16

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Hola espero que se encuentren muy bien, les dejo el capitulo 16 😍😍😍😍



-Vaya, si es la señorita Cabello -dijo Lauren, mirándola de pies a cabeza con una sonrisa burlona que el alcohol torcía-. Pasa, pasa.

Abrió más la puerta y se apartó en un gesto de hospitalidad exagerado. Lauren tropezó con la alfombra y casi se cayó. Salvada por el picaporte en que se apoyaba, se enderezó y blasfemó por lo bajo. Tras ella, un enorme perro color pardo dejó de ladrar, mostró los dientes y gruñó a Camila. La muchacha se estremeció, disipada su ira en un abrir y cerrar de ojos, por una mezcla de asombro y miedo.

-No le hagas caso. -Lauren señaló con ademán negligente al babeante animal.- Es Lobo, nada más. Quieto, Lobo.

El perro siguió gruñendo, con sus negros y redondos ojos clavados en Camila, que retrocedió un paso. Lauren puso mala cara.

-Perro malo -dijo sin mucha convicción.

Lauren soltó el picaporte, mirando algo, se agachó, asió a la bestia por la pelambre del cuello y la arrastró hacia el dormitorio. Sus pasos eran vacilantes y a veces se ladeaba. Parecía que los poderosos cuartos delanteros del perro la sostuvieran. Camila podía imaginar sin mucho esfuerzo que el animal se zafaba, se daba vuelta y le saltaba a la garganta. Se quedó apretada contra la barandilla del rellano de afuera hasta que el perro quedó encerrado en el dormitorio. Sólo entonces entró en el apartamento.

-¿Qué era eso? -preguntó a Lauren mientras esta, con una mano apoyada en la pared para afirmarse, cruzaba el living hacia ella.

El perro no emitía ya sonido alguno. A Camila le pareció más enervante aún que los ladridos frenéticos.

-¿Eso? Ah, ¿te refieres a Lobo? Es mi legado. El único legado que me dejó el viejo.

Y Lauren se echó a reír de una manera ebria que habría puesto en fuga a Camila si hubiese tenido la menor cordura. Luego se desplomó en la poltrona.

-Estás borracha -dijo Camila.

Cerró la puerta y avanzó en la sala, mirando severamente a Lauren. El olor a whisky agredió sus fosas nasales, y descubrió una botella, tres cuartas partes vacía, sobre la mesa, junto al sofá.

-Pues sí.

Jáuregui reclinó la cabeza en el sofá, y sus largas piernas, enfundadas en pantalones tejanos, se extendieron sobre la mullida alfombra gris. Llevaba puestos unos sucios calcetines deportivos, sin zapatos, y una camisa blanca fuera de los pantalones. Tenía el cabello suelto. Los negrísimos mechones, tan largos que llegaban a mita de su espalda. Sus ojos verdes relucían al mirarla, inquietos. A juzgar por su aspecto, Camila dedujo que no había comido o preocupado por ella desde la última vez que la vió. Parecía una vagabunda, aunque muy sensual.

Cosa extraña, Camila no le temía en absoluto, ebria o no. En las profundidades de sus ojos advirtió un dolor verdadero.

-¿Supiste lo de mi padre? -inquirió descuidadamente Lauren. Echó mano a la botella, se la llevó a la boca y bebió un largo trago, luego se secó la boca con la mano. Por fin, con cuidado exagerado, depositó de nuevo la botella sobre la mesa-. Hamburguesa cruda. Eso es ahora él, hamburguesa cruda. Un maldito tren lo ha convertido en hamburguesa cruda.

-Esta mañana fui al funeral -dijo Camila observándola-. Fue una ceremonia muy linda.

Lauren se rió de nuevo, y el sonido fue extraño. -Apuesto a que sí. ¿Eras tú la única presente? Camila sacudió la cabeza.
-Había otros. ¿Has comido algo recientemente? Lauren se encogió de hombros.

En el Verano (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora