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Hola, como están?, espero que excelente, les dejo otro mini maratón, espero que les guste de esta manera, ya que se me hace más fácil juntar varios capítulos y dárselos juntos.

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-Ninguna viva -replicó Lauren, tensa.

El jefe pareció considerar eso; asintió con la cabeza y subió al coche.

Lauren permaneció largo rato inmóvil antes de volver a entrar.

Se tardaba mucho en morir. Jeremy descubrió eso mientras las horas se fundían unas con otras en un horror interminable. Sin comida, sin agua, sin luz, sin final para ese terrible dolor punzante que le atravesaba la cabeza cada vez que él se movía, pero seguía viviendo. Cuántas horas, días o semanas habían pasado. El no lo sabía, pero le parecía haber estado encerrado más de un año en la fría oscuridad mal oliente, salvo por la voz de su mamá.

Ahora sabía que la voz era de ella, y eso lo consolaba. Tenía las puntas de los dedos despellejadas y ensangrentadas por haber tratado de abrirse paso con las manos a través de los muros de piedra o a través de la puerta de hierro donde se había detenido la cosa. Ahora sabía que no había por dónde salir, y la desesperanza acrecentaba su angustia. Yacía acurrucado en el piso de piedra mientras le palpitaba la cabeza y unos puntos de color relampagueaban tras la pantalla de sus párpados cerrados, y su cuerpo se estremecía de frío. Perdía y recuperaba la conciencia, y cuando el dolor o el miedo se hacían intensos, su mamá le hablaba. Jeremy hacía de cuenta que estaba a salvo en su cama, con Jake acurrucado junto a él y su mamá en la mecedora, en el rincón del cuarto donde se sentaba siempre.

-Jeremy, ¿recuerdas cuando te dejé faltar a la escuela y fuimos a pescar en la cañada?

-Sí, mamá.

-¿Recuerdas dos Navidades atrás, cuando Santa Claus trajo esa bicicleta nueva?

-Sí, mamá.

-¿Recuerdas la víspera de Todos los Santos... el Día de Acción de Gracias... tu cumpleaños?

-Sí, mamá.

A veces ella recitaba los versos infantiles que él recordaba de su primera niñez, a veces le cantaba, canciones disparatadas que a él le gustaban y canciones de cuna para Jake. Cuando la sed le secaba la garganta, era su mamá quien lo hacía levantarse pese a su dolor de cabeza y buscar a tientas, en las paredes de su prisión, gotas de humedad que lo mantendrían con vida. Cuando encontraba una, lamía ávidamente la viscosa pared y mientras el agua aliviaba su lengua seca y su garganta que le ardía, sentía el regocijo de su mamá. Aunque Jeremy ansiaba ir hacia ella, sentía que ella no quería que él cruzara adonde se encontraba. Quería que él viviera.

Al principio el hambre era un dolor que lo carcomía por dentro, pero gradualmente se redujo a un vacío sordo que ya no le dolía. Se quedó tendido al lado del lugar donde el agua goteaba por el muro, lamiéndola cuando lo necesitaba, y escuchando a su mamá. Esa era la mejor manera de tener a raya el terror.

Porque sabía que tarde o temprano, aquella cosa vendría por él. Y temía que esta vez no se fuera.

Al pensar en ese brillante cuchillo plateado, sollozó con ruido. Y continuó sollozando, aun cuando su mamá le hablaba entre las tinieblas y trataba de disipar su miedo.

-Sé valiente, hijo. Sé valiente.

En el Verano (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora