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Por mi espalda corría un viento helado, notaba mi pelo suelto en mi rostro pero al darme vuelta, la oscuridad de mi alrededor me impedía saber si era el viento que seguía mi nuca o mi mente jugando conmigo, haciéndome creer que camino cuando sigo de pie. 

Un dulce olor a miel se hizo presente, cada segundo más intenso hasta rodearme. Frente a mi escuche su voz, dulce y enérgica, mi corazón se aceleró, como si los últimos meses hubiesen sido un mal sueño. Mi nombre sonaba a calma, un llamado, sin embargo mientras más avanzaba buscando a Denki mi cuerpo temblaba al no verlo. 

- ¿Denki? -lo llamé con la voz debilitada

- No te preocupes linda. Estoy acá -respondió en un susurro.

Solté el aire que llevaba guardando en un suspiro de alivio cuando sentí sus brazos envolverme. 

- Cierra los ojos -escuche su voz en mi oído-, respira profundo.

Siguiendo su instrucción, cerré los ojos, respirando hondo. Su habitual perfume dulce ya estaba completamente presente, inundándolo todo. 

- Con calma, ábrelos.

Al tiempo que abría mis ojos, sus manos se acercaban a mi rostro, sosteniéndolo entre ellas. Su rostro finalmente apareció frente a mi, mi corazón no podía decidirse al acelerarse al verlo y la calma que me traía. Una lagrima corrio por mi mejilla, devolviéndole la sonrisa que me estaba dando. 

- Gracias por venir -le dije casi en un susurro.

Junto su frente con la mía, acariciando suavemente mis mejillas. 

- Todo va a estar bien, linda -dijo consolándome.

- ¿De que estas hablando? -respondí con una delicada risa.

Apenas termine de hablar cuando me abrazo, acogiéndome fuerte entre sus brazos. Extrañaba su cariño, pero de alguna manera esto parecía algo más. Ya sin dudas, lleve mis brazos al rededor suyo, sin embargo un fuerte dolor apareció en mi abdomen. Mis piernas no aguantaron el peso de mi cuerpo, dejándome caer, mis manos buscaron bajo mi polera por alguna herida, sin encontrar nada.

Denki se arrodillo junto a mi, acariciando mi pelo y repitiendo la misma frase.

- Todo va a estar bien.

El dolor era más fuerte y más grande, sentía un vacío en la mitad del abdomen. Comencé a gritar del dolor, esperando una ayuda; el rubio se acerco, levantándome y llevándome con él.

- Debe ser el lugar -dijo seguro.

Caminamos un largo tiempo, mientras más caminábamos menor era el dolor, hasta volver a la normalidad. Me dejo en el suelo, y, regalándome una sonrisa, se sentó junto a mi.

- Akane, linda, quiero que me prometas algo -dijo mientras comenzaba a jugar con mi cabello. 

- Dime, ¿Qué quieres que te prometa? -pregunté, disfrutando de la tranquila situación.

- No importa lo que pase ahora, espérame. Voy a volver, siempre vuelvo a ti.

- ¿Vas a volver?

- Solo si me esperas -dijo echando mi cabello hacia atrás.


El sonido de las maquinas eran un silbato constante en mi cabeza. La habitación estaba a oscuras, solo iluminada por frías luces en el techo que le daban un aspecto más gélido al lugar. El olor a remedio y enfermo me mareaba. 

Llevaba semanas de esto, aún no tenía permitido caminar, tampoco visitas. Tuve la posibilidad de hablar con un par de héroes profesionales que me pusieron al día y con Yoki. 

Según los héroes con quienes hable, "personas murieron, no me incumbe quienes". Volví a entrar en la categoría de personas peligrosas, así que están considerando llevarme a alguna prisión construida hace poco. Agotada es poco en comparación a como me siento.

Yoki me hablaba de otras cosas. Como Bakugo sobrevivió gracias a Mitsuo, y fue el pequeño que logro salvarme a mi. Izuku hizo un gran trabajo. Y como perdimos a otros. También una gran oferta imposible de rechazar, Mitsuo tiene un lugar en la UA, por mi parte la agencia de Yoki también me ofreció uno:

- Yoki, es probable que me lleven a prisión. ¿Tendrás a alguien así? -dije con lagrimas brotando de mis ojos.

- Nada me gustaría más que te unas a mi -respondió con una alegre sonrisa.


No paso mucho tiempo cuando las visitas fueron permitidas. Mitsuo y Denki fueron los primeros en llegar. Mientras el rubio, al entrar, se le ilumino la cara, corriendo a mi y depositando un tierno beso en mi frente, el pequeño llego con una mirada lúgubre, su rostro era oscuro, como si hubiese pasado por el infierno, pero mantenía su habitual mirada seria y orgullosa. Mitsuo camino hacia mi, tomándose su tiempo.

- Me dijeron lo que hiciste por mi -le dije a Mitsuo cuando estuvo junto a mi-, muchas gracias pequeño.

- Podría haber hecho mucho más si no me hubieses dejado cuidando a tu amigo -respondió molesto.

- Mitsuo, -intervino Denki al verme en silencio- él fue alguien difícil de salvar. Quedarte con Bakugo fue una gran decisión, y aún así llegaste a salvarla.

- ¡Y mira como quedo Akane! -un silencio tensó el aire por unos segundos- Han pasado semanas y aún no puede caminar, y aprovechando la situación decidieron encerrarla en otra prisión cuando salga.

- ¿Tu lo sabías? -me preguntó Denki decaído, tomando mi mano.

- Si, ya tuve unos días para procesar esto -le respondí apretando su mano entrelazada a la mía-. Mitsuo, ¿Tu como sabes de esto? -pregunté volviendo mi mirada hacía él, intentando evitar los gemidos de dolor ante el brusco cambio de lado de mi cuello- Se supone que esto era entre algunos héroes profesionales, Yoki y yo.

- Yoki me conto.

- ¿Todo? -pregunté desconfiada.

- No fue difícil adivinar el resto -contestó sentándose en la camilla-. Pero no entiendo como pueden creer que tu eres un peligro, ¿nadie vio a Midoriya? Tiene tu edad y es más poderoso, esto no es justicia. 

- Tampoco creo que sea justo -dijo Denki, mirando mi mano y haciendo círculos con su dedo sobre esta-, pero alguna razón deben tener. No hacen las cosas porque sí.

Mitsuo miraba el pálido piso, su pelo planco le colgaba sobre la cara sin dejar ver su rostro, pero su silencio aseguraba que su furia estaba escalando. 

- No seas tan crédulo, Kaminari. -soltó con rabia- Solo son corruptos. 

Sentí una pequeña pelota de temor formarse en mi estomago. La ambición que teníamos con Yoki de que Mitsuo pudiera entrar a la UA y convertirse en héroe podría estar en peligro, temía por sus decisiones y su futuro. 


Apenas pude caminar me encontré fuera del hospital. Entre la angustia y tristeza se encontraba un pequeño rayo de esperanza en todo el camino. Los últimos días pude hablar con los héroes que conocía y los incluyeron en el plan, solo sería temporal.

- ¡Una rehabilitación! -recordé las palabras del director Nezu- No debería llevar más de un año, dos a más tardar. 

Las imagenes del último año, desde mi entrada a la UA, llegaban a mi mente mientras sentía la camioneta pasar por las calles. Solo recordaba lo bueno, de alguna manera los malos momentos no estaban, pero las salidas, los campamentos, incluso las tareas, todo me traía paz. 

Rehabilitación. No será la gran cosa, estaré fuera en un abrir y cerrar de ojos. 

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora