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-Jeremy...
Aquella voz atravesó la angustia que envolvía al muchacho. Sentado en la escalinata de atrás de la casita de madera de su padre, Jeremy le oyó y alzó la vista. En la oscuridad iluminada por la luna, no pudo ver nada más que el cobertizo y los pocos arbustos que crecían en el campo, detrás de la casa.

En alguna parte, Sam gimoteaba lastimeramente. Sam era su perrito. Su papá le había comprado el animalito para compensar lo sucedido a su mamá. Claro que su papá no lo había dicho de ese modo directamente, pero Jeremy lo sabía. No era estúpido.

Antes, nunca se había permitido tener un perro. Luego mamá fue asesinada y dos dias más tarde él, Jake y las niñas tenían un cachorrito. No hacía falta ser un genio para deducirlo.

Nunca volvería a ver a su mamá. La muerte quería decir eso. Jeremy lo sabía, aunque los más pequeños no lo supieran.
Las lágrimas le corrían por las mejillas; las enjugó con un furioso movimiento de brazo.

-Jeremy, ¿podrías ayudarme, por favor? Tu perro se ha enredado en este alambre.
Sam, lloriqueó. Jeremy había visto al perro poco antes, cuando retozaba frente al cobertizo. Se puso de pie y bajó los escalones. Detrás del cobertizo había toda clase de alambres que podían realmente lastimar a un cachorrito como Sam, si llegaba a enredarse. Heather era amable al preocuparse tanto. Su mamá siempre había llamado a Heather "la ramera", pero desde la muerte de mamá, ella era muy buena con Jeremy.

Sólo al cruzar el patio rumbo al cobertizo, Jeremy recordó que Heather estaba bañando a las niñas en la casa.
Pero entonces ya era demasiado tarde para correr.

En el Verano (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora