Nunca Más

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Bésame.

Tócame.

Quiéreme.

Rómpeme.

Cómeme...

Todo aquello estaba en mi mente mientras mi boca se acercaba a la suya. Aquellos labios rojos entreabiertos, la lengua tentadora, los perfectos dientes blancos alineados en una jodida sonrisa que me hacían deshacerme en jadeos frustrados. Cerré mis ojos y me preparé para sus labios, pero no recibí otra cosa que una risa entretenida y un beso en la nariz. Otra vez me tenía boqueando como pez entre sus brazos y aquella mirada ladina con la ceja levantada me daban ganas de morderle la barbilla.

—Te odio con la vida, Sammuel Fennigan —dije queriendo fulminar su jodida cara con los ojos.

—Y yo creo que siento exactamente lo contrario por ti —soltó sin pensar y estuvo a punto de morderse los labios al escuchar lo que acababa de salir de ellos.

Era demasiado pronto como para que Sam estuviera pronunciando aquellas palabras y él se había dado cuenta, por lo que escondió su pensar con uno de sus comentarios encaminados solo a obtener una reacción adversa en mí.

—Digamos que no eres la peor compañía del universo, Lizzy —respondió incluso antes de que yo intentara indagar más en su sentir.

—Tampoco lo eres tú cuando estás en tus mejores días —continué jugando a su ritmo—. Eres, definitivamente, la persona más problemática que conozco. Totalmente cambiante, obstinado y misterioso...

—¿Estás hablando de ti misma ahora? —quiso enfocar todas aquellas características en mí.

—Pero —lo ignoré en un enfatizado abrir de ojos de mi parte—, en tus días más amables, eres la mejor compañía.

Rodó sus ojos al cielo con una sonrisa y tragó en seco.

—Creo que necesito algo de alcohol en sangre para calmarme un poco —musitó regresando a su tono coqueto.

Salimos del auto y, en una adorable exposición de caballerosidad, Sam me ofreció su brazo para pasar adentro de la casa. Todo estaba a media luz y solo el estudio de Jensen brillaba en rojo con el fuego flameante en la chimenea. Caminando directo al calor del sofá, el chico se separó de mí, sirviéndome una copa de vino tinto y algo de whisky para él.

Había un aire de serenidad en el silencio que nos consumía y a la vez, creía que aquello que era necesario estaba dicho en su totalidad. Escondí mi rostro en la copa que Sam me ofreció y tomé un trago largo de un vino aromatizado con suaves toques de vainilla. Él fue directo al escritorio y sacó un libro de tapa dura color café algo desgastada. En una sobria caligrafía dorada, el título en alemán, Der Steppenwolf, me hizo sonreír con un candor que no había sentido en largo tiempo.

—Llevaba tiempo buscándolo y lo he tenido conmigo desde hace unas semanas. Sin embargo, no te lo quería regalar en una ocasión cualquiera —habló él alcanzándome el libro y colocando sus manos sobre las mías al tocar la carátula.

Era una primera edición de El lobo estepario y no podía dejar de recordar aquel primer día en la biblioteca. Él sabía lo que significaba aquel libro para mí... Para nosotros...

—Creo que sería un buen momento para decirte que no sé leer en alemán —solté sin pensarlo al ver que el libro estaba en su idioma original.

—Lo leeré por ti —sonrió, y su comentario me tomó por sorpresa. Había tanto que no sabía de él que era estaba abismada por las habilidades que aquel chico tenía y estaba completamente segura que no imaginaba ni la mitad de todo lo que escondía de mí—. Tengo algunas hojas señaladas para ti allí adentro —atigró sus ojos y sabía que algo se traía entre manos—. ¿Te importaría dejarme enseñarte unas pocas palabras?

El Valle De Los Lobos ✔️ [Libro 1 Saga De Los Dioses Caídos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora