Dentro de mi Piel

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—Tengo que admitir una cosa —hablaba Becky de regreso a casa-. No sé cuál de los dos es más lindo. Pero Sam parece que está con la pelirroja, Helena... y Lachlan tiene todo el estilo de bad boy que sé que te gusta. Me recuerda un poco a aquel chico que llevaste a casa en la única navidad que mi madre aceptó reunirse conmigo. ¡Era bastante mayor que tú y a la abuela casi le da un infarto cuando lo vio! ¿Cuál era su nombre? ¿Christopher? ¿Christian?

Era como si Becky no recordara absolutamente nada de lo sucedido y para ella solo hubiéramos tenido la mejor de las cenas, mientras yo estaba todavía pálida del susto por las amenazas de Alexandra.

—¿Te sucede algo, Lizzy? Parece como si la comida no te hubiera sentado bien —preguntó la mujer al verme aún aterrorizada.

Yo estaba aferrada al asiento del auto con las uñas prácticamente encajadas en el vinilo. Los dientes apretados y los ojos enfocados en la carretera no ayudaban a calmar el estrés que era palpable en mí. Poco me quedaba para comenzar a temblar.

—Estoy bien. Perfectamente —mentí forzando una sonrisa en mi rostro para tranquilizarla.

Jensen me había dicho que Becky no recordaría absolutamente nada. Era muchísimo mejor para ella que yo actuara como de costumbre. El problema era que no iba a ser tan fácil para mí ocultar toda la mentira si mi rostro no dejaba de fruncirse ante los crudos recuerdos de la truncada cena.

Me despedí de ella en su habitación y al abrir la puerta de mi cuarto, descubrí a Lachlan sentado sobre la cama esperando por mí. El sobresalto al ver su figura fue breve, pero igual no se me quitaban de la cabeza las palabras de Alexandra y me atormentaba a cada segundo pensar que arremetiera contra Rebecca o Katherine con tal de demostrar su poco interés por la vida humana.

Fui directo a sus brazos con la consternación pintada en todo mi rostro. Él me recibió en un abrazo y me escurrí en su pecho. Estaba caliente y sentía su corazón latir marcando el paso del mío.

—¿Cómo están los chicos? —pregunté alejándome de él y poniéndome otro abrigo. El frío a esas horas de la noche me estaba matando.

—Bien. Helena y Hans siempre son los que peor terminan.

—No sé qué hacer —confesé un poco desesperada—. Tengo miedo de lo que pueda suceder, Lach. Cada día me convenzo más de que alguien terminará muerto por mi causa...

—Ellos aceptaron hacer esto hace siglos, Elizabeth.

—¿Y se supone que debo dejarlos morir?

El miedo se escurría de mi piel como sudor. Incluso yo olía el hedor a impotencia y vulnerabilidad.

—Por favor, detente —me pidió tomándome de los hombros y haciendo que intentara enfocarme nuevamente.

—Lo siento, pero las cosas no han estado muy bien últimamente y todo esto no parece más que el inicio de algo que terrible que va a ir escalando cada vez a peor —respondí bajando la cabeza y mirando el suelo en un intento de recobrar la compostura.

—¿Por qué estás tan nerviosa? Olvida lo que Alexandra dijo. Tienes a tu alrededor gente que te protegerá sin importar las consecuencias —decía.

—¿Pero quién cuidará de esa gente? ¿Ellos se merecen morir por mí como lo hicieron Rick y Veronica? Es injusto y tú lo sabes —lo interrumpí bruscamente.

—Estarían orgullosos de morir por ti...

—¡Pero yo no de perderlos! No estoy dispuesta a arriesgar a ninguno de mis amigos o familiares.

—¿Incluso a mí? —sonrió intentando desviar mi atención solo como él siempre lo hacía.

Volví a escurrirme entre sus brazos.

El Valle De Los Lobos ✔️ [Libro 1 Saga De Los Dioses Caídos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora