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Sólo que esa vez recibió la oscuridad como a una amiga.

Los días siguientes transcurrieron como en un sueño para Camila. Pasaba casi todos sus momentos de vigilia en el hospital, junto al lecho de su padre, tomándole la mano, hablándole y orando por su recuperación, aunque sabía que ahora lo más deseable para él era la muerte. Pero no podía evitarlo. No podía convencerse de dejarlo ir. Todavía no, no de esa manera. Sinuhe Cabello, que hasta dormía en el suelo junto a la cama de Alejandro, también se sentía mal. Pálida y acongojada, vigilaba a su esposo, y apenas si podía hablar coherentemente, ni siquiera a los médicos. A Camila le tocaba hablar con ellos y tratar de interpretar lo que le decían. Luego debía comunicar la situación, según ella la entendia, a Sinuhe y a Sofía.

Sofía, desgarrada entre sus hijas en casa y su padre en el hospital, mantenía guardia con su madre cada vez que Camila se rendía al agotamiento y dejaba que Lauren se la llevara para dormir unas horas. Quedó olvidada la intención de Lauren de mantener una custodia nocturna en el patio de Camila, porque esta ya no pasaba sus noches en casa.

Ahora Camila iba al apartamento de Lauren con tanta naturalidad como habría ido a la Nogalera, porque estaba cerca del hospital y porque Lauren estaba allí. La sostenía entre sus brazos para dormir, le secaba las lágrimas cuando ella lloraba y la obligaba a comer cuando ella no tenía ganas.

Era Lauren quien se hacía cargo de las pequeñas cosas que hacían soportable una vigilia tan exhaustiva. Ella llevaba a las mujeres de un lado a otro cuando estaban demasiado cansadas para pensar siquiera coherentemente, y mucho menos manejar un vehículo. Les llevaba comida y bocadillos cuando no lograba persuadirlas de ir a comer a la cafetería. Les compró artículos de primera necesidad, tales como jabón, cepillos de dientes y pasta dentífrica en la farmacia del hospital cuando ellas despertaron sintiéndose sucias y desorientadas después de aquella primera noche aterradora con Alejandro. Lo más importante de todo, proporcionaba un hombro en que apoyarse para cualquiera de ellas en un momento de debilidad. Hasta Sinuhe llegó a confiar en ella durante esos días terribles. Más de una vez dijo que no sabía cómo se las arreglarían sin ella.

En la angustia posterior a la hospitalización de Alejandro, hasta había aceptado sin rechistar la noticia del compromiso de Camila. Claro que Camila no habría elegido ese momento para decírselo, pero con el reluciente anillo en su dedo cuando llegó al hospital, hasta para Sinuhe, acongojada como estaba, fue difícil no advertir el hecho.

Afuera del hospital, la vida continuaba mientras Alejandro yacía conectado con decenas de máquinas que lo mantenían vivo. Llegaban muchos amigos a la sala de espera, pero sólo los miembros de la familia eran autorizados a visitar a Alejandro. Kay era una frecuente visita, al igual que Susan Henley y todas las amigas de la iglesia de Sinuhe. Hasta Rob envió flores, un gesto que Camila apreció. Comprendió que, en un momento de prueba como ese, ella, Sinuhe y Sofía necesitaban a sus amigos.

Los visitantes se esforzaban incluso por ser corteses con Lauren, de cuya situación como casi miembro de la familia se hablaba en todo el pueblo.

Por una vez, Camila agradeció la eficiencia de la red de habladurías que había hecho pública la noticia de su compromiso con Lauren. En ese momento, la crisis de Alejandro era lo único que ella podía encarar. No creía poder reunir energías para explicar también la presencia casi constante de Lauren a sus amigos y vecinos.

Una remplazante había sustituido a Camila en la escuela mientras hiciera falta en el hospital. Michael vino una vez de Louisville para visitar a Alejandro, pero tuvo una recepción tan fría de Sinuhe y Camila, que no se quedó más de diez minutos. Sofía, que llegó un poco más tarde con los ojos hinchados, informó que Michael había pasado por la Nogalera para ver a sus hijas, y que después de marcharse, Diana le había preguntado cuánto duraba un divorcio, porque ya se estaba cansando de él. La pregunta había hecho llorar a Sofía.

En el Verano (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora