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Camila se encogió de hombros.
-¿Quién sabe? -dijo, y esperó que su madre advirtiera los adornos hechos por Katie en el empapelado. Pero Sinuhe se limitó a mirar con fastidio las gruesas líneas rojas y se retiró. Camila se dirigió a la cocina para convencer a las niñas de que fueran a la biblioteca.

De vuelta en su apartamento, Lauren Jáuregui comprobó que echaba de menos a Camila. Comió en soledad la cena -un emparedado de salchichón, pues no tenía ganas de cocinar- y procuró distraerse con un programa de comentarios en la televisión. Pero después de mirarlo veinte minutos sin darse cuenta siquiera de qué trataba, apagó televisor con disgusto. Luego intentó leer, pero eso también fue un esfuerzo en vano.

No pudo concentrarse en la página impresa.
Habría debido estar cansada. Había tenido una jornada de tres horas en motocicleta a Louisville de ida y vuelta, y otras tres ocupada en el asunto por el cual había ido allá. Su visita al abogado la dejo con la sensación de que un peso que había arrastrado durante años se había aligerado de pronto. El abogado estaba preparando el papel requerido para presentar una petición ante la corte para que revocará su condena. Si la petición tenía éxito, y el abogado así lo esperaba, podía prever que el registro de su condena quedaría anulado. El paso siguiente para obtener la reparación total era demandar al Estado..., pero a Lauren no le interesaba tanto siquiera el dinero. Lo que sí le importaba era que no sería una mujer marcada. Estaría libre para reiniciar su vida.

Ante esta perspectiva tendría que haber podido conciliar el sueño. Pero cada vez que Lauren cerraba los ojos, imaginaba a, Demi tal como la viera por última vez, y lo que le había pasado luego.

Y pensaba en Camila.

No podía eludir la convicción de que alguien andaba en la noche acechando a Camila. Ya lo llamara morbosidad, paranoia o como quisiera, la sensación persistía.
Por fin, alrededor de las once, Lauren renunció a tratar de distraerse. Se calzó las botas, palmeó a Lobo para darle las buenas noches, levantó la manta y la almohada y salió.
Aunque se iba a sentir estúpida si era descubierta, acamparía en el patio de atrás de Camila. Si había alguien merodeando, esta vez no se las vería con una mujer sola en la oscuridad.

Esta vez Lauren Jáuregui se proponía estar también allí. Dormiría fuera de la casa de Camila hasta que ella estuviera libre para pasar las noches a salvo en sus brazos. Durante todo el tiempo necesario, hasta que ella tuviera la certeza de que Camila estaba segura.
No sería la primera vez que dormía al aire libre, bajo las estrellas.

En el Verano (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora