Ellos y Yo

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¿Eran los dedos de Sam los que estaban rozando mi cuello o eran los de Lachlan? ¿Eran sus labios sobre mí o eran los de Lachlan?

—Te dije que yo te iba a hacer disfrutar —susurró el trigueño tanteando mi cintura con sus dedos. Sentía su roce. Sentía su olor.

—¡Joder! —exclamé y Lachlan rió al escuchar mi quejido.

Lach no podía saber que Sam estaba ahí, pero algo me decía que él se imaginaban muchas más cosas de las que yo podía siquiera pensar.

—No creo que pueda hacer esto —susurré en un respiro. Era demasiado para mí.

Ni siquiera podía creer que estaba en los brazos de Lach. Mucho menos cabía en mi cabeza que tenía a Sam allí junto al moreno a mi entera disposición.

—Si quieres detener esto solo dime... —me tranquilizó Lach besándome en los labios con una dulzura que era tan característica de él.

Sam sonrió por encima de mi hombro y estrechó sus manos en mi cintura. Su agarre se hizo un poco más posesivo y me inclinó levemente para que pudiera sentir su torso desnudo. Su gesto decía a gritos que no quería compartirme con nadie más y su sonrisa altanera dudaba que yo pudiera continuar con aquello que jamás imaginé: tener a dos hombres solo para mí.

—¿Lo vas a hacer? —me retó el que estaba detrás de mí con su voz envolvente batiendo en mi oído—. ¿Vas a estar con otro hombre en mi presencia...?

¿Y por qué no? Él había estado con Helena. Se regodeaba de ello. Lo había disfrutado más que nunca y había sido una tortura para mí el verlo entregar todo de sí a otra mujer. A mí me habían hecho pedazos los celos de no poder estar con él. Quizás ese era mi tiempo de hacerle pasar un trago amargo, pero nunca creí que tendría el valor de hacer lo que la situación llevaba.

—¿Lo hacemos? —volvió a incitar Sam con aquella absoluta convicción de que me detendría al momento-. Si haces esto, yo estaré contigo la noche entera, pero nunca más...

Mi respuesta fue inmediata. Me sorprendió incluso a mí misma, pero supongo que salió de lo que realmente yo era y quería. Me lancé a por los labios de Lachlan sin siquiera pensarlo. Era la confirmación que ambos necesitaban para continuar con toda la locura que se había desatado en aquella habitación.

Escuché a Sam reñir con recelo e ingenuamente creí que se iba a cortar por lo inesperado de mi reacción, pero muy por el contrario, el de cabellos oscuros entrelazó sus dedos con los míos y me aprisionó contra el cuerpo de Lachlan.

Estaba a punto de volverme loca por el calor que emanaban nuestras pieles y todas las sensaciones encontradas. Lachlan mordía mis clavículas y Sam se deleitaba con mi cuello. El moreno sostenía mi trasero con sus manos, soportando toda la fuerza de mi cuerpo sobre él y el trigueño paseaba sus manos por todas mis curvas mientras yo sentía toda la musculatura de su pecho y definidos abdominales en mi espalda.

—Juguemos entonces —escuché a Sam susurrar en mi oído antes de pasar su lengua por él y morder mi cuello—. Y voy a conseguir lo que quiero...

Era una amenaza; una que me negaba a cumplir y que creí que podría controlar. Estaba tan equivocada al respecto de los límites que él podría tener que cuando Sam llevó su mano a mi sexo me hizo temblar de la emoción. Prácticamente en paralelo con el jugueteo del trigueño con mi centro de placer, el empuje del moreno dentro mí me hizo dejar escapar un gemido que ahogué con una mordida en su hombro.

—Era de suponerse que te gustaran los juegos rudos —rió Lachlan en un gemido y continuó en un lento vaivén de caderas mientras mi sexo se acostumbraba a su grosor; adentrándose con pequeñas estocadas tímidas; como si tuviera miedo de romperme.

El Valle De Los Lobos ✔️ [Libro 1 Saga De Los Dioses Caídos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora