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Corrí, alarmada, entre los árboles y cruzando el rio, llegando junto a un gran árbol tan claro que era fácilmente distinguible del resto a varios pasos. La nota entregada por Mitsuo me preocupó, no creo haber visto a Satoshi actuar de esta manera antes. 

Para suerte mía, el cielo estaba despejado y la luna brillaba sobre nosotros. Me acerque a él por su espalda, llamando su atención.

- ¿Qué es tan urgente y secreto que necesitas hablar acá?


Meses antes...

Llegue nerviosa a la puerta de Denki, llevábamos tiempo viéndonos durante unos pocos minutos y esta sería la primera vez que estaríamos un largo rato a solas. Llame a la puerta y, al recibir una respuesta de su parte, entré. Me sorprendió encontrarla completamente desordenada, no solía tener un gran desorden como el que podía ver en el momento. 

- Perdón, buscando ropa se vino todo abajo e intentando ordenar... Ya sabes como es -me respondió con una sonrisa-. 

- Podrías haber ido a mi habitación -contesté riéndome-. Esto es un desastre Denki. 

- Podemos ir ahora, si quieres.

- No, tu y yo vamos a ordenar esto primero. 

Haciendo un puchero se acerco a mi, abrazándome y ocultando su cabeza en mi cuello. Aproveche el momento para abrazarlo y acariciar su cabello. Aún era suave pero su perfume había cambiado, no me disgustaba y el olor a miel le quedaba bien, pero era extraño tener que relacionarlo a un aroma nuevo. Durante un largo tiempo oí su respiración, relajada, y sus brazos me sostenían de la cintura. Bese su mejilla, en busca de una respuesta similar, obteniendo por respuesta sus brazos estrechando mi cuerpo contra él y su cabeza hundiéndose más en mi, como si de esa manera fuésemos a fusionar. Emitió un suave susurro, ininteligible a mis oídos. Se incorporo, dándome la espalda y tomando un montón de ropa, dijo:

- ¿Qué te parece si ordeno esto y nos vemos mañana? Es muy tarde, después de clases podemos tener todo el día. ¿Qué dices?

Por un segundo pensé en preguntar si se encontraba bien, pero bien sabía la respuesta que me daría a esa pregunta. 

- Me parece perfecto. ¿Mañana en tu habitación o en la mía?

- En la tuya -contestó con la mirada fija en el montón de ropa puesto en su cama-.

- Perdón, debo preguntarlo. ¿Estás bien? -dije acercándome-.

- Si -contestó alegre, tomando mi rostro-. Estoy cansado, eso es todo. ¿Sabes? Es agotador estudiar y que no de frutos en los exámenes, por eso estoy tan agotado últimamente. Pero mañana nos vamos a ver, te lo prometo.

Me retire con aquella respuesta, insatisfecha pero feliz de haberlo visto. Muchas preguntas rondaban mi mente, intentando encontrar una lógica a lo ocurrido caminé, sin pensarlo, a otro dormitorio. 

Luego de tocar la puerta, me abrió Katsuki, medio dormido y molesto. Noté las luces apagadas y su cama deshecha. 

- Olvide que duermes temprano.

- Si no necesitas nada, vete -respondió levantando la voz-.

- No necesito nada, estaba en las nubes y me equivoque de habitación -dije dando la vuelta-. Buenas noches, Katsuki.

- Ven, pasa -contesto suspirando-. Antes de que me arrepienta. 

Dude en aceptar su invitación, podría meterme en problemas por varias partes, desde profesores hasta Denki. Sobre todo con Denki. Pero la necesidad de tener la compañía de un amigo fue más fuerte que la preocupación de mi novio por un problema inexistente. Cerró la puerta detrás mío, sin encender la luz. 

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora