El Valle De Los Lobos ✔️ [Libro 1 Saga De Los Dioses Caídos]

Mi Familia

Finalmente le concedieron a Becky nuestra custodia definitiva y Erick volvió a la casa. Hacía ya semanas de los incidentes y todo parecía ir retornando a la normalidad. Para aquellos tiempos ya estábamos en fin de año y las clases habían terminado hasta próximo aviso. Teníamos un tiempo para disfrutar con la familia y aunque la mía estaba un poco desprovista de miembros, Becky se encargaba a cada segundo que no nos sintiéramos solos.

Erick casi no pasaba tiempo con nosotras por miedo o porque la sangre lo tentaba demasiado como para contenerse, pero se mantenía comunicado conmigo para poder justificarlo ante mi tía que era prácticamente una joven como nosotros. Le pedí ayuda a Jensen varias veces. Incluso me propuse amenazarlo sutilmente para que ayudara a Rebecca, pero no fue necesario; con gusto aceptó mi petición y estaba segura que no era exactamente para quedar bien conmigo o con mi hermano.

Valley City era un lugar que tardaba en encantar a los recién llegados, pero dejaba una profunda impresión en los que regresaban. Becky no fue la excepción y más temprano que tarde volvió a encontrar la rutina de aquella ciudad acogedora, justo como ya yo lo había hecho. El pueblo le dio la bienvenida con los brazos abiertos y no era para menos, teniendo en cuenta que prácticamente nuestras tragedias como familia eran la comidilla de todo el lugar.

Yo, por otro lado tenía preocupaciones mucho más complicadas e inmediatas y la realidad era que me despertaba cada mañana con una ansiedad que amenazaba con matarme. Las palabras de Alex no paraban de retumbar en mi cabeza y sentía que todo lo que tenía estaba colgando de la balanza.

—Por favor explícame, Lizzy, porque no creo que pueda recordarlo todo —me pedía Becky de camino a casa de Jensen.

Los Amell nos habían pedido acompañarlos en una cena familiar y la verdad era lo más oportuno, teniendo en cuenta que necesitaba pasar la mayor parte de mis ratos libres con ellos y Erick prácticamente vivía a tiempo completo en esa casa. Las cosas serían bastante sencillas si Becky no se objetaba a nuestras compañías, y como ya le había explicado antes al resto de los chicos, mi hermano y yo necesitábamos su mejor comportamiento esa tarde para complacer a la que era nuestra tutora.

—Jensen y Anna son hermanos.

—Anna es la chica de cabello oscuro que tiene cara de pocos amigos. La novia de Erick, ¿no es cierto? —preguntaba intentando otorgar un rostro a los nombres que escuchaba.

—Sí —asentí y continué—. Helena y Hans son primos de los Amell y ambos viven actualmente en esa residencia —mentí.

—¿Los dos pelirrojos? —preguntó nuevamente. Ella lo estaba intentando tanto que era incluso gracioso de ver.

—Sí, Becky —respondí en una sonrisa.

—¿Y los otros dos chicos que han ido a la casa a verte? —presionó y mi sonrisa se tornó nerviosa y un tanto incómoda.

—Sammuel Fennigan y Connan Lachlan —respondí—. Son amigos.

—¿Y con cuál de los dos estás saliendo? —inquirió y no pude hacer otra cosa que respirar profundo y tragar en seco.

—Honestamente, con ninguno de los dos.

—¿Pero con cuál quisieras salir? —insistió levantando las cejas y mofándose de mí como si fuera una niña pequeña.

La entrada a casa de los Amell fue mi campana de salvación, pues Becky se quedó estática mirando la majestuosa construcción y dejó nuestra conversación de lado, para mi tranquilidad.

Hans, Helena y Jensen nos esperaban en el porche, impecables como siempre. El pelirrojo llevaba un sobretodo verde olivo y pantalones negros acompañados de una delicada sombra de ojos verde metalizada, mientras que Jensen, muchísimo más sobrio, no dejaba de resaltar con una fina enguatada azul. Helena, por otra parte, y en un look mucho más casual, llevaba un vestido gris pálido debajo de un saco de terciopelo.