en calma, escuchando el agua chocar contra las piedras y el viento contra las ramas, mientras el ambiente del país era tenso.

- Nakamura, es un mal lugar para encontrarnos.

- ¿Lo dices por los árboles o por el agua?

- Sabes porque lo digo. ¿Qué quieres? ¿Tuviste suficiente de los héroes?

- Quiero encontrarlo.

Ya no daba cabida a la espera, tuve mi tiempo para entrenar y con éxito. Comenzarán los días duros, los verdaderos actos. No puedo quedarme de brazos cruzados. 

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora