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Hola espero que estén excelente, les dejo capitulo 17 y si tengo chance el fin de semana subo el 18, recuerden votar


Lauren estaba arrodillada, y de pronto Camila estuvo a horcajadas encima de ella, las manos abiertas contra sus pechos, sus piernas flexionadas y abiertas, mientras Lauren la apretaba contra sí. Camila tenía alzada la falda hasta su cintura, una prenda de tenue algodón verde con fresas enormes y absurdas estampadas. Solamente el nailon delgado y sedoso de sus bragas la protegía de la aspereza de los pantalones tejanos de Lauren, del duro metal de su cremallera y de aquello, grueso e hinchado, que abultaba debajo.

-Bueno, dime que no, maestra -dijo ella cuando sus miradas se cruzaron.

Le sujetaba las caderas con manos endurecidas por la tensión. Tenía los muslos rígidos bajo las nalgas de ella. Ella podía sentir bajo su mano el acerado vigor del corazón de Lauren... y la rigidez tentadora, obsesionante, sobre la cual estaba sentada.

No pudo negarse. No pudo. La deseaba demasiado. Durante la mayor parte de su vida, al parecer, la había deseado.

Un pensamiento escandaloso, vergonzoso... Pero su cuerpo ardía.

-Lauren -susurró desvalida.

Bajó los ojos como si ya no pudiera sostener la mirada de ella. Pero su mirada se encontró con su boca, lo cual fue un error. Totalmente besable, labios gruesos, brillantes a causa de que lauren acababa de pasar su lengua sobre ellos en anticipación de lo que venia, con una curva sensual que le quitó el aliento a contemplarla.

-Camila - susurró ella a su vez.
Cuando se acercó a Camila y los brazos de ella se aplastaron contra los senos firmes y medianos de Lauren sin tratar siquiera de resistirlo, esa hermosa boca se acercó más, se tornó borrosa... luego se detuvo a pocos centímetros de la suya.

-Dios mío...
No podía negarse. Ni siquiera pudo oponer una resistencia simbólica a la feroz oleada de deseo que le arrastraba. Sus labios, secos y calientes, se entreabrieron, aspirando el aire abrasador con jadeos desiguales. Bajo las bragas rosadas, su cuerpo temblaba, lloraba.

-Ultima oportunidad.

Lauren pronunció estas palabras como si le costara emitirlas, con voz baja y tosca. Se inclinó aún más cerca de ella, tan cerca que Camila pudo sentir su respiración contra la boca. Pero no la besó. Camila alzó los párpados, y por voluntad propia, su mirada se encontró con la de ella. Los de Lauren eran ardientes, el verde que estaba empezando a amar, reducido debido a la dilatación de las pupilas, oscuros y violentos y brillaban con la promesa de actos indecibles, placeres inconfesables. Camila no pudo apartar la vista cuando Lauren deslizó las manos hacia abajo por sus caderas, hasta introducirse bajo el borde elástico de su ropa interior y cerrarse sobre sus nalgas.

Lauren la aprisionaba, apretando suavemente la carne redondeada. Camila pensó que nunca en su vida había sentido algo más erótico que las manos de Lauren sobre su trasero desnudo.

Lauren apretó las manos y frotó a Camila contra sí, moviéndola para atrás y para adelante sobre el bulto de sus pantalones tejanos, de modo que el calor y la fricción, separados de su propia carne estremecida por una sola capa de fino nailon, la volvían loca. Camila gemía y hundía los dedos bajo la camisa de Lauren, arqueando la espalda.

-Eres mía, maestra -murmuró ella en un tono que parecía casi triunfal, pero Camila estaba tan enloquecida de deseo, que no le importó. Si entonces ella hubiese intentado apartarla de sí, Camila se habría aferrado a lloriqueando de anhelo.

Lauren la sujetó contra sí, cambió levemente de posición, de modo que cuando la inclinó hacia atrás, ella quedó con la espalda apoyada contra la poltrona. Lauren le apretó el trasero; puso una mano abierta y ardiente contra la temblorosa suavidad del vientre de la mujer, para luego penetrar en la oscuridad humedad y caliente entre las piernas de ella.

En el Verano (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora