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Saludos!!

-Imbécil -dijo Lauren Jáuregui.
-Tú te callas -Camila apenas si pudo contener su cólera. En cambio, lanzó una mirada furiosa a Lauren, le volvió la espalda y rodeó el escritorio para ponerse frente al niño.

-Jeremy... ¿así te llamas?
El niño alzó hacia ella unos ojos enormes, con una sombra de sospecha.
-Puede que sí, puede que no.

-Puedes confiar en ella, Jeremy. Es buena persona -Lauren, al lado de ella, habló al niño con voz suave. Camila apretó los dientes.

-¿Quieres, por favor, dejar que yo maneje esto? -inquirió con dulzura excesiva.

Si decía lo que realmente pensaba a esa provocadora, en el tono en que realmente quería decirlo, le daría un susto de muerte al niño.

-Como guste -repuso Lauren, acomodándose de nuevo en el borde del escritorio con un gesto que indicaba que el problema quedaba en sus manos.

Sin hacerle caso, Camila se puso en cuclillas junto al niño de modo que sus ojos quedaron a la misma altura.

-Jeremy, sé que pusiste el reloj dentro de tu camisa, y que tú y tus amigos han hecho cosas parecidas antes. Probablemente parezca muy excitante llevarse cosas y no pagar por ellas, ¿verdad? Quieren ver si logran salirse con la suya. Pero no creo que se den cuenta de que lo que están haciendo es robar. Robar está mal y pueden verse en graves aprietos por ello. Vendrá la policía, serás arrestado y tendrás que presentarte ante un juez. Lo que ocurra luego lo decide el juez, pero te garantizo que no es nada divertido. -Camila hizo una pausa para que sus palabras causaran efecto; después continuó.- No llamaré a la policía esta vez, porque pienso que toda persona merece una advertencia. Pero si vuelves a hacerlo, en esta tienda o en cualquier otra, no va a quedar otra alternativa. ¿Me entiendes?

Mientras ella hablaba, los ojos de Jeremy, de color acaramelado, se habían humedecido sospechosamente, como si las lágrimas acecharan. Apenada por el niño, Camila se inclinó para rodearlo con sus brazos. Tan pronto como ella lo tocó, Jeremy la empujó para apartarla. Camila cayó sentada; sólo la mano de Lauren, que aferró su hombro al último momento, impidió que rodara al suelo.

-¡Jeremy! -exclamó bruscamente Lauren, mientras se incorporaba para ayudar a Camila a levantarse. La joven se puso en pie, disgustada. Se sentía como una estúpida, pensó que no se habría caído si no hubiera usado tacones altos.

-¿Está usted bien? -agregó Lauren en voz baja.

Su mano, tibia y reconfortante, le ceñía el antebrazo. Cuando alzó la vista, ella se encontró con su rostro a una distancia preocupante. En su mirada había inquietud por ella, lo cual la desconcertó en gran medida.

El recuerdo del último encuentro entre ambas, tan lleno de acritud, aún causaba encono, pero disminuía con rapidez.

-Creo que viviré -repuso ella. Al hablar se pasó una mano por el dorso del vestido donde este había hecho contacto con el suelo.

-A ver, permítame.

La preocupación se esfumó, reemplazada por deliberada picardía, cuando ella pasó la mano, con la palma hacia abajo, por el trasero de la mujer, tal como lo había hecho ella, aunque deteniendo la mano por más tiempo. Aunque ambos gestos fueron similares, su efecto en Camila fue muy distinto.

¡No me toques!

Tanto sobresaltó a Camila la intimidad del contacto, que se apartó de un salto, y la reprimenda fue más sonora y más estridente de lo que ella se había propuesto. Por un momento Camila temió que Ben Ziegler irrumpiese por la puerta para rescatarla, pero para gran alivio suyo, no lo hizo. Sin duda estaba lejos y no había oído nada.

En el Verano (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora