3

11K 553 99
                                    

Una disculpa pero tuve mucho trabajo esta semana y ademas estoy releyendo una historia Camren buenísima.

Recuerden votar y nos leemos pronto.


-¿Lo has oído? Dice Idell que su hijo vio a Camila Cabello cuando se encontraba con alguien en la parada del autobús esta mañana. ¡Y jamás adivinarás con quién!

-¿Quién?
-Lauren Jauregui.-
-¡Lauren Jauregui! Pero si está en prisión. Idell debe haberse equivocado.-
-No, ella jura que eso es lo que vio Jeff. Debe haber salido en libertad condicional o algo así.

-¿En caso de condena por asesinato?

-Supongo. En todo caso, Idell dice que la ha visto con Camila Cabello. ¿Te imaginas?

-¡No!

-Es verdad, señora Ashton. Lauren Jáuregui está en libertad condicional y trabajará en la Ferretería Cabello- dijo Camila interrumpiendo la conversación.

Aún perturbada por su encuentro con la ya mencionada Lauren Jáuregui, Camila tuvo dificultad para mostrar a sus vecinas una sonrisa serena, aunque al final lo consiguió. Esto era al mismo tiempo lo mejor y lo peor de Tylerville: nadie podía evitar el recibir las opiniones de los demás acerca de lo que pasaba en su propia vida. Las dos mujeres estaban en el Kroger, en la fila de salida, tan ensimismadas con sus habladurías que no habían advertido a Camila en la fila contigua.

La señora Ashton era sesentona, amiga de la madre de Camila y la que recibía la noticia. Pam Collier era más joven, acaso cuarenta y cinco años, con un hijo terrible de dieciséis años, que probablemente estaría en la clase de Camila en el otoño venidero. Camila hubiera creído que Pam -con el demonio de hijo que tenía- se habría conmiserado un poco de la situación de Lauren, pero evidentemente no era así.

-Ay, Camila, ¿y los Issartel? Se van a morir cuando lo sepan -dijo la señora Ashton. Su mirada evidenciaba su inquietud por la familia de la muchacha asesinada.

-Estoy apenada por ellos, usted lo sabe -repuso Camila-, pero nunca he creído que Lauren Jauregui matara a Keana Issartel, y sigo sin creerlo. Recuerde que yo fui su maestra en la escuela secundaria y no era una chica mala. Por lo menos no tan mala.

Su consciencia la obligó a corregir esa última frase. Lauren Jauregui había sido mala en el estilo del respondona, de chaqueta negra y sonrisa burlona; suficiente para enemistarla con las personas decentes de Tylerville. Se emborrachaba, se metía en peleas, destrozaba faroles y ventanas, insultaba a la gente y circulaba en motocicleta. Los chicos con quienes se había juntado eran, la mayoría, basura como ella. Se rumoreaba que Lauren y su pandilla habían armado algunas juergas salvajes, como no se habían visto nunca en Tylerville. En la escuela y fuera de ella había tenido problemas casi constantes, y su lengua mordaz no había contribuido en nada a su buena reputación. Pero según Camila, la salvaba el hecho de que le gustaba leer. Por cierto, eso fue lo primero que le hizo pensar que tal vez Lauren fuese distinta de lo que parecía. Un día, cuando Camila estaba encargada de la vigilancia, en su primer semestre de maestra y cuando tenía veintidós años, había visto a Lauren Jauregui -que entonces tenía dieciséis años- salir con aire jactancioso por la puerta lateral de la escuela como si tuviese todo el derecho de hacerlo. La siguió, sospechando que se proponía fumar uno o dos cigarrillos a escondidas, y la descubrió finalmente en el estacionamiento, estirada en el asiento de atrás del coche de otro estudiante. Sola, con su calzado deportivo de caña alta, que tenía un agujero en la suela izquierda, asomando por la ventanilla; sus largas piernas cruzadas, un brazo doblado tras la cabeza como almohada. Tenía un libro abierto apoyado en el pecho.

El asombro de Camila casi había sido equivalente a la belicosidad de Lauren al ser descubierta.

-¡Esos Jauregui son todos malos ... ! Sin duda recordará cuando Christopher Jauregui afirmó haberse vuelto religioso y empezó a llamarse pastor, luego estableció su propia iglesia y reunió quién sabe cuánto en donaciones, diciendo que ese dinero estaría destinado a alimentar a los niños hambrientos de los Apalaches... Y después se gastó todo el dinero, en el juego y bebida dándose la gran vida. Lo mandaron a la cárcel durante un año, y no es lo peor que ha hecho. Ni mucho menos, si se supiera la verdad.

En el Verano (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora